La realidad geográfica de España ha resultado y resulta un
aspecto determinante a la hora de
comprender la presión que el Islam ejerce
sobre nuestra Nación, y es que nos encontramos en la zona de paso obligatorio cuando esta religión
expansionista trata de avanzar sobre Occidente. Las características tan
agraciadas de nuestro territorio amen del hecho de haber sido parte del
territorio del Islam durante siglos la convierte en objetivo prioritario para
el islamismo. Pero en estos momentos lo que resulta sumamente atractivo para la
población del norte de África, en su practica totalidad musulmana, es el radical contraste económico que se da entre las
dos orillas del Mediterráneo, sin perder de vista que para ellos, al emigrar a
España están haciéndolo a una parte del
Dar-Al-Arb (Tierra de la espada, que ha de ser convertida o regrese nuevamente al Islam) y contribuyen a que sea nuevamente
Dar-Al-Islam (Tierra de l Islam).
Otro problema aparece con el tema de las plazas de soberanía española de Ceuta y Melilla, puesto que la
cuestión que plantea Marruecos con respecto a la soberanía de estas dos
ciudades españolas es utilizada por la monarquía alauita para distraer los
problemas sociales y políticos que en ocasiones afloran en el vecino norteafricano,
de esta manera las protestas son desplazadas, haciendo que la atención popular
se centre en reivindicaciones de tipo territorial con una gran carga afectiva. Aunque no por el uso interesado que en
ocasiones da al tema el gobierno marroquí deja de ser esta reivindicación menos peligrosa para la
seguridad nacional española.
Lo que en primer lugar es necesario es que exista una
verdadera intención de resistencia por parte de las autoridades y el pueblo español,
ya que de este modo las autoridades marroquíes
no tendrán la tentación de llevar a cabo empresas como la famosa “marcha
verde” o ataques militares directos, pues sabrá que ante cualquiera ataque a
nuestra soberanía habrá una contestación bélica para proteger nuestra
integridad territorial, no como ocurrió en la vergonzosa retirada de la
provincia del Sahara. Para que esto sea
posible es preciso que nuestras fuerzas armadas se armen de un modo tal que la
disuasión sea eficaz y la defensa de ambas ciudades posible.
España ha de prepararse también para una lucha no
convencional ya que en caso de que se produjese un enfrentamiento bélico entre
nuestro país y Marruecos, este atraería a musulmanes radicales que iniciarían una guerra
terrorista , con lo que el territorio español podría convertirse en un nuevo
Irak, hemos de preparar a nuestros
ejércitos para un tipo de guerra no
convencional, y hemos de hacerlo desde ahora que estamos a tiempo.
La solución a este tipo de problemática sería posible
siempre y cuando la determinación arriba señalada se diese.
En cuanto a la amenaza islamista es preciso que el peligro ante el cual se
enfrenta todo Occidente, incluida España por supuesto, sea conocida y sopesada
adecuadamente por toda la población española,
puesto que de este modo las medidas que se hallan de tomar resulten
comprendidas y mejor aceptadas por la población en general. Se ha de buscar que
se tenga conciencia plena de que estamos ante una verdadera guerra. Las medidas
no se deben restringir exclusivamente a medidas policiales reactivas, que “en
caliente” pueden en muchas ocasiones resultar contraproducentes.
Uno de los campos que más cuentan a la hora de la intrusión
de la ideología islamista radical y de la
captación de miembros para la
Yihad es el que podemos denominar frente religioso. Cuando
nos referimos a este tema los puntos de intervención son múltiples: Por un lado
está la enseñanza, en este aspecto concreto ha de quedar muy claro que la
integración resultará imposible si lo
que se mantiene es una separación en las escuelas a la hora de recibir
formación sobre temas como la historia,
pero tampoco si en las clases de
gimnasia se permite que las chicas musulmanas no la hagan o
exijan hacerla con pantalones largos en lugar de con pantalones de deporte
(cortos) como la realizan el resto de sus compañeras. ¿Y que decir de las
situaciones en las que los chicos no aceptan la autoridad de las maestras por
el hecho de ser mujeres o de la exigencia de llevar el típico pañuelo, que
no es sino una muestra de sumisión a la
par de una clara diferenciación del
resto de los compañeros?
En este aspecto ha de quedar muy claro que son los
inmigrantes los que llegan a una sociedad que les acoge, y que por lo tanto han
de plegarse a cumplir con las normas propias y de esa sociedad a la que llegan..
En estos aspectos las autoridades educativas no deben ceder un ápice si lo que
quieren es favorecer la integración a la par que salvaguardar la propia
civilización y mantener el orden.
