Nuevamente
el movimiento feminista radical hegemónico ha dado claras muestras de lo que es
en realidad y de lo que oculta bajo esa capa de victimismo tras el que supuestamente
busca defender a la mujer.
Y lo peor es
que gran parte de la población femenina, y de no pocos hombres, ha sucumbido a la presión del pensamiento único, siguiendo los lemas y las
directrices que marca este peligroso movimiento fanático que forma parte de una
ingeniería social globalista que persigue terminar con la familia tradicional para
de ese modo acabar con la sociedad occidental y las naciones que la conforman.
Han sido
muchas las tomas de posición y las incongruencias de sus acciones que han
puesto claramente de manifiesto hasta que punto el autodenominado feminismo para
nada busca la igualdad de oportunidades o equiparación laboral entre hombres y
mujeres.
Sus actuaciones, exigencias y silencios han delatado
que el verdadero planteamiento ideológico en el que se basan y al que sirven es
el del freudomarxismo de la escuela de Frankfurt, no buscando tanto la igualdad
legal y laboral de las mujeres con respecto a los hombres cuanto el desarrollo
de una suerte de lucha de clases aplicada a los sexos, sirviéndose para ello de
la ideología de género.
Para
propiciar esta lucha de sexos acuden al victimismo argumentando que la mujer ha
estado y continúa estando sometida al hombre merced a una organización
familiar, social, económica e incluso religiosa que se basa en ese inexistente ente
que denominan patriarcado.
Pero nos
encontramos con que las posiciones de este feminismo radical que padecemos han
pasado a formar parte del pensamiento único de lo políticamente correcto,
siendo así que sus presupuestos victimistas, la lucha de sexos y la ideología
de género, están unidos al resto de planteamientos también políticamente
correctos como la defensa de la multiculturalidad y de la inmigración ilegal,
etc. De manera que todas ellas han pasado a constituirse en cuestiones inapelables
y que conforman un bloque ideológico que por fuerza ha de ser aceptado y
respecto al cual no se admite disidencia ni crítica alguna.
De esta
manera tanto la política partidista, la legislación, los comentarios e
informaciones de la prensa e incluso las prédicas religiosas van todas en
la misma dirección, la marcada por esta ideología radical a la que nos venimos
refiriendo y a la cual se pliegan todos para evitar enfrentarse a una mayoría
social acrítica y al poder que sobre él se levanta.
Los casos a
los que ahora nos vamos a referir han tenido hace unos meses una plasmación si
no idéntica muy similar.
En un primer
momento nos encontramos con una situación con el caso de “la manada” y la
sentencia que casi un año después se dictó, ambas cuestiones movilizó a los grupos feministas, sacando
a la calle a cientos de miles de mujeres, movidas por el llamamiento de estos
grupos y por partidos o asociaciones políticas de extrema izquierda.
En aquel
momento la prensa, la radio y la televisión adoptaron una posición radical,
cayendo incluso en la tendenciosidad a la hora de hacer un espectáculo de un
suceso y desarrollar un juicio popular, desarrollando una tendenciosidad que se vio marcada por considerar
culpables a los acusados antes incluso de haber sido juzgados y cuando la única prueba
era la palabra de la denunciante.
Coincidiendo con esos hechos o desarrollándose
muy poco después se produjeron hechos similares, mucho más graves aún, en los
que los culpables fueron detenidos por la policía cuando intentaban escapar en
avión camino a sus países de origen, Argelia en este caso. Los sujetos confesaron ante la policía haber
sido ellos los que habían realizado los deleznables hechos de los que se les
acusaba.
Los hechos
fueron la violación grupal de tres chicas menores, una de las cuales tenía tan
solo catorce años, la cual fue secuestrada y retenida en un piso tres días durante
los cuales fue violada en múltiples ocasiones por los acusados, todo esto
aconteció en Elche y en Alicante.
Pero en este
caso las asociaciones feministas no levantaron la voz ni salieron a la calle
para protestar o pedir seguridad, los medios de comunicación general, excepción
hecha de los locales de la zona o algunos medios nacionales digitales
alternativos mantuvieron un silencio cobarde y cómplice.
En aquellos
momentos no hubo gigantescas manifestaciones ni concentraciones a lo largo y
ancho de toda España.
¿Qué es lo
que marcó que se diese esta diferencia? y ¿qué provocó una reacción tan distinta
de la que se produjo en el caso de “la manada”?
