Una
enfermedad que distorsiona la percepción de las cosas y consecuencia de ello
provoca comportamientos opuestos a sus obligaciones ha anidado en los
componentes de la benemérita.
Los miembros
de la querida Guardia Civil demuestran que no se han librado de esa epidemia
que afecta a la inmensa mayoría de la población española, estoy refiriéndome a
ese buenísmo sentimentaloide que poco a poco conduce a España al suicidio.
Estamos
frente a un verdadero trastorno mental que se inocula merced a un sentimentalismo
enfermizo que distorsiona la realidad de las cosas y que se sostiene y
justifica en base al pensamiento único de lo políticamente correcto.
Nos
encontramos ante una percepción alterada que hace aparecer como buenos,
comportamientos que no sirven más que a los intereses de los enemigos de España
y de la civilización occidental.
Ahora bien,
los guardias civiles, sus mandos y jefes tienen unas obligaciones para con
España que no pueden violar pues al hacerlo están pisoteando su uniforme,
transgrediendo gravísimamente su juramento y mancillando ese honor que en su
divisa afirman tener.
Va siendo
hora de despertar y ver que un falso humanitarismo nunca justificará que sean
los mismos encargados de defender las fronteras españolas, ya sean estas marítimas
o terrestres, los que colaboren con los invasores llenando el territorio
nacional de millares de inmigrantes que tratan de penetrar en territorio
nacional de manera ilegal.
Pero si cabe
la cuestión es más grave aún, puesto que aunque la corrección política y los
medios de manipulación a las órdenes de los globalistas digan lo contrario,
detrás de esa supuesta ayuda humanitaria que la guardia civil y salvamento
marítimo realizan se esconde la colaboración, aunque sea inconsciente, con una
estrategia mundialista para que Europa toda, y en especial España, pierda su identidad
social, política, religiosa y racial.
Se pretende,
tal y como Kalergi marcó en los años veinte del siglo pasado, hacer de la
sociedad europea una sociedad mestiza vacía de identidad para de esa manera
poder controlarla y a través de ello conseguir que una élite judía controle el
mundo.
Se dirá, y
no sin razón, que los guardias y miembros de salvamento marítimo que llenan
nuestros puertos y costas de inmigrantes ilegales no hacen otra cosa que
obedecer órdenes y que de ello depende su sustento y el de sus familias.
Todo ello es
cierto, pero no por eso dejan de estar colaborando de manera activa con la
invasión de la que está siendo objeto nuestra patria. La cuestión está en
decidir qué han de colocar en primer lugar ¿ la salvaguarda de España o la
obediencia y el sueldo?.
Llegados a
este punto creo que es de justicia hacer una clara diferenciación en el grado
de responsabilidad que se produce entre los que ordenan y los que se ven
impelidos a obedecer, pero sobre todo quiero referirme a los altos oficiales y
jefes de la guardia civil, los cuales tienen la obligación de al menos
manifestar protestas ante la superioridad y ante las máximas instancias
militares y si ha lugar ante las autoridades políticas.
Se dirá que
los generales también tienen que mantener una familia y necesitan el sueldo, del
que a buen seguro se verían privados caso de no transmitir las órdenes o de
elevar las protestas. Pero en este caso es precisamente el rango que ostentan
el que exige que hagan todo lo posible para evitar la invasión a que España se
está viendo sometida y a la que de una u otra manera están colaborando.
Lo que
ocurre es que por un lado la obediencia sirve para parapetar la cobardía y por
otro que la ignorancia es buscada para excusar el propio comportamiento.
Pues nada,
seguir colaborando con la invasión trayendo a nuestros puertos a miles y miles
de ilegales que a medio y corto plazo acabarán con nuestra patria y
civilización.
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