En el terreno educativo nos encontramos con que la
comunidad islámica y el Estado español firmaron en el año 1992 un acuerdo
de cooperación que contemplaba la
enseñanza religiosa en los centros escolares, firmando más tarde un acuerdo
para dotar a las escuelas públicas de profesores de religión coránica.
En los aspectos religiosos la integración de los
musulmanes resulta algo menos que imposible ya que las bases
doctrinales que presenta el Corán se sitúa en las antípodas de los
planteamientos de la visión occidental de la existencia, siendo de por si problemática, el ejemplo más claro aparece
cuando es considerada inferior a la
mujer, con lo que esto conlleva de que
no podría juzgarse de la misma forma la conducta de un alumno que el de una
alumna o que no podría un alumno musulmán aceptar la autoridad de una profesora.
En este aspecto resulta fundamental tener un especial
cuidado en controlar quienes son aquellos encargados de transmitir la religión musulmana, de modo que
no pudiese “colarse” ningún islamista
radical a dar estas clases. El ministerio debería acudir a las asociaciones de
contrastada posición moderada y no dejar que sean las asociaciones
mayoritarias, por el mero hecho de serlo, las que tengan carta blanca para
señalar los profesores. En el tema
referente a las enseñanzas debería haber un especial cuidado por parte de las
inspecciones de educación en comprobar los textos en los que los niños
musulmanes van a utilizar para estudiar. El idioma en el que se
den las clase ha de obligarse que sea un idioma que sea inteligible para
cualquier inspector que quiera conocer de que se habla o como se exponen las
distintas cuestiones. La problemática de utilizar el árabe para impartir las
clases de enseñanza coránica tiene dos
consecuencias negativas: por un lado iría en contra de la integración puesto
que sería una forma de diferenciación y por otra parte haría que lo realmente
importante y trascendente se habla en árabe mientras que lo “terrenal” se haría
en español. Esto es una identificación de bueno árabe, malo español.
Los programas
han de ser supeditados a un
estricto control ya que el Corán defiende cuestiones incompatibles incluso con
la legalidad vigente, y no digamos con la visión occidental de la vida privada
y en sociedas.
El punto referente a
los centros de oración es básico para controlar la extensión entre los
inmigrantes de mensajes radicales, así como posibles lugares de captación de
yihadistas. Existe una gran dificultad para investigar lo antes citado ya
que las mezquitas, digamos legales, son
una mínima parte del total de las existentes.
Las mezquitas y los centros musulmanes, denomínense estos
del modo que sea, resultan ser el mayor polo de atracción de la población
inmigrante marroquí.
Los inmigrantes musulmanes al llegar a España se sienten
desarraigados con lo que tienden a buscar en la religión, su mayor punto de identidad frente a la nueva sociedad
con la cual entran en contacto.
Los islamistas radicales suelen aprovechar esta
vulnerabilidad y también se convierten
la decepción de no encontrar lo que sus expectativas que traían en rencor y después en odio. De esta forma resulta muy sencillo atraer a la Yihad a inmigrantes
descontentos.
No queda la más mínima duda de que los centros de reunión,
especialmente mezquitas, debido a su ascendiente moral y al hecho de que en ellas se llevan a cabo prédicas que han de ser completamente controladas.
Uno de los más grandes problemas es el hecho de que las
mayores y a su vez más extremistas mezquitas, como la de la M-30 de Madrid están siendo
costeadas por el dinero procedente de Arabia Saudí, con un sustrato ideológico wahabi que resulta de una
interpretación rigorista del Corán fácilmente asimilable a una visión
yihadista.
En este terreno el Estado español debería tomar serias
medidas que por un lado impidiesen cualquier prédica radical, no digamos ya
yihadista, para poder llevar a cabo este control habría de obligar a que todas
estas “homilías” fuesen pronunciadas en
español o en algún idioma inteligible para que de este modo los servicios de
seguridad e inteligencia pudiesen controlar lo que se dice de modo sencillo.
Resultaría también
fundamental que la llegada del dinero saudí fuese controlado mediante
normas para que no se pusiese en peligro la seguridad nacional a la hora de
estar expandiendo el wahabismo o la
Yihad.
Otro punto nada baladí es el que se refiere a las
asociaciones caritativas musulmanas, ya hemos visto que una de las prácticas obligatorias para todo
musulmán es la zakat o limosna oficial,
esta limosna obligatoria da lugar a que en países desestructurados o poco evolucionados
sean las asociaciones radicales las que
ofrezcan a grandes masas de la población
una serie de servicios y auxilios
sociales que no puede ofrecer la misma
administración pública. Este hecho crea un
fuerte clientelismo fruto del
agradecimiento y de la cercanía emocional que se crea y que atrae al yihadismo
a no pocos musulmanes.
