La respuesta a esta pregunta es un claro y rotundo no.
La pregunta que da título al presente artículo está perfectamente justificada en un momento como el actual en el cual los que formamos parte de la civilización occidental estamos siendo permanentemente bombardeados por una campaña de desinformación perfectamente orquestada respecto a la realidad histórica de la otrora Cristiandad y de su lucha por la supervivencia frente a un Islam agresivo y belicista.
Después de los atentados de Nueva York, Londres y Madrid ha sido precisamente que la población ha comenzado a tomar conciencia, no suficientemente precisa, de la gravedad del peligro que representa el Islam para la supervivencia de nuestro modo de vida.
Pero actualmente en Occidente, al contrario de lo que ocurría en la por desgracia ya extinta Cristiandad no existe voluntad alguna de resistencia. Lo único que se da es un buenismo que no hace sino esconder la cobardía. Es de este modo que se ha generalizado de un modo que ha pasado a convertirse en dogma de lo “políticamente correcto” que el islamismo al que asistimos no es si no una tergiversación del Islam, que sería sinónimo de paz.
Para que estos amigos de la alianza de civilizaciones puedan continuar con su equívoco discurso estos se ven en la obligación de dar pábulo a ciertas ideas falsas como son la igualación del Islam y el Cristianismo cuando la Biblia y el Corán son tomados literalmente, señalar que las Cruzadas y la Yihad tienen una misma base o señalar que los templarios fueron en su época algo similar a lo que en la actualidad son los muyahidín terroristas seguidores de la Yihad global contra Occidente.
Resulta verdaderamente difícil de entender, pero la realidad es que parece que la progresía defensora de la políticamente correcta alianza de civilizaciones parecen necesitar denigrar su propia civilización, su historia y el cristianismo para poder de este modo señalar el peligro inminente que se esconde tras lo que ellos denominan manipulación de la religión de la paz que sería el Islam. Los creadores de opinión pública políticamente correcta parece que se ven en la obligación de demostrar que no son etnocentristas y para ello han de denigrar primeramente su cultura y origen cristiano.
Aquí nos vamos a centrar en el aspecto que hace referencia a esa y falsa idea que presenta a los templarios como similares a los actuales yihadistas.
Para analizar y dar una respuesta a esta errónea y manipuladora aseveración es preciso que en primer lugar nos queden claros conceptos tales como la guerra justa frente a la guerra santa y el de la obligación frente la recomendación . o la del guerrero frente al fiel.
Comenzaremos refiriendo que es para el cristianismo la guerra justa, que no santa. La guerra justa es un concepto que desarrolló, definió y concreto perfectamente Santo Tomás de Aquino en su summa teológica. La consideración de una guerra como justa es posteriormente tomada como parte del cuerpo doctrinal católico, de hecho el Catecismo de la Iglesia afirma por un lado que el uso de la fuerza militar está moralmente justificado cuando se den simultáneamente las siguientes condiciones:
-Certeza de que el daño causado por el agresor es duradero y grave.
-Ineficacia de toda alternativa pacífica.
-Fundadas posibilidades de éxito en la acción defensiva.
-Ausencia de males aún peores, dado el poder de los medios modernos de destrucción.
Por otro lado la Iglesia considera que se requieren tres cosas para que una guerra sea justa:
1.- Autoridad del príncipe bajo cuyo mandato de hace la guerra.
2.- Se requiere causa justa.
3.- Recta intención en los contendientes.
Es muy importante señalar que para la Iglesia católica la cuestión fundamental a la hora de considerar una guerra como justa es el hecho de que esta sea defensiva. San Agustín señala: “suelen llamarse guerras justas las que vengan las injurias; por ejemplo, si ha habido lugar para castigar al pueblo o a la ciudad que descuida castigar el atropello cometido por los suyos o restituir lo que ha sido injustamente robado”.
En la misma doctrina del Maestro de la Iglesia se ponen claros límites a las acciones de aquellos que tomen parte en una guerra si esta quiere considerarse como justa, podemos leer en uno de sus escritos: “En efecto, el deseo de dañar, la crueldad de vengarse, el ánimo inaplacado e implacable y otras cosas semejantes, son, en justicia, vituperables en las guerras”.
Ninguna cuestión de lo que hasta aquí hemos señalado que para la Iglesia católica es una guerra justa tiene en nada que ver con la famosa Yihad menor (la que generalmente se conoce como Yihad, ya que existe una Yihad mayor que se refiere a un combate espiritual e interno buscando la virtud y evitando el vicio).
Es preciso señalar que existen tres tipos de Yihad menor (a partir de ahora denominaremos exclusivamente Yihad), estos tres tipos serían los siguientes:
1.- La Yihad defensiva que tendría la doble utilidad de proteger del ataque de apóstatas, infieles o bandidos que combatan la verdadera fe , para ellos claro, o traten de arrebatar territorios considerados parte del Dar-al-Islam. En este tipo de Yihad estaría también incluida la guerra para “recuperar” cualquier territorio que en algún momento formó parte del Dar-al-Islam como es el caso del Al-Andalus.