Creo que la
respuesta es muy sencilla puesto que todas las circunstancias eran similares,
las agredidas eran mujeres, habían sido violadas grupalmente, y habían sido víctima de lo
que las feministas llaman la “cultura de la violación” y del “patriarcado”. En
ambos se repite el hecho de que se trató de una violación grupal. Pero se
da una diferencia fundamental que es la que marca el silencio y la no actuación feminista y
mediática. Y es que en este caso los violadores, confesos, eran inmigrantes de
nacionalidad argelina y marroquí.
Lo que ocurrió es que en este segundo caso
entraban en colisión dos cuestiones que formaban parte de eso que el
pensamiento único políticamente correcto se niega a poner en duda aún en
contra de la misma realidad de los hechos. Y es que el feminismo hegemónico
radical no puede reconocer el hecho de que la inmigración ilegal magrebí y
subsahariana qie llega a nuestro territorio puede constituir un riesgo para la seguridad sexual de las mujeres
españolas, y como haciendo referencia al caso en cuestión la bondad del
multiculturalismo y la inocuidad de la inmigración ilegal subsahariana y
magrebí dejarían de ser un dogma optaron por abstenerse de todo comentario,
protesta o manifestación, ocultaron la realidad.
Del mismo modo los medios de manipulación
optaron por ese mismo silencio cómplice.
Desgraciadamente
este suceso al que acabamos de referirnos y la postura adoptada por los grupos
feministas y los medios no es algo meramente anecdótico, y no lo es desde el
momento en que desgraciadamente ha vuelto a darse estos últimos días.
Mientras que
el movimiento feminista radical y aquellas que siguen sus consignas, se han
referido y han protestado única y exclusivamente por cuestiones como la condena
que ha recibido la “secuestradora llorona” Juana Rivas o el fallo de la
Audiencia de Pamplona que permitía que continuase en libertad condicional un
miembro de “la manada”, esos mismos grupos feministas y medios nacionales
callaban ante agresiones sexuales que habían sido llevados
a cabo por inmigrantes procedentes del Magreb y del África subsahariana.
Un suceso
que han dejado de lado y han ignorado esas feministas tan preocupadas por la
mujer en el caso de “la manada” ha sido la violación el 20 de Julio de una
chica de 17 años que esa noche salió de fiesta con su prima, mayor de edad, por
San Pedro de Pinatar, por la zona de La Curva donde se encuentran varios
locales de ocio nocturno. Cuando a las cuatro de la mañana regresaba acompañada
de su prima a casa, dos marroquíes la asaltaron, manoseándola y la penetraron
de manera bestial. Pocas horas después
la Guardia Civil detenía a estos dos sucios violadores, uno un marroquí de 25
años y otro también era de la misma nacionalidad.
A esta niña
de 17 años estos inmigrantes le han destrozado la vida mientras que todos
nosotros les continuaremos pagando a estos ilegales ayudas y proporcionándoles
una asistencia sanitaria gratuita en lugar de expulsarlos del país tras pasar unos años a pan y agua en una cárcel.
Hay que
reseñar también la presencia en Alicante de un grupo de inmigrantes marroquíes
que es conocido como “la manada de Alá” que ya en varias ocasiones a violado a
menores y que gracias a los jueces siguen campando por esta ciudad.
En este
caso el silencio de las feministas, la nula presencia de mujeres en las calles
protestando y el cómplice silencio de los medios, excepción hecha de algunos
alternativos como la Tribuna de Cartagena y La Tribuna de España, es
consecuencia de la ley del silencio movido por el miedo a ser tachado de
islamófobo o racista.
Conociendo
realidades como estas y la posición cobarde y supeditada a lo políticamente
correcto de las feministas radicales, esas mismas que se llenan la boca hablando de
defender a las mujeres, no entiendo como ninguna mujer puede caer en este
engaño y seguir las indicaciones de estos engendros fanáticos que desde la
ideología de género y la guerra de los sexos buscan acabar con el fondo mismo
de la condición humana.
Pero la explicación quizá esté en que lo
políticamente correcto ha llegado a podrir el raciocinio llegando al punto de
que muchas de estas personas lleguen a aceptar inmigración ilegal aunque para
ello se tengan que silenciar los abusos y violaciones que provocan no pocos de
esos inmigrantes ilegales,
norteafricanos y subsaharianos musulmanes en concreto.
Y estos dos
casos a los que se ha hecho referencia son tan solo una pequeña muestra de lo
que ocurre y que es ocultado tanto por el feminismo, por los medios y en ocasiones hasta
por la judicatura y las fuerzas del orden.
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