Ayer se
produjo un acontecimiento, por supuesto no me estoy refiriendo al encuentro
futbolístico entre España y Marruecos, que debería abrir los ojos a todos los
españoles, pero muy especialmente a las autoridades buenistas y cobardes que
nos gobiernan y que tienen la obligación de defender a España y a los españoles.
Estoy
haciendo referencia a los incidentes y agresiones que se produjeron en toda
España a manos de jóvenes inmigrantes, en gran parte ilegales, de procedencia o
ascendencia marroquí.
Esto puso de manifiesto algo que ya debería estar claro para todos, algo que no es otra cosa que la presencia entre nosotros de una quinta columna, un caballo de Troya, que está preparado para actuar contra España y los intereses e infraestructuras nacionales en cuanto así lo decidan las autoridades de nuestro enemigo del sur.
Para poner en pie de
guerra a esta masa de jóvenes tan resentidos que tanto nos odian no es preciso la
realización de modo explicito de una orden, es suficiente con la puesta
en marcha de cualquier acontecimiento que provoque la reacción defensiva de
España y que se venda como agresión contra Marruecos.
Uno de los aspectos que más atrae a los inmigrantes marroquíes jóvenes es la actitud buenista que les aporta ayudas y tolera sus actividades delictivas.
Es por ello
resulta fundamental tanto frenar tales ayudas como reforzar y dar a las autoridades
encargadas de defender nuestras fronteras los medios legales y físicos precios
para cumplir con su deber e impermeabilizarlas.
Mientras que
autoridades y ciudadanos no seamos plenamente conscientes de que esos jóvenes
que viven y entran en nuestro territorio son un peligro para la seguridad de nuestra
nación y de la población nada se podrá hacer. La seguridad de la población, de
sus propiedades y la integridad del territorio han de convertirse en algo
prioritario que en ninguna circunstancia pueden ser algo sometidos a este buenismo
suicida que parece instalado en una gran parte de la sociedad.
Aprendamos
en cabeza ajena y consideremos como los experimentos políticos de países nórdicos
y centroeuropeos han demostrado de manera clara y en no pocas ocasiones brutales
que el multiculturalismo ha fracasado y que los inmigrantes, sobre todo los
procedentes de países del Magreb, no se integran ni siquiera en la segunda o
tercera generación de estos. Es por todo ello que la nacionalidad no se puede
conceder a ningún inmigrante ilegal o a uno legal que no sea de al menos
tercera generación.
La expulsión
inmediata, en caliente también, de todo inmigrante que penetre o se encuentre
en territorio nacional ha de ser inmediata.
LA SEGURIDAD
NACIONAL Y LA DE LOS ESPAÑOLES NO PUEDE PONERSE EN RIESGO POR UN BUENISMO QUE NO PASA DE SER UN ENTREGUISMO VESTIDO DE HUMANITARISMO.
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