Ahora que se ha abierto nuevamente en nuestra nación el debate sobre la legalización de la eutanasia creo que resulta fundamental para afrontar dicho debate hacer mención a una noticia que parece haber sido censurada o como mínimo voluntariamente ocultada.
Esta noticia a mi parecer resulta sumamente
esclarecedora y abriría los ojos a muchos de esos que tan alegremente defienden
la eutanasia hablando de un supuesto derecho a una muerte digna.
Antes que
nada y para ser sincero he de señalar que mi postura no es para nada imparcial,
puesto que mantengo una posición abiertamente contraria a la legalización de la
eutanasia, oponiéndome a ella tanto por motivos morales, médicos y por otros que
podrían ser calificados de psicológicos.
Pero esta abierta
oposición a la legalización de la asistencia al suicidio o del asesinato que se
lleva a cabo para evitar un sufrimiento continuado consecuencia de una
enfermedad crónica sin posible curación no me impide tomar en consideración el
sufrimiento y verme profundamente afectado por algunas de esas situaciones.
Llegando a considerar que estamos ante un tema muy particular sumamente íntimo.
Pero todo la
angustia arriba señalada creo que no ha de nublar la moral por un lado, las
reacciones psicológico-afectivas por otro y
la capacidad de tomar en consideración las soluciones que en la
actualidad la ciencia médica nos aporta.
En este
sentido no se puede olvidar la grave inmoralidad de acabar con la vida de un
inocente, el hecho de que cuando una persona padece el grave sufrimiento puede
verse superado por la situación y pedir la muerte para sobreponerse a ese
momento aunque después pueda abrazar la vida si cambian las circunstancias o su
concepción de los hechos varía y por último están los cuidados paliativos y las
unidades del dolor que pueden hacer de esos terribles momentos algo menos desesperante
y libre de dolor.
El
acompañamiento espiritual en esos momentos tampoco es algo que pueda ser
despreciado, ya que el encontrar paz en ese momento doloroso de la existencia y encontrar un sentido que sublime lo
que le ocurre le puede dar a todo un sentido que le permite afrontar el sufrimiento bajo una luz diferente.
Y ahora
vamos a reseñar la noticia a la que hemos venido refiriéndonos desde el
comienzo de este escrito y que a mi entender tanta importancia tiene.
Nos
referimos a un fenómeno que se viene desarrollando en Holanda tras la
legalización en ese país de la eutanasia, y es que tras haber sido legalizada
son miles los enfermos y ancianos que se han dirigido a otros países de la
Unión Europea, especialmente Alemania. han cruzado la frontera rumbo a Alemania.
En los últimos cuatro meses la cifra de estos ancianos y enfermos que se han
dirigido a Alemania sobrepasa los 30.000.
El éxodo de
ancianos y enfermos se inició en el segundo semestre del 2002, aunque en los
últimos meses se ha intensificado de manera
El gobierno
holandés ha hecho oídos sordos a las numerosas quejas de los grupos que han
denunciado este éxodo de ancianos que huyen de los servicios de salud
holandeses.
Lo cierto es
que los ancianos desconfían de sus médicos, del servicio de salud holandés e
incluso de sus familiares dadas las facilidades que la ley de eutanasia da a
los profesionales de la medicina y al servicio sanitario para poner fin a sus
vidas y de ese modo acabar con las enfermedades que no han sabido combatir
además de dejar libres las camas y servicios que ocupan.
Del mismo modo desconfían de unos familiares
que movidos por el egoísmo pueden, gracias a la legislación de eutanasia, acudir
al argumento de que los ancianos y/o enfermos están sometidos a unas
circunstancias de dolor y sufrimiento tales que lo mejor es evitarles tal
estado, y de paso esos familiares librarse de toda responsabilidad de y lograr
mayor comodidad y tiempo libre.
Para poner
todo esto en contexto hay que señalar que en Holanda fallecen anualmente por
“muerte legalmente provocada” 4.000 personas. La ley que lo permite está en
vigor desde el 2.002, aunque esta práctica se venía llevando a cabo sin
persecución judicial en los servicios sanitarios holandeses desde principios de
los 90, de hecho la ley de la eutanasia lo único que hizo fue regularizar una
práctica que para los enfermos es a buen seguro la peor pesadilla.
Un estudio reciente de la universidad alemana de Göttingen
disparó todas las alarmas sobre la situación antes referida al realizar un
análisis de 7.000 casos de eutanasia llevados a cabo en Holanda, el estudio
encontró que familiares y médicos parecían disponer de la vida de sus ancianos
y enfermos.
Los investigadores pusieron de manifiesto que el 41% las
muertes estudiadas habían sido “legitimadas”
por el deseo de los familiares de acabar con el sufrimiento del paciente,
estando en un 11% de este 41% el
paciente consciente y en situación de tomar decisiones, aunque nunca se le
pregunto sobre si quería o no morir.
Los intereses (egoístas) de los familiares pueden de hecho
marcar la vida o la muerte del anciano o enfermo.
El estudio al que estamos haciendo referencia llegó a la
conclusión de que el 60% de las muertes provocadas por eutanasia en Holanda se
llevaron a cabo teniendo como razón la ausencia de expectativa de recuperación del enfermo.
Pero los datos más sangrantes de la investigación proviene de
la parte de la investigación que afirma que uno de cada tres casos de “muerte
asistida” había sido provocada recurriendo a “la incapacidad de los familiares
para continuar con la situación del enfermo hasta el final”.
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