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Lejos
de cualquier elucubración conspiranoica voy a referir en esta entrada lo que se
está produciendo, que no es otra cosa que la instauración de un Nuevo Orden
Mundial que se está desarrollando ante nuestros ojos, y que precisamente
por desplegarse a través de sucesos
cotidianos y repetidos puede estar pasando desapercibido para una mayoría de la población, siendo de este modo aceptado por la ciudadanía sin rechistar ni mostrar oposición alguna a los verdaderos causantes del desaguisado económico-social que padecemos.
Para
tomar conciencia de esto a lo que me estoy refiriendo tan solo se precisa abrir los ojos y ver
cuales son las profundas consecuencias
que las indicaciones de los denominados “mercados” tienen en aquellos que nos
gobiernan.
En
la actualidad es cada vez más incuestionable
que las medidas, y no sólo las que hacen referencia a cuestiones económicas,
que adoptan los gobiernos de países supuestamente soberanos no son resultado de decisiones autónomas sino
que le son impuestas por entidades
internacionales que a su vez
están sometidas a poderes financieros
tiránicos que velan excluidamente por sus intereses económicos.
Todos
estos poderes esconden su existencia tras el epíteto de “mercados”, de modo que
la población acepta como inapelable cualquier decisión impuesta por unos poderes financieros que no
cuentan para nada con la población y simplemente toman decisiones que
persiguen un mayor beneficio, una mayor
influencia y a través de ello alcanzar un poder
absoluto.
Al
utilizar la expresión Nuevo Orden Mundial, pretendo poner de manifiesto que la
organización mundial hasta ahora
existente, basada en la existencia de
naciones-estado con soberanía propia, está siendo sustituida por un
Orden distinto en el cual tales unidades han desaparecido en tanto que realidades soberanas de modo que esa
soberanía y el poder lo detenten los
poderes financieros internacionales.
Y
tal poder será aplicado por unidades políticas sometidas a ese poder, las
decisiones irán desde cuestiones económicas
hasta las sociales, pasando por las políticas y penales.
Y desde luego esta novedosa organización no puede verse de un modo alejado de la realidad cotidiana y de la vida de los ciudadanos.
Con anterioridad, los estados-nación buscaban con mayor o menor acierto el desarrollo económico de las sociedades y el bienestar de sus ciudadanos, los regímenes en ellos instaurados, independientemente de la representatividad del pueblo en ellos, tenían la capacidad de desarrollar un estado del bienestar lo más avanzado posible al tener la suficiente soberanía para actuar en lo económico de modo independiente y no sólo pendiente del beneficio de otros, distintos al pueblo, y en lo social ocurría un tanto de lo mismo.
En cambio ahora los poderes financieros y las organizaciones a su servicio son los que marcan los fines económicos a alcanzar, que no son otros que los de su beneficio, así como los recortes sociales o la estructuración laboral que ha de ser desarrollada.
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