Es la hora
del recreo, en el patio del colegio al pequeño Marianin se le acerca un
compañero, menor que él, le pide su bocadillo y le pega una patada en la
espinilla. ¿Qué hace el pequeño Marianín?,
pues le dice al que le ha pegado: “si
quieres te puedo dar un trozo pero no me pegues más”, el gamberrete le dice a
Marianín que con eso sólo no le vale y le vuelve a pegar otra patada. Marianín
le amenaza con ir a hablar con el profesor y huye en dirección a su clase para pedir
ayuda a su maestro, le dice: “Pepito me ha pegado una patada y me ha querido quitar el bocadillo, prohíbale que lo
haga”. Marianín piensa lo que piensan
todos los cobardicas del patio, piensa que dos no pelean si uno no quiere, el cree en el dialogo y se autoengaña
pensando que el profesor podrá poner fin a las agresiones del otro, cuando lo
único que conseguirá Marianin con su pusilánime actitud es hacer que el otro
niño se sienta más fuerte y le pegue más, y además le robe el bocadillo.
Ahora
Marianin ha crecido y es Presidente del Gobierno de España, todos le conocen
como Rajoy.
Ahora ha
dado con un grupo de secesionistas que quieren romper España declarando la independencia, de nuevo Mariano
vuelve a su conducta infantil de llamar a otro para que resuelva lo que él ha
de resolver. Nuevamente recurre al
autoengaño, pensando que los independentistas se echarán atrás si el Tribunal Constitucional, al que no
obedecerán, actúa.
Ya había recurrido, como hizo en el patio del colegio, a ofrecerles una hacienda pública catalana,
pero ellos nuevamente exigieron la independencia total.
Ahora lo que
está en juego es la continuidad de España y las actitudes pusilánimes y
acobardadas, la negociación y el hablar no tiene sentido.
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