domingo, 29 de julio de 2018

El silencio cómplice del feminismo radical hegemónico.

pmocp
                                                                             




Nuevamente el movimiento feminista radical hegemónico ha dado claras muestras de lo que es en realidad y de lo que oculta bajo esa capa de victimismo tras el que supuestamente busca defender a la mujer.
Y lo peor es que gran parte de la población femenina, y de no pocos hombres, ha sucumbido a la presión del pensamiento único, siguiendo los lemas y las directrices que marca este peligroso movimiento fanático que forma parte de una ingeniería social globalista que persigue terminar con la familia tradicional para de ese modo acabar con la sociedad occidental y las naciones que la conforman.

                                                                 


Han sido muchas las tomas de posición y las incongruencias de sus acciones que han puesto claramente de manifiesto hasta que punto el autodenominado feminismo para nada busca la igualdad de oportunidades o equiparación laboral entre hombres y mujeres.
 Sus actuaciones, exigencias y silencios han delatado que el verdadero planteamiento ideológico en el que se basan y al que sirven es el del freudomarxismo de la escuela de Frankfurt, no buscando tanto la igualdad legal y laboral de las mujeres con respecto a los hombres cuanto el desarrollo de una suerte de lucha de clases aplicada a los sexos, sirviéndose para ello de la ideología de género.

                                                              


Para propiciar esta lucha de sexos acuden al victimismo argumentando que la mujer ha estado y continúa estando sometida al hombre merced a una organización familiar, social, económica e incluso religiosa que se basa en ese inexistente ente que denominan patriarcado.
Pero nos encontramos con que las posiciones de este feminismo radical que padecemos han pasado a formar parte del pensamiento único de lo políticamente correcto, siendo así que sus presupuestos victimistas, la lucha de sexos y la ideología de género, están unidos al resto de planteamientos también políticamente correctos como la defensa de la multiculturalidad y de la inmigración ilegal, etc. De manera que todas ellas han pasado a constituirse en cuestiones inapelables y que conforman un bloque ideológico que por fuerza ha de ser aceptado y respecto al cual no se admite disidencia ni crítica alguna.
De esta manera tanto la política partidista, la legislación, los comentarios e informaciones de la prensa e incluso las prédicas religiosas van todas en la misma dirección, la marcada por esta ideología radical a la que nos venimos refiriendo y a la cual se pliegan todos para evitar enfrentarse a una mayoría social acrítica y al poder que sobre él se levanta.

                                                                 


Los casos a los que ahora nos vamos a referir han tenido hace unos meses una plasmación si no idéntica muy similar.
En un primer momento nos encontramos con una situación con el caso de “la manada” y la sentencia que casi un año después se dictó, ambas cuestiones movilizó a los grupos feministas, sacando a la calle a cientos de miles de mujeres, movidas por el llamamiento de estos grupos y por partidos o asociaciones políticas de extrema izquierda.

                                                              


En aquel momento la prensa, la radio y la televisión adoptaron una posición radical, cayendo incluso en la tendenciosidad a la hora de hacer un espectáculo de un suceso y desarrollar un juicio popular, desarrollando una tendenciosidad que se vio marcada por considerar culpables a los acusados antes incluso de haber sido juzgados y cuando la única prueba era la palabra de la denunciante.
 Coincidiendo con esos hechos o desarrollándose muy poco después se produjeron hechos similares, mucho más graves aún, en los que los culpables fueron detenidos por la policía cuando intentaban escapar en avión camino a sus países de origen, Argelia en este caso.  Los sujetos confesaron ante la policía haber sido ellos los que habían realizado los deleznables hechos de los que se les acusaba.


Los hechos fueron la violación grupal de tres chicas menores, una de las cuales tenía tan solo catorce años, la cual fue secuestrada y retenida en un piso tres días durante los cuales fue violada en múltiples ocasiones por los acusados, todo esto aconteció en Elche y en Alicante.

Pero en este caso las asociaciones feministas no levantaron la voz ni salieron a la calle para protestar o pedir seguridad, los medios de comunicación general, excepción hecha de los locales de la zona o algunos medios nacionales digitales alternativos mantuvieron un silencio cobarde y cómplice.
En aquellos momentos no hubo gigantescas manifestaciones ni concentraciones a lo largo y ancho de toda España.

¿Qué es lo que marcó que se diese esta diferencia? y ¿qué provocó una reacción tan distinta de la que se produjo en el caso de “la manada”?

