martes, 13 de diciembre de 2011

Las cuentas del Gran Capitán.

A finales de 1505  Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, fue requerido por  el rey Fernando el Católico para que diese cuenta de sus gastos durante la campaña que había llevado a cabo en Nápoles. 
                                                                              
Ciertamente el Gran Capitán trasladó al monarca un “detallado”  inventario  en el que refería en que se había  invetido  ese dinero desglosando tales gastos.
Ahora bien, la realidad es que la relación presentada no pasaba de ser  una forma de ridiculizar la orden regia. De  hecho incluía en ese catálogo de gastos: picos, azadas, el heroísmo de sus soldados así como las victorias que había logrado.
Desde aquel momento, referirse a las cuentas del Gran Capitán  es mofarse  de  quién pide cuentas  pormenorizadas de un gasto al que supuestamente tiene derecho.

Muchos se preguntarán, ¿a cuento de qué viene recordar  este episodio histórico que para más inri  es de  todos conocido?.

La respuesta es muy sencilla, se dan una serie de similitudes entre lo que  aconteció  entre el Gran Capitán y el Monarca y lo que ahora acontece entre  el actual Monarca y  el pueblo español, y digo pueblo español que no  sus vasallos.
                                                                                
El pueblo español ha pedido por activa y por pasiva durante muchos años que el Monarca de cuenta pormenorizada de cómo  se gasta la descomunal cantidad de dinero ( 8,4 millones de euros anuales ni más ni menos) que el parlamento  deriva de los presupuestos generales del Estado  al rey para que este disponga de ella sin que deba dar cuenta alguna  de su utilización.
                                                                                     
Ahora no es nadie en concreto quién le solicita cuentas sobre los gastos referidos, pero debido a la problemática surgida a causa del comportamiento, no especialmente ejemplar,   de un miembro  de la familia del rey y a causa del desprestigio cada vez mayor de la monarquía, el monarca ha optado por hacer pública y  de manera pormenorizada cuales son los gastos  que el rey realiza con la  ingente cantidad de dinero de que el parlamento le otorga  anualmente.

Pero ¿Llegarán hasta aquí todas las similitudes entre el caso de las cuentas del Gran Capitán o se  extenderán a aspectos tales como que las desglosadas cuentas incluyan  cuestiones extravagantes, por no utilizar otro adjetivo que todos tenemos en mente?
A esto hay que añadir  que el significado que se otorga a la expresión de las cuentas del Gran Capitán lleva aparejado  que el individuo al que se solicitan  explicaciones  considera que tiene derecho a usar de  esos fondos y que no debe dar cuenta alguna de su utilización. ¿ocurre lo mismo ahora y por ello la desglosada enumeración de gastos podrá ser tenida por totalmente cierta?.


                                                                                     
Pero no hemos de perder de vista que  las medidas que la Casa del Rey está tomando, como son estás de aportar las antes citadas cuentas o la de apartar momentáneamente de los actos oficiales al duque de Palma, no son si no meros "cortafuegos" con los que se pretende  evitar que el problema surgido con las actividades "no ejemplares" del citado duque alcancen a la familia real y debiliten aún más el prestigio de la monarquía.
Considérese como la prensa y  los políticos cortesanos, es decir todos ellos, no plantean públicamente cuestiones tan lógicas como las siguientes:
-Que el monarca debía conocer las actividades de Urdangarín, pues dispone de medios de investigación como son el control de la Casa real e incluso cuenta con la información   del CNI .
-Que la Infanta era partícipe, de un modo u otro, de las actividades de su marido, en un principio los medios de comunicación señalaron que formaba parte de la directiva de la empresa Noos. Y en todo caso  es muy extraño que no sospechase  de las adquisiciones inmobiliarias tan  suntuosas y del  altísimo tren de vida que llevaban.


                                                                             
                                                Palacete y piso propiedad de los duques de Palma. hasta que se fueron a residir a Washington.


                                                                            


                                                                                           


                       

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