En lo que se refiere a los inmigrantes ocurre algo que se
parece bastante, y es que cuando un inmigrante llega a España suele encontrarse
en una situación económica bastante apurada y suelen recibir ayuda directa, ya
sea en forma de dinero , de vivienda alquilada o de sustento alimenticio.
Los grupos
radicales, sabedores de lo que esta situación les puede proporcionar, a saber, una clientela de
musulmanes agradecidos fácilmente
captables para el radicalismo y la Yihad, han constituido numerosas asociaciones
caritativas cuyo finalidad es la que hemos señalado.
La Administración española debe poner especial
cuidado en que las ayudas sociales
lleguen a los inmigrantes para de esta forma evitar que se vean obligados
a recurrir a las ayudas de estas
asociaciones radicales. Para que esto sea posible es imprescindible que la
inmigración no sea demasiado numerosa y se ha de evitar que esta ayuda se
convierta en una llamada para ilegales. La única solución es que todo inmigrante sea legal, parte de un cupo
que ofrezca el gobierno español, que todo inmigrante para ser aceptado venga con contrato en
origen, de modo que al llegar a España
estén cubiertas sus necesidades por la protección social nacional. Para aplicar
estas medidas es preciso que la Administración y las leyes no se muevan por los
impulsos falsamente humanitarios de una población desconocedora de la realidad,
la única solución es la información al pueblo y la inflexibilidad en la
aplicación de la ley.
Otra parcela,
sumamente importante, a la hora de enfrentar la amenaza del Islam la encontramos en las relaciones internacionales.
Dadas las grandes consecuencias que la cada vez más
numerosa inmigración causa a nivel socio-político en la sociedad española,
parece haberse generalizado la idea de que la solución podría venir de
favorecer las economías de aquellos países de los que proceden la mayoría de
los inmigrantes. Ciertamente esta medida podría ser positiva, pero siempre y
cuando estas ayudas se sometiesen a una serie de disposiciones puesto que en caso contrario esta intervención podría volverse en nuestra
contra y a favor de los islamistas.
La triste realidad es que
por regla general las ayudas a los países menos desarrollados raramente
llegan a las poblaciones desfavorecidas a causa de que la inmensa mayoría de
sus gobiernos, en el caso de los gobernantes islámicos la práctica
totalidad, suelen ser tiranías o regímenes
totalitarios. Las ayudas occidentales suelen terminar engrosando las
fortunas de esos sátrapas o sirviendo para mantener unos ejércitos
desproporcionados y meramente ofensivos. Pensemos en las riquezas de la
monarquía marroquí y en los costos de mantener una fuerza ocupante del Sahara
Occidental
Pero para Occidente, España en este caso, estas ayudas
causan un problema mayor que la mera pérdida de capital, y es que cuando se
envían ayudas a países africanos
musulmanes, los musulmanes radicales recurren a presentar estas ayudas como si
fuesen una forma de colonialismo de Occidente sobre el mundo Árabe o como una
forma de complicidad con esos regímenes corruptos que se apropian de la ayuda
occidental. De esta forma esa ayuda se
vuelve en nuestra contra ya que el pueblo se acercará a los radicales al
sentirse agredidos y ver en el islamismo radical la respuesta a esa imaginaria
agresión.
La solución es complicada en primer lugar puesto que hemos
de enfrentarnos con la postura de una gran parte de la opinión pública que
viene a decir que la ayuda ha de enviarse puesto que los pobres de aquellas
zonas no son culpables de lo que hagan sus gobiernos, y en segundo lugar por
que la inmensa mayoría, por no decir la
totalidad, de esa misma opinión
pública ignora el efecto contraproducente que para nuestra seguridad tiene una
ayuda indiscriminada sin condicionante alguno.
La solución para conjurar esta problemática pasa por poner
en práctica donaciones monetarias particularizadas y referidas a programas
concretos que fuesen los objetivos de estas aportaciones monetarias, de modo
que fuesen proyectos diseñados en origen para circunstancias concretas
existentes en destino y que pudiesen ser
supervisados in situ. De este modo sería imposible la desviación del
dinero donado y a la vez la sociedad
vería que la ayuda occidental, española en este caso, no lleva aparejada
intención colonialista alguna y se lograría mejorar las condiciones de vida y
las economías de aquellas zonas de donde procede mayoritariamente la
inmigración. Los radicales islamistas no contarían con pretexto alguno para enfrentar a sus pueblos
con las sociedades que donan la ayuda.
Y dentro de este mismo aspecto que se refiere a la política
internacional hemos de hacer referencia a algo que las sociedades occidentales,
debido a la consideración de la democracia como un dogma cuasi sagrado, suelen
hacer, que es exigir que los países musulmanes se democraticen,
apareciendo el hecho de que se produzcan
procesos electorales como algo básico en estas exigencias.