2.-La Yihad ofensiva tan sólo podría librarse contra apóstatas o bandidos , en cuyo caso es absolutamente lícito arrebatarles el territorio para que de este modo pueda ser sometido al dominio del Islam.
3.-Por último nos encontraríamos con otro tipo, la Yihad preventiva, que es prácticamente desconocida en Occidente y que es aquella que se libra para combatir un peligro que aunque no resulta evidente se juzga como próximo.
Cuando hablamos de Yihad nos estamos a una institución musulmana que tiene en el Corán su origen directo, no es un fin en si mismo si no un medio para extender el Islam a todo el mundo.
Como vemos, encontramos una primera y básica diferencia con la guerra justa, la Yihad puede ser ofensiva mientras que la segunda no.
En otro punto veremos como para que la guerra santa pueda ser considerada justa el comportamiento de los que combaten ha de alejarse de la crueldad y el deseo de dañar. Contrariamente a esta consideración la Yihad sostiene más bien todo lo contrario, y para demostrarlo señalaremos algunas aleyas, versículos del Corán:
“No es propio de un Profeta tener prisioneros hasta que haya encubierto la tierra con los cadáveres de los incrédulos. Deseáis creyentes, lo que el mundo ofrece , y Dios desea lo que ofrece la vida pues dios es sabio”. En la Sura VIII y Aleyas 7-8.
En la Sura IX Aleya 5 se puede leer: “cuando terminen los meses sagrados, matad a los asociadores (judíos y cristianos) donde los encontréis. ¿cogedlos! ¡sitiadlos! ¡Preparar toda clase de emboscadas!. Si se arrepienten, cumplen la plegaria y dan limosna, en ese caso dejad libre su senda: ¡Dios es indulgente, misericordioso”.
La Sura XLVII deja bien a las claras la actitud que promueve el Corán.
En la Aleya 57 de esta Sura puede leerse: “¡No seáis débiles! ¡No pidáis la paz mientras sois vosotros los más fuertes! Dios está con vosotros, no anulará vuestras acciones”.
En la 4 dice: “Cuando encontréis a quienes no creen, golpead sus cuellos hasta que los dejéis inermes, luego, concluid los pactos”.
Y estos textos coránicos no son más que un botón de muestra. Para los muyahidín ni las normas morales ni la misericordia en la lucha tienen valor alguno, mientras que para los templarios como fervientes católicos tenían y tienen un valor primordial al ser una norma fundamental que Cristo dio y su Iglesia transmite.
Otro punto fundamental que diferencia la Yihad de la Guerra Justa se refiere a que la participación en la primera es considerada como una obligación para todo musulmán, mientras que en el caso de la Guerra Justa no pasa de ser una recomendación.
No debemos olvidar que la Yihad constituye la obligación más importante después del cumplimiento de los cinco pilares del Islam, a saber:
-La Sahada o profesión de la fe.
-Las cinco oraciones diarias.
-El ayuno del mes del Ramadán.
-El Zaqat o limosna.
-El Hajj o peregrinación mayor a la Meca.
La Yihad es un precepto que todo musulmán ha de seguir siempre que esta sea declarada, tanto es así que en el mismo Corán se señala que bajo ciertas circunstancias esta obligación es revocada. En la Sura XLVIII, Aleya 17 die: “El ciego no tiene culpa; el cojo no tiene culpa; el enfermo no tiene culpa, si no asisten a la guerra. Quién obedece a Dios y a su Enviado será llevado a unos jardines en los que por debajo corren los ríos. A quién se repliega le atormentará un castigo doloroso”.
Al contrario que lo que acontece con los muyahidín los templarios no entraban en la Orden ni participaban en la lucha siguiendo precepto o mandato alguno.
Podemos reducir todo lo señalado a tres diferencias fundamentales entre la Guerra Justa que llevaron a cabo los templarios y la Yihad que en la actualidad desarrollan los muyahidín:
1.- La actuación bélica de los templarios se sitúa en una guerra defensiva frente a un Islam que atacaba la Cristiandad.
2.- La actuación templaria era fruto de una toma de posición libre mientras que los muyahidín la toman siguiendo unos mandatos que han de seguir so pena de recibir graves castigos espirituales en la otra vida.
3.-La persecución y la victoria sobre los “infieles” no se ve constreñida por cuestión moral o de pacto humano.
En la crítica situación por la que atraviesa Occidente todos estos puntos, ,que pueden ser vistos por algunos como meras cuestiones anecdóticas, no deben ser perdidos de vista si no queremos caer en la tela de araña que los buenistas están tejiendo y de este modo errar nuestro juicio respecto a la realidad del peligro que nos amenaza.
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