No son pocos
los episodios históricos ocultados o tergiversados con la finalidad de denostar
la actividad de nuestra raza que de
hecho ponen de manifiesto la existencia en Occidente de un racismo antiblanco,
racismo que ha provocado en los occidentales una suerte de sentimiento de culpa
que lleva a que una gran parte de nuestro pueblo no solo no
se pueda sentir orgulloso de su historia
y desarrollar un sentimiento de identidad, además provoca que una mayoría de
ellos se lleguen a avergonzar de su ser como miembros de una raza y una
civilización.
En la
presente entrada nos referiremos a un episodio histórico cuyo conocimiento
general llevaría a romper en parte esa culpabilización autoimpuesta que nos
lleva a vernos como victimarios criminales de la humanidad.
En esta
entrada nos vamos a referir a un episodio histórico ocultado que acabaría de un
plumazo con esa visión negativa que algunos tienen sobre ellos mismos.
Se trata de
un terrible momento de la historia que precisamente por el hecho de estar protagonizado
por víctimas blancas ha sido absolutamente obviado en las enseñanzas que
reciben los niños y jóvenes en colegios e institutos, que no ha sido llevado al
cine ni ha sido base argumental de series televisivas o de novelas, de hecho no
forma parte del imaginario colectivo.
Este episodio histórico al que nos vamos a referir
es nada más y nada menos que el de la
esclavitud, pero no hace referencia a la primera esclavitud que nos viene a la
cabeza al escuchar esa palabra, lo primero que nos acude a la cabeza es la de
los negros que fueron llevados por importantes mercaderes blancos, judíos por cierto,
desde África hasta América para posteriormente ser vendidos como esclavos.
El caso que
nos ocupa y que de modo resumido vamos a señalar es el de los cientos de miles
de irlandeses que fueron trasladados como esclavos por los ingleses desde su
tierra a América.
El comercio
de esclavos irlandeses fue de tal calibre que a mediados del siglo XVII eran
los más vendidos en Monserrat y la Antigua.
Una
proclamación de 1625 del rey James I exigía que todos los presos políticos
irlandeses, se referían a los defensores de la religión católica y sus
derechos, fuesen vendidos como esclavos a colonos ingleses en la Indias
Occidentales, es así que este inhumano comercio de esclavos irlandeses se
inició cuando 30.000 prisioneros irlandeses fueron vendidos como esclavos en el
Nuevo Mundo.
Lo cierto es
que la mayoría de los esclavos vendidos en el Nuevo Mundo en realidad eran
blancos.
Entre 1641 y
1652 más de medio millón de irlandeses fueron asesinados por los ingleses y
otros 300.000 más fueron vendidos como esclavos en América a hijos de la Gran
Bretaña. En su inmensa mayoría eran católicos, ya que los ingleses como
luteranos y/o anglicanos los veían como un cáncer en su reino.
De hecho,
Irlanda se convirtió rápidamente en la mayor fuente de esclavos para Inglaterra
y sus territorios del Nuevo Mundo.
La trata de
esclavos procedentes de África había comenzado poco tiempo antes y, según indican
los datos referidos a las transacciones llevadas a cabo con esclavos de ambos orígenes,
el precio de los esclavos procedentes de África, siempre y cuando no estuviesen
“infectados” con la catequesis del catolicismo, resultaban más caros.
De hecho, azotar o matar a un esclavo irlandés
nunca era considerado un crimen, simplemente era visto como un revés económico,
pero mucho menor que si esto ocurría al matar a un africano que había costado
más. Como se puede deducir las condiciones de vida y el régimen disciplinario
de los esclavos irlandeses eran bastante peores de los que padecían los esclavos
africanos.
Con el
tiempo los colonos ingleses que habían comprado esclavos irlandeses pusieron en
marcha un plan mediante el cual comenzaron a favorecer el “cruce” entre esclavas
irlandesas, muchas de ellas de tan solo 12 años, y esclavos africanos con la
intención de conseguir esclavos mulatos, no hay que olvidar que los hijos de un
esclavo eran considerados también esclavos, que tenían un precio más alto que
el “ganado “irlandés, Con la puesta en marcha de esta estrategia se buscaba la posterior
venta de esos esclavos mulatos, los dueños conseguirían una ganancia que les
permitiría comprar nuevos esclavos africanos. La práctica señalada se prolongó
desde mediados del siglo XVII hasta el año 1681, año en el cual se promulgó una
ley que “prohibía la práctica de aparear esclavas irlandesas con esclavos africanos
con el fin de producir esclavos para la venta”. Inglaterra continuó con este
cruel y miserable tráfico durante un siglo, y sólo se detuvo cuando interfirió
con los beneficios de la empresa de transporte de esclavos. Africanos, con lo
que hemos de deducir que gran parte de los encargados del transporte y venta de
los esclavos irlandeses también eran judíos, tan enemigos del catolicismo como
los mismos ingleses y que por tanto podían comerciar con libertad con los colonos
recién separados de la metrópoli.
Tras la
rebelión irlandesa de 1798 fueron vendidos a América y Australia miles de
esclavos irlandeses.
Si algo se
puede afirmar, por mucho que nos lo pretendan ocultar, es que en el siglo XVII
cientos de miles de irlandeses blancos padecieron los horrores de la esclavitud,
tanto o seguramente más, que los africanos negros esclavizados y enviados a
Estados Unidos y al caribe para su venta.
Pero claro,
este es un episodio histórico que hay que pasar por alto hay que presentar al
blanco exclusivamente como cruel victimario, nunca como víctima.
En otra
ocasión haremos referencia a la esclavitud que el Imperio Otomano desarrolló
tras secuestrar a cientos de miles de hombres, mujeres y niños tanto de la zona
de Bizancio y el oeste de Europa como de toda la costa mediterránea Europea.
La historia
que conocemos y nos han enseñado está completamente sesgada mediante mentiras,
ocultaciones y medias verdades. Todo ello en pro de marcar en los occidentales
blancos ese complejo de culpa que nos paraliza.
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