La presión para que se introduzcan procesos electorales se
ejerce especialmente sobre los regímenes que hemos dado en denominar como
moderados, pero ocurre que el adoptar
medidas que en un primer momento puedan
ser vistas como buenas no se hace sino acelerar que los islamistas radicales e
incluso los yihadistas lleguen al poder cuando de otra forma no lo hubiesen
hecho o hubiesen tardado mucho más tiempo en conseguir el poder.
La historia reciente nos ha enseñado hasta que punto nos
encontramos ante una escandalosa forma de hipocresía , ya que por un lado se
exige la celebración de elecciones libres y por otro se rechazan los resultados de estas cuando resultan contrarios a los fines de Occidente.
Entender como obligatoria la participación del pueblo para
la conformación de los gobiernos por medio de elecciones partitocráticas es
muestra de una estrechez de miras conjugada con una nula capacidad de análisis.
El problema al que se llega es doble, ya que si por un lado se favorece la llegada al poder
de los islamistas radicales, por otro se convence al pueblo musulmán de ser una
mera colonia de Occidente cuando su voluntad, mostrada en las urnas, es negada
por los propios gobiernos musulmanes
moderados y pisoteada por el
silencio cómplice de los gobiernos occidentales.
Toda esta exposición
puede sonar a mera hipótesis si no hubiese hechos históricos recientes,
como los que vamos a señalar, que dan verosimilitud a todo lo dicho:
En Argelia el islamismo había crecido desde los años 30
hasta los 70, logrando una implantación entre todas las capas de la población
ciertamente preocupante. Pues bien, cuando llegó una fuerte crisis económica y
social el régimen se abrió a la democracia legalizando los partidos
religiosos, esta apertura se plasmó en la Constitución de 1980,
fuertemente aplaudida desde Occidente.
Es así que aparece el F.I.S (Frente Islámico de Salvación),
fundado en Marzo de ese mismo año. En Junioi de 1990 se celebran unas
elecciones ganadas de modo aplastante por el F.I.S., desde el momento que
llegan al poder declaran la segregación de los sexos, la prohibición de la
venta de alcohol y se introduce la doctrina salafista.
En Enero de 1992 las
Fuerzas Armadas Argelinas suspenden la segunda vuelta de la elecciones y
fuerzan la dimisión del nuevo
presidente, todo esto bajo el silencio cómplice de un Occidente que no esconde
su alivio por la intervención militar. El hecho de la suspensión de la segunda
vuelta de las elecciones y la dimisión del Presidente provocó que se iniciase
una cruel guerra civil salpicada de crueles y terribles matanzas. El grupo terrorista que actuó principalmente en
Argelia entre los años 93 y 99 fue el G.I.A. (Grupo Islámico Aramado). Este
hecho, además de haber provocado el conflicto en cuestión hizo que la
credibilidad de Occidente quedara por los suelos.
Otro ejemplo, este tan actual que continúan vivos sus
efectos en estos mismos instantes, lo encontramos en Palestina, donde tras
múltiples presiones , tanto diplomáticas como económicas, se llevan a cabo
elecciones el 25 de Febrero del 2006 en los territorios de la autoridad
nacional palestina entonces gobernada por la O.L.P. (Organización para la Liberación de
Palestina). En las elecciones se enfrentaban Al Fatha (oficialistas) y los
islamistas radicales de Hamas (que apoyan el terrorismo). El resultado de los comicios fue una aplastante victoria de Hamas. Desde el
momento en que accede al poder aparecen
de nuevo las presiones occidentales, pero en este caso en dirección opuesta a las realizadas pues piden que Hamas
no se mantenga en el poder so pena de que el pueblo palestino no reciba apoyo económico ni
diplomático alguno. Con esto nuevamente se llevó a que los más radicales se reforzasen tras haber obtenido el poder
y a que Occidente empeorase su imagen
ante los ojos del pueblo musulmán.
En este aspecto hay que señalar que en los países moderados
, la implantación popular del islamismo radical e incluso yihadista esta muy
generalizada, y cada vez lo está más. De modo que la celebración de elecciones
libre tan solo servirían para aupar al poder a esos grupos radicales. La caída
de países como Egipto, Jordania o Marruecos desequilibraría todo el escenario
estratégico mediterráneo, poniendo en serio peligro la seguridad nacional de
España.
No se puede por tanto exigir ni siquiera pedir que los países islámicos moderados convoquen
elecciones libres.
Sólo teniendo una visión
amplia de la problemática que el islamismo radical y de la inmigración
procedente de los países musulmanes Occidente en general y España en particular
podrá sobrevivir, y aplicando las medidas precisas claro.