En la
actualidad todo aquel comentario, conducta o información que promueva una diferenciación
que haga referencia a personas pertenecientes a un grupo racial determinado, o
a un colectivo nacional relacionado con esa pertenencia racial, es adjetivado de
racista en el sentido negativo que se le pretende asignar.
Desde mi
punto de vista los que sí tendría que recibir esa denominación son todos esos
comportamientos que llevan a cabo las autoridades y los medios de comunicación cuando
a la hora de dar a conocer una información respecto a un hecho o conducta
delictiva ocultan a la opinión pública la identidad racial de los agresores en
función de cuál sea esta, o cuando conceden mayor o menor gravedad al hecho
según sea el origen racial de los implicados en ese suceso delictivo o criminal.
Del mismo
modo debería recibir la calificación de racista conceder mayor o menor
repercusión mediática o silenciar un hecho dependiendo del tipo racial del agresor
o la víctima
Tratando de
justificar esta manera de cercenar y manipular la información que llevan a cabo
tanto las autoridades como los medios sometidos al pensamiento políticamente
correcto, recurren siempre al mismo argumento, repiten que se actúa así con la
intención de evitar que esos datos que se manipulan o directamente se silencian
puedan dar lugar a que se desarrolle en la comunidad social una alarma que derive
en actitudes o acciones racistas en contra de ciertas minorías raciales.
En un primer
momento muchos considerarán esta explicación como válida e incluso como una encomiable
muestra de antirracismo, pero si observamos y analizamos con detenimiento los
hechos a los que nos estamos refiriendo podremos ver como lo que realmente se
esconde tras esa paternalista acción mediática es una suerte de racismo a la
inversa, un racismo anti-blanco que desarrolla una suerte de endofobía, un
etnocentrismo a la inversa.
Cuando la
identidad racial o nacional de aquel que comete un hecho delictivo o un crimen
es omitida por pertenecer el causante a un grupo racial distinto al blanco con
nacionalidad española u occidental, o cuando por la misma razón la gravedad del
hecho es minusvalorada estamos ante un hecho de injusticia, y lo es puesto que
ese mismo hecho es perfectamente publicitado por los medios y la pena agravada
por la justicia caso de que el delincuente o agresor playo blanco y/o nacional
y la víctima no.
Todo lo que
hasta ahora se ha expuesto en la presente entrada pudiera ser considerado por
muchos como una mera elucubración sustentada en la ideología, pero
desgraciadamente no es así ya que tiene una base real y objetiva que los hechos
a los que asistimos casi diariamente confirman.
Para aquel
que no esté cegado por la ideología o plenamente sometido al pensamiento
políticamente correcto bastará con señalar algunos casos que desgraciadamente
se repiten hasta la saciedad.
Para
empezar, por su proximidad temporal, nos referiremos al terrible y espeluznante
suceso ocurrido en una cueva de Almería en la que fallecieron calcinados entre
las llamas tres chicos, dos chicas de trece y catorce. y el novio de uno de
ellas de veinte años. Tras una discusión al prohibirle el chico la entrada a la
pequeña cueva a cinco chicos marroquíes estos bloquearon la entrada a la misma
con un sillón y la sellaron para que no pudiesen salir de ella, para a
continuación prender fuego al sillón y al parapeto, muriendo entre las llamas
los pobres chicos.
Del terrible
suceso se hicieron eco la totalidad de los medios de comunicación nacionales
dándole la importancia que tenía, pero voluntariamente omitieron que los cinco
adolescentes que quemaron a las niñas y al chico españoles tenían nacionalidad
marroquí, No me puedo imaginar la campaña mediática que habríamos padecido caso
de que los asesinados entra las llamas hubiesen sido marroquíes y los
criminales españoles, y no me lo puedo imaginar ya que cuando un español pego
una patada en la cabeza a una joven inmigrante sudamericana en el metro de
Madrid, acción cobarde y absolutamente condenable, estuvimos casi una semana
desayunando, comiendo y cenando con imágenes de la agresión, a la par que los
comentarios en las tertulias de los medios sobre el hecho y contra el racismo
eran continuos, etc. De igual forma resulta claramente esclarecedor, para aquel
que quiera verlo, como cuando la policía usa la violencia para detener a
ilegales que se niegan a identificarse se forma un escándalo a nivel
periodístico, judicial o callejero, pero cuando esa misma policía o viandantes
son agredidos por manteros subsaharianos la respuesta mediática es un silencio
cómplice.
Otro caso se
dio en Palma hace un par de meses cuando un grupo de tres o cuatro adolescentes
dieron una paliza en el patio del colegio a una niña de ocho años causándole daños
de carácter grave.
Nuevamente
todos los medios de comunicación a nivel nacional se hicieron eco de la
agresión, pero omitiendo cualquier referencia al origen pakistaní de los
agresores. Pero estos no son más que un par de casos que han salido a la luz
pública, aunque se omitiese el origen nacional o racial de los agresores o
criminales, esta realidad está mucho más generalizada de lo que pueda parecer.
siendo el silencio mediático aún mayor.
El manto de
silencio que se extiende va desde no hacer mención a zonas de Madrid donde
imponen su ley las bandas latinas a como la zona centro de la ciudad condal es dominada
por las mafias de la venta ilegal que llevan a cabo los manteros subsaharianos y
que está llevando a la ruina a no pocos comerciantes que legalmente hacen
frente al pago del alquiler de sus locales y religiosamente abonan sus
impuestos al consistorio.
Pero si algo
es realmente sangrante es el silencio que las autoridades y los medios guardan
sobre las innumerables agresiones, robos e incluso violaciones cuando los
criminales no son blancos o tienen una nacionalidad distinta a la española, en
esos casos la nacionalidad o el origen racial de los agresores es siempre
ocultado, por el contrario si son españoles se cita hasta la provincia de la
que procedían y se dedican horas y horas de televisión como ocurrió con la
supuesta violación de San Fermín.
En este
mundo que se vende como democrático y favorable a la igualdad, la realidad es
que la injusticia campa a sus anchas para supuestamente luchar contra el racismo,
pero la realidad es que está promoviendo el racismo antiblanco saltándose para
ello todo atisbo de justicia para supuestamente defender la tan cacareada igualdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario