Estamos en
enero y pronto llegará la primavera con su buen clima, las olas del
Mediterráneo serán más pequeñas y el agua no estará tan fría. Con esto, que
puede sonar a algo intrascendente y sin sentido, quiero poner de manifiesto
que en sólo unas semanas la marabunta de
refugiados-inmigrantes se va a multiplicar hasta un punto tal que ni siquiera
podemos imaginar.
Nuestro
continente va a convertirse en una olla a presión en la que una “cultura”, por
llamarla de algún modo, derivada del Corán se quiera o no entrará en conflicto
violento con nuestra civilización. Y es que no es una cultura-religión distinta
a la nuestra sino que es absolutamente opuesta y antitética. Con estos
planteamientos la tan cacareada integración es absolutamente imposible, lo más
que se puede lograr es una superposición de culturas, la aparición de guetos y
territorios aislados en los que se
buscará que rija no la ley del país receptor sino la de los recién llegados. Se
producirá un agravamiento de los problemas de orden público y convivencia
puesto que la población foránea será mayor y pasarán a “exigir”, por las buenas o
por las malas, el “respeto”, o sea la imposición, de sus tradiciones.
No podemos pasar por alto que son varios los
millones, si contamos tanto a los sirios, afganos, somalíes y subsaharianos, de
personas los que están esperando para cruzar el Mediterráneo, hacia Grecia o las costas de Italia y España, saltando la valla de Melilla, cruzando el Mediterráneo , atravesando los países del
sureste de Europa en busca del “paraíso europeo”.
En esta
ocasión nos encontramos con que el
ISIS-Daesh se está haciendo con toda la zona costera de Libia, y que según
declaraciones de los jefes de este grupo de yihadistas- terroristas, para desde
sus puertos mediterráneos enviar cientos
de miles de musulmanes entre los cuales se contarán miles de yihadistas
dispuestos a atentar en nuestra tierra.
Es preciso
que nos preparemos, tanto autoridades como nosotros a nivel particular para
hacer frente al peligro que nos amenaza.
Lo primero
es que a nivel gubernamental de cada nación y a nivel de la política común de
la Unión Europea se mantenga una posición firme que sirva para defender la integridad de nuestras
fronteras, aunque todos sabemos que la Unión Europea es una de las promotoras
de esta invasión que tiene como finalidad la destrucción de la identidad
cultural, de fe y racial de nuestro continente aplicando punto por punto el
plan Kalergi.
Todos hemos
de estar perfectamente vacunados contra las andanadas de sentimentalismo barato que con imágenes de niños inmigrantes nos van a
bombardear. Hemos de tener en cuenta que no se nos ha mostrado ninguna imagen
de las víctimas de Berlín, Oslo, etc, etc. Hemos de centrar la atención en la dicotomía ante la que nos encontramos: o defendemos nuestra cultura, identidad
y fe o nos sumergiremos en la barbarie.
Gracias a
Dios aún no controlan internet y de esta manera podemos ver la realidad de lo
que está ocurriendo en toda Europa (las violaciones en Suecia y Alemania, la
imposición de la Sharía en zonas de Inglaterra, la invasión total en Grecia y
en Calais, Francia o los saltos de la valla de Melilla en España y la posterior
ocupación por manteros y traficantes de drogas subsahariano de las principales vías
de Madrid y Barcelona.
Es fundamental
no caer en la esclavitud de lo políticamente correcto, pues nos encontramos ante una situación en
la que nuestra inactividad nos empuja a convertirnos en extraños en nuestra
propia tierra.
Si luchamos
podemos perder, pero si no lo hacemos ya hemos perdido.
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