El conflicto bélico que asola Siria está poniendo claramente
de manifiesto, para todo aquél que no se niegue a ver la realidad y no tenga el sentido crítico anulado por la
visión manipulada de lo políticamente correcto, que la realidad de las cosas se
aparta muy mucho de eso que nos llega a través de los medios de comunicación,
especialmente cuando lo que nos llega son imágenes impactantes que aparecen de
manera coincidente en un mismo momento temporal y son repetidas de modo sincrónico en todos los
medios de comunicación internacional.
Cualquier mente con un mínimo de sentido crítico ha de
preguntarse el porqué de que unas imágenes aparezcan en un momento puntual mientras
que otras mucho más graves o importantes no lo hagan o cual es la razón por la
cual en algunas fotografías se oculte o pixele la cara de un menor, y en cambio
en otras se haga lo contrario, se enfatice el rostro de este.
No es preciso realizar un esfuerzo excesivo para deducir
que tras la presentación sincronizadas de algunas imágenes y la generalización
de ellas en los medios de comunicación internacionales se producen eventos que
están relacionados con ellas en el sentido de que no son otra cosa que parte
fundamental de campañas dirigidas a preparar o empujar a la opinión pública
para de esta manera lograr ciertos objetivos.
Como ejemplo podemos citar la campaña mediática que se
realizó en torno a la fotografía del niño sirio, Aylán, que apareció ahogado en
las playas turcas. En aquel caso se trató de una manera de alimentar la
sensiblería y mover el buenismo de los occidentales en general y europeos en
particular, ante la inminente invasión de “refugiados sirios” que
en su mayor parte ni eran refugiados ni eran sirios.
O podemos referirnos
también a la imagen del niño “recién” rescatado que era introducido en una
ambulancia, habiendo sido salvado por los cascos blancos tras un bombardeo de
la aviación, supuestamente siria y rusa.
Curiosamente en esos momentos y
gracias fundamentalmente a la colaboración rusa las fuerzas de los terroristas
de Daesh y de la oposición “moderada”, léase Al-Nusra, estaban siendo
derrotadas y en todo el frente se retiraban. Tras haber tocado el corazón de la
opinión pública internacional con la fotografía se buscó que las aviaciones
rusas, siria y la iraquí no entrase en combate sobre Alepo, a la par de ello
Estados Unidos propuso que se abriese un corredor por donde pudiesen escapar
los terroristas y de este modo evitar el sufrimiento de la población civil.
Para movilizar los sentimientos buenistas y manipular las
emociones, poniéndolos al servicio de la guerra psicológica a la guerra
psicológica, se creó esa supuesta organización humanitaria sin ánimo de lucro denominada
cascos blancos (también conocida como Defensa Civil Siria) y es ese grupo al
que se va a referir la presente e entrada. A pesar del nombre su origen no es
sirio ni sus fundadores tienen nacionalidad siria, y a pesar de que afirmen
servir al pueblo sirio no es para nada así.
El fundador de esta asociación fue un consultor de política
exterior británica, ex oficial del ejército británico, James le Mesurier
Lo primero que ha llamado la atención y disparado las
alarmas de gran parte de los periodistas y cooperantes que actúan sobre el
terreno en las zonas de Siria azotadas por la guerra ha sido la presencia de
videos y fotografías de rescates e intervenciones que se comprobaron
manipulados o directamente inexistentes. Por ejemplo, Abbas Yomeh publicó tres
imágenes de una misma pequeña que supuestamente habría sido rescatada por
miembros de los cascos blancos en tres lugares diferentes.
La periodista Vanesa Beeley señaló que resulta sumamente
extraño que los cascos blancos actúen constantemente en las regiones
controladas por el ISIS o por el frente Al-Nusra (también conocido como Fatah
Al Sham) y sus grupos afiliados. Beeley así mismo afirma que los cascos blancos
no sólo ofrecen sus servicios médicos a los terroristas si no que han sido
filmados participando en la ejecución de un civil en Alepo.
Los cascos blancos no son una organización independiente en
tanto que trabajan y sirven a los intereses de los países occidentales de los
que reciben apoyo económico, de hecho, su actividad se centra casi exclusivamente
en una zona “no-fly” de Siria, con lo que sólo estarían beneficiando a los que
buscan, al igual que las potencias occidentales que les sufragan, derrocar el
gobierno legítimo de Bashar Al-Assad.
La realidad es que los cascos blancos no son otra cosa que
una herramienta propagandística de Estados Unidos, del Reino Unido y de otros
países de la OTAN para justificar una acción militar contra el gobierno sirio.
En los momentos actuales cumplen la misión de deslegitimar la acción de las
fuerzas aereas rusas y sirias, de modo que se frene la derrota total en la que
Daesh y Fatja Al Sham se ven avocadas.
Esta derrota podría
resultar un serio peligro para las administraciones de los Estados Unidos y de
países de la OTAN si los terroristas al verse contra la pared dan a conocer
documentos que pongan de manifiesto la implicación norteamericana, de la OTAN,
saudí y qatarí en la creación y mantenimiento de ISIS (Daesh en árabe) y de Al-Nusra (Bashar
Al-Sham), de ahí la importancia fundamental de frenar la intervención de la
aviación rusa y siria, Pues resulta imprescindible en la conquista de los
últimos reductos de las fuerzas terroristas.
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