Creo que la respuesta es muy sencilla puesto que todas las circunstancias eran similares, las agredidas eran mujeres, habían sido violadas grupalmente, y habían sido víctima de lo que las feministas llaman la “cultura de la violación” y del “patriarcado”. En ambos se repite el hecho de que se trató de una violación grupal. Pero se da una diferencia fundamental que es la que marca el silencio y la no actuación feminista y mediática. Y es que en este caso los violadores, confesos, eran inmigrantes de nacionalidad argelina y marroquí. 
                                                              


Lo que ocurrió es que en este segundo caso entraban en colisión dos cuestiones que formaban parte de eso que el pensamiento único políticamente correcto se niega a poner en duda aún en contra de la misma realidad de los hechos. Y es que el feminismo hegemónico radical no puede reconocer el hecho de que la inmigración ilegal magrebí y subsahariana qie llega a  nuestro territorio puede constituir un riesgo para la seguridad sexual de las mujeres españolas, y como haciendo referencia al caso en cuestión la bondad del multiculturalismo y la inocuidad de la inmigración ilegal subsahariana y magrebí dejarían de ser un dogma optaron por abstenerse de todo comentario, protesta o manifestación, ocultaron la realidad.
 Del mismo modo los medios de manipulación optaron por ese mismo silencio cómplice.

Desgraciadamente este suceso al que acabamos de referirnos y la postura adoptada por los grupos feministas y los medios no es algo meramente anecdótico, y no lo es desde el momento en que desgraciadamente ha vuelto a darse estos últimos días.

Mientras que el movimiento feminista radical y aquellas que siguen sus consignas, se han referido y han protestado única y exclusivamente por cuestiones como la condena que ha recibido la “secuestradora llorona” Juana Rivas o el fallo de la Audiencia de Pamplona que permitía que continuase en libertad condicional un miembro de “la manada”, esos mismos grupos feministas y medios nacionales callaban  ante  agresiones sexuales que habían sido llevados a cabo por inmigrantes procedentes del Magreb y del África subsahariana.

                                                              




Un suceso que han dejado de lado y han ignorado esas feministas tan preocupadas por la mujer en el caso de “la manada” ha sido la violación el 20 de Julio de una chica de 17 años que esa noche salió de fiesta con su prima, mayor de edad, por San Pedro de Pinatar, por la zona de La Curva donde se encuentran varios locales de ocio nocturno. Cuando a las cuatro de la mañana regresaba acompañada de su prima a casa, dos marroquíes la asaltaron, manoseándola y la penetraron de manera bestial.  Pocas horas después la Guardia Civil detenía a estos dos sucios violadores, uno un marroquí de 25 años y otro también era  de la misma nacionalidad.
A esta niña de 17 años estos inmigrantes le han destrozado la vida mientras que todos nosotros les continuaremos pagando a estos ilegales ayudas y proporcionándoles una asistencia sanitaria gratuita en lugar de expulsarlos del país tras pasar unos años a pan y agua en una cárcel.
Hay que reseñar también la presencia en Alicante de un grupo de inmigrantes marroquíes que es conocido como “la manada de Alá” que ya en varias ocasiones a violado a menores y que gracias a los jueces siguen campando por esta ciudad.

                                                                       


 En este caso el silencio de las feministas, la nula presencia de mujeres en las calles protestando y el cómplice silencio de los medios, excepción hecha de algunos alternativos como la Tribuna de Cartagena y La Tribuna de España, es consecuencia de la ley del silencio movido por el miedo a ser tachado de islamófobo o racista.

Conociendo realidades como estas y la posición cobarde y supeditada a lo políticamente correcto de las feministas radicales, esas mismas que se llenan la boca hablando de defender a las mujeres, no entiendo como ninguna mujer puede caer en este engaño y seguir las indicaciones de estos engendros fanáticos que desde la ideología de género y la guerra de los sexos buscan acabar con el fondo mismo de la condición humana.
 Pero la explicación quizá esté en que lo políticamente correcto ha llegado a podrir el raciocinio llegando al punto de que muchas de estas personas lleguen a aceptar inmigración ilegal aunque para ello se tengan que silenciar los abusos y violaciones que provocan no pocos de esos  inmigrantes ilegales, norteafricanos y subsaharianos musulmanes en concreto.

Y estos dos casos a los que se ha hecho referencia son tan solo una pequeña muestra de lo que ocurre y que es ocultado tanto por el feminismo, por los medios y en ocasiones hasta por la judicatura y las fuerzas del orden.

                                                                      


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