De igual
modo que para que una carga haga explosión es preciso un detonador, hay
ocasiones en la historia en las cuales una sociedad adormecida precisa de
sucesos traumáticos para que despierte y
se vigorice, precisa de situaciones que le hagan ver el peligro que corre su identidad,
su forma de vida y su bienestar.
En este momento
nos encontramos uno de ellos, Europa se encuentra sumergida en la apatía y en el autodesprecio.
La penosa situación por la que atraviesa Europa es causada a por
un materialismo buenísta que prescinde todo lo espiritual y que ahoga a Europa
en su propio éxito, un éxito que le ha llevado a disfrutar de un bienestar y
una calidad de vida que desde el pensamiento políticamente correcto lleva a
considerar su identidad y su forma de vida como responsablesde todos los males de la humanidad.
Pero Dios
escribe derecho en renglones torcidos, y es ahora que los sucesos aparejados a
la invasión de musulmanes y subsaharianos están abriendo los ojos a una gran
cantidad de europeos que hasta hace nada dormitaban.
Sólo
apreciamos lo que tenemos cuando lo perdemos o cuando estamos a punto de
hacerlo, en este momento de nuestra historia estamos empezando a ser
verdaderamente conscientes de nuestra identidad y de los logros morales,
sociales, económicos y de todo tipo que hemos alcanzado puesto que corremos el
grave peligro de perderlos.
Hasta hace
muy poco la población europea no apreciaba
su identidad ni ponía en valor sus logros puesto que lo consideraba algo de lo
que sentirse incluso avergonzado ya que se le había hecho sentirse
culpable de su pasado, de su herencia
racial, de su fe y de su identidad.
Pero sucesos
como el que aconteció la nochevieja
pasada en Colonia, como la multitud de violaciones a manos de inmigrantes y de musulmanes en
Suecia, como la inseguridad en las ciudades francesas causada por no europeos o
los problemas de convivencia entre
inmigrantes irregulares y la población autóctona en España han movido a
que los europeos poco a poco se aperciban de que somos una realidad distinta, y
porque no decirlo superior, a esa masa de seres que invaden nuestras calles,
atacando nuestra fe y costumbres.
Una
población exógena que a través del
mestizaje y de la sustitución poblacional pretende acabar con la identidad
cultural y racial europea. Desde luego que los inmigrantes no se plantean esa sustitución al venir a nuestras tierras,
son meros peones que utiliza la élite de
los “elegidos” para acabar con la raza
blanca europea y poder imponer el dominio del mundo por parte de una “aristocracia
judía” tal y como señaló Kalergi y lleva a cabo la Unión Europea.
¡¡¡VIVA
EUROPA!!! ¡¡¡VIVA LA IDENTIDAD
EUROPEA!!!
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