Esta Semana
Santa estamos asistiendo en España a algo que nunca se había visto, ni siquiera
en medio de las más graves y generalizadas epidemias que ha padecido Europa a
lo largo de su varias veces milenaria historia, se trata de una situación que a
todas luces resulta inexplicable. Me estoy refiriendo al cierre, para más inri durante
la Semana Santa, de los templos, a la no celebración de la Santa Misa, a que
los fieles no puedan acudir al sacramento de la comunión, al de la confesión o
a adorar al Santísimo.
Muchos inmediatamente
señalarán que todo esto es consecuencia de la expansión de la pandemia y de la
declaración del estado de alarma en nuestro país para evitar la extensión de la
pandemia. Ahora bien, esta explicación carece de todo sentido desde el momento en
que se analice y se tenga en consideración cuales son las especificaciones
legales del documento que ordena la instauración del estado de alarma, así como
como lo establecido en el concordato del reino de España con la Santa Sede.
Antes es
preciso señalar que la actitud de la Iglesia católica frente a cualquier
calamidad generalizada, especialmente ante las epidemias, hambrunas y sequías,
siempre ha sido la contraria a la que en la actualidad se está llevando a cabo.
En lugar de cerrar las iglesias, si cabe las abría más tiempo para de esa manera
aumentar el número de celebraciones del Santo Sacrifico de la Misa, en lugar de
hacer casi imposible la adoración del Santísimo lo generalizaba, y en lugar de
entorpecer el acceso a la confesión las promovía aumentando el número de confesores
y los horarios para poder confesarse.
Esas acciones eran la consecuencia lógica de una
concepción católica de la vida, una actitud trascendente nacida de una fe que partiendo
de la omnipotencia de Dios, del poder salvífico de la Santa Misa, de la capacidad
de la oración para conmover a Dios y para que Este, mediante su omnipotencia, actúe
frenando las consecuencia de la calamidad en cuestión. De igual forma se tomaba
en consideración la imperiosa necesidad de la confesión en momentos tan graves
para salvar el alma.
En la
actualidad pareciera que las certidumbres y la fe de la jerarquía hubiese decrecido
y sólo la actuación humana fuese tenida en consideración, poniendo tan solo en
la actividad humana el freno a la pandemia.
Como no
quiero que todo esto quede en meras opiniones o elucubraciones de tipo subjerivo
paso a reproducir de manera textual los pasajes legales que dejan bien a las
claras que las medidas adoptadas por la Iglesia católica respecto al cierre de
los lugares de culto y la suspensión de las misas no se deben a instrucción
alguna por parte de la autoridad ejecutiva.
En primer lugar
haré referencia al Real Decreto 463/2020 de 14 de marzo que declaraba el estado
de Alarma, en él como se puede ver no se prohíbe la celebración de culto
siempre que se cumplan las distancias de separación entre personas exigidas y
no se junten grupos de cierta envergdura.
En este Real
Decreto dice textualmente: “La asistencia a los lugares de culto y a las
ceremonias civiles y religiosas, incluidas las fúnebres, se condicionan a la
adopción de medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones de
personas, en función de las dimensiones y características de los lugares, de
tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la
distancia entre ellos de, al menos, un metro”.
Es decir, la
decisión de mantener cerradas las iglesias y la de suspender las Misas mientras
dure el estado de alarma es únicamente responsabilidad, muy grave por cierto,
de aquellas autoridades eclesiásticas que hayan dado la orden de hacerlo.
Pareciera
que estas autoridades eclesiásticas han puesto por encima de la salud espiritual
del pueblo, del derecho de ese pueblo a
adorar al Santísimo y de Este a ser adorado, de la salvación de las
almas por medio del sacramento del perdón y de rezar en la oscura tranquilidad
de una iglesia, el quedar bien y no enfrentarse con las autoridades socialcomunistas
que nos des-gobiernan.
Si hubiese
habido un verdadero interés por parte de las diferentes autoridades de la
iglesia católica para mantener los templos abiertos celebrando Misas contaban
con lo estipulado en el Real Decreto, de hecho aplicar unas medidas similares a
las que se llevan a cabo en los supermercados sería suficiente para ello, eran
numerosas las opciones antes de cerrar las iglesias, suspender el culto público
y privar a los fieles de el Santo Sacrificio de la Misa, de adorar al Santísimo
y de recibir los sacramentos. Pero no, tratando de evitar cualquier tipo de
enfrentamiento dialéctico con las autoridades, la alta jerarquía española se ha
plegado a los intereses de de unos socialistas controlados ideológicamente por
una extrema izquierda atea que recientemente
había mostrado su inquina contra la iglesia católica al haber solicitado
cuestiones como la supresión de los sacristanes en el ejército y en los
hospitales públicos , la demolición de la Cruz del Valle de los Caídos, la
“devolución” de la catedral-mezquita de Córdoba a los musulmanes, etc.
Y en este
momento es también preciso hacer hincapié en que las intervenciones policiales
llevadas a cabo, como la que llevó a cabo la policía municipal gaditana al
desalojar la parroquia de la Laguna en Cádiz, y las parroquias también
gaditanas de San Servando y San German, para echar a los fieles de un templo o
para poner fin a la celebración de una Misa chocan de frente con la legalidad
dado que infringen los acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede, los
cuales en su artículo 1.5 dice: “ Los lugares de culto tienen garantizada su
inviolabilidad con arreglo a las leyes”. En este punto surgen las mismas dudas
que anteriormente fueron expuestas.
Como comentario general hay que señalar que la población
católica se encuentra perpleja ante una situación en la que es la misma Iglesia
católica la que por razones que no se tienen en pie les ha cerrado los templos
y ha suprimido las Misas y el acceso a sacramentos durante estos días.
¿Qué razón
hay o que interés se esconde tras esta toma de posición por parte de la
Iglesia, desde los más altos niveles de la jerarquía?
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