No hay que
ser ningún lince para anticipar cuales van a ser los próximos pasos en el
camino que las élites han marcado e impuesto a sus servidores para destruir las
sociedades y la civilización occidental.
Estamos ante
un camino que tiene como meta última acabar con la particularidad misma del ser
humano, atacando para ello la diferenciación complementaria y enriquecedora de
los sexos, pues sin esta diferenciación y esa complementariedad el ser humano,
que es intrínsecamente sexuado, pierde la esencia misma de su ser.
El camino
marcado por las élites es un instrumento del que estas se sirven para demoler
lo más íntimo de la realidad humana, buscando con ello destruir la célula
básica de la sociedad que es la familia y de ese modo acabar con la sociedad
humana misma. Buscan reducirla a un mero conglomerado de esclavos vacíos de
afectos y sentimientos, sometidos exclusivamente a sus tiránicos designios.
Y si al
comienzo de esta entrada señalé que para nada es complicado conocer cuales son
los pasos a los que vamos a asistir en las sociedades europeas, y en la
española muy en particular, es debido a que ahora Europa no pasa de ser una
mera caja de resonancia, un campo de pruebas de las corrientes sociales y
políticas contrarias a la realidad humana, completa y diferenciada, así como de
la plasmación legislativa que se desarrollan en los E.E.U.U.
Para tomar
consciencia de todo lo que acabamos de señalar basta con referirnos a todo el
tema de la ideología de género, el feminismo radical, los micromachismos, el
lenguaje inclusivo, los derechos reconocidos a la comunidad LGTB, etc.
Todas estas
cuestiones tuvieron su origen y aplicación en las universidades estadounidenses
del medio oeste, extendiéndose posteriormente a las canadienses.
Después de haber sido interiorizadas por la
denominada comunidad universitaria norteamericana y plasmada en planteamientos
y discursos ideológicos supuestamente intelectuales pasaron a tomar forma en la
legislación de gran parte de Estados de U.S.A. y de Canadá.
La
progresía, imbuida de esa pretendida superioridad moral que se abroga, así como
la adoración moderna de todo aquello que suene a nuevo y que rompa con la moral
tradicional hizo el resto.
Europa a
partir de 1945 se ha convertido en una colonia cultural de los Estados Unidos,
una tierra y una población que desde entonces reniega de su identidad
filosófica, política y religiosa. Una Europa que no hace otra cosa que repetir,
como si de un loro se tratase, todas y cada una de las ocurrencias surgidas de las
mentes “progresistas” de las élites oscuras que se sirven de las universidades
norteamericanas.
Así ha
ocurrido con la ideología de género, el mayor y más peligroso ataque que ha
padecido y aún padece la humanidad occidental al trastocar la esencia misma del
ser humano.
Pero Europa,
y España en particular, ha resultado mucho más afectada por semejantes patrañas
que las mismas naciones en las que se había originado el virus. Y esto ha sido
así dado que al haber abandonado Europa su identidad religiosa y haber dado la
espalda a todo aquello que suene a Cristo, nuestro continente se ha privado de
todas las defensas inmunitarias que la protegían de tan virulentos ataques.
Pues bien, Tras
todos estos dislates relacionados con la ideología de género se ha venido desarrollando desde hace un par de años en las universidades norteamericanas,
especialmente en las del medio oeste, algo que se ha plasmado no sólo en los
centros universitarios sino también en institutos de estudios medios y
superiores, algo que ha dado lugar a numerosas protestas por parte de
padres que se oponían a esta novedosa y
disparatada derivación de la ideología de género y de los “derechos” de los
trans, protestas más que lógicas que buscaban proteger la integridad física e
incluso moral de sus hijas.
Me estoy
refiriendo a un planteamiento según el cual los atletas masculinos que se identifican
como niñas transgéneros, tendrían el derecho a competir en equipos deportivos
correspondientes al sexo con el cual se identifican, es decir que niños o jóvenes podrían
formar parte de equipos de niñas o chicas y participar en competiciones
femeninas.
Este nuevo
dislate realmente ponzoñoso y ridículo se viene dando ya en algunas
universidades y escuelas aunque sin el respaldo de una legislación que obligue
a que se lleve a cabo.
Ahora quiero
referirme a que en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos todos los demócratas,
excepto uno, han patrocinado un proyecto de ley que exige que las escuelas
permitan que todos aquellos atletas masculinos que se identifiquen como niñas
transgénero puedan competir en equipos deportivos femeninos.
Esta Ley de
igualdad propuesta por los demócratas enmendaría la Ley de Derechos Civiles de
1964 con la intención de que las características de su orientación sexual e
identidad de género estén protegidas por la ley federal contra la
discriminación.
El proyecto
de ley obligaría a las escuelas públicas a extender los equipos atléticos
femeninos para que incluyesen entre sus
miembros a hombres biológicos que se identifiquen como niñas transgénero.
Como era de
esperar la izquierda que promueve y dirige la campaña de derechos humanos mostró
un elogio total hacia el incalificable proyecto de ley antes mencionado.
Del mismo
modo ha habido una fuerte oposición, a mi modo de ver más que justificada, a
tan descabellado proyecto de ley. Los que se oponían argumentaron que las niñas
transgénero tienen ventajas fisiológicas injustas sobre las cisgénero, palabro
que utilizan para evitar llamarlas niñas normales, y que como consecuencia de
ello dominarán todos los deportes competitivos de las mujeres”.
Pero desde
mi punto de vista la cuestión va más allá de la mera ventaja física que sin
duda tienen los transgénero sobre las niñas, y es que la convivencia que en
esos ambientes deportivos se produce entre ambos sexos va claramente en
detrimento del derecho de estas últimas a salvaguardar su intimidad.
Creo que
cualquier persona con una mente medianamente normal que no se encuentre
sometida a la dictadura de la ideología de género que forma parte fundamental
de la dictadura del pensamiento único de lo políticamente correcto se dará
perfecta cuenta del grado de estulticia y degeneración que tal planteamiento conlleva.
Pues con todo
lo arriba expuesto mi tesis es que todo
el movimiento trans y en especial la implantación de estos en el deporte
femenino será el próximo paso de esta
enloquecida carrera hacia el abismo que
es la ideología de género.
A todo esto, he nacido hombre pero me siento un helicóptero de ataque Apache, y nadie reconoce mi derecho a poder volar disparando misiles. Es una ironía claro.