En esta
entrada vamos a presentar una interpretación absolutamente distinta a la que se
nos vende desde los medios del Sistema e incluso del que nos presentan no pocos
medios alternativos.
Esta
novedosa interpretación de los acontecimientos que se vienen sucediendo desde
hace unos años en Medio Oriente se basa
en los datos que aporta el egipcio Dr. Ashaf Ezzat, el cual en su libro:
“Egyot
no pharans nor Israelites” (Egipto no
conocía faraones ni israelitas) señala que los israelitas nunca habrían pisado Egipto o Palestina, según
indica la realidad histórica serían originarios de la antigua Arabia y del
norte de Yemen. De hecho no abandonaron esa zona hasta su cautiverio en Babilonia.
Partiendo de
esta realidad se entendería
perfectamente lo que está ocurriendo, entenderíamos que los acontecimientos a
los que asistimos tienen una interpretación muy distinta a la que se nos
presenta.
Tanto los
pasos dados por los EEUU, controlado totalmente por el poder judío, como los dados por
Daesh-ISIS, controlado a su vez por EEUU e Israel, buscarían ocultar el
verdadero origen del pueblo judío y de este modo continuar manteniendo la
falacia de ese supuesto “derecho divino” sobre las tierras de Palestina y parte
de Siria.
El ISIS,
como instrumento al servicio de ocultar la realidad antes referida podrá tardar
más o menos en ser vencido y desaparecer, pero nunca ocurrirá antes de haber alcanzado
los objetivos que los sionistas les han marcado, destruir los restos
arqueológicos que pudiesen servir para demostrar la verdadera historia del
pueblo judío. La consecución de ese objetivo lleva aparejado controlar unos
territorios que constituirían el Gran Israel (que se extendería desde el Nilo
hasta el Éufrates) objetivo territorial que tanto añoran los sionistas y que
también creen que deriva de habérselos concedido Dios.
Según el
doctor Asharf Hezzzal el origen del error que habría llevado a que la tradición
vinculase el judaísmo al cristianismo se encontraría en una traducción del
libro hebreo al griego, una traducción distorsionada que más tarde se conocería
como Biblia Septuaginta.
El judaísmo
no sería más que uno de los cultos
tribales de la Antigua Arabia, esa imaginación tribal no habría tenido difusión
más allá de las fronteras tribales árabes de no haber sido por griegos y
romanos.
Pero para el
autor la cuestión primordial se encuentra en cual puede ser la razón que lleva
a una organización, supuestamente islamista radical, a destruir antiguas
estatuas y construcciones asirias y babilónicas. Esto resulta extraño puesto
que las leyes islámicas no prohíben las
esculturas en sí, de hecho la práctica totalidad de los países
musulmanes, incluida la radical Arabia Saudí, tienen museos repletos de
estatuas.
Lo que si
prohíbe el Corán es la adoración de ídolos, cosa esta que si hacían las
culturas paganas de las tríbus árabes.
Pero a pesar
de que es sabido que ni asirios ni babilónicos adoraban ni honraban sus
estatuas esto no impidió que el autodenominado Estado Islámico destruyese esas estatuas e incluso antiguas
tablillas cuneiformes.
¿Cuál puede
ser la razón para que Daesh dedique su tiempo y hombres a destrozar el museo de
Mosul, la antigua ciudad de Nimrud, cientos de tablillas cuneiformes o destruir ruinas de ciudades sirias e irakíes?,
esto no tiene sentido en cuanto que esos takfiries del ISIS podrían obtener un
mayor beneficio económico de piezas completas que destrozarlas.
Según indica
este autor resulta significativo que todos los vecinos árabes de Israel son
objetivo del ISIS, mientras que el autodenominado Estado Islámico siempre ha
mantenido al Estado sionista fuera de
las amenazas y ataques de sus muyahidines.
Desde una perspectiva histórica señala que en documentos
y libros de reconocidos geógrafos árabes clásicos refiere un paisaje del sur de Arabia y del norte de Yemen en los
cuales aparecen gran cantidad de lugares que son referidos en la Biblia.
Numerosos y
reputados antropólogos e historiadores habrían trazado el origen de los
israelitas centrados en Arabia y en el norte del Yemen.
Un dato
importante es que Jerusalén se llamaba
originariamente Dar Salan, o sea casa de seguridad, se encontraría cenca de la
montaña de Sión en el norte de Yemen. En toda Palestina no existe ninguna
montaña con el nombre de Sión, si acaso se encuentra una pequeña colina.
La
antigua Arabia estaba controlada por el
comercio que se llevaba a cabo mediante caravanas que llevaban especias, oro,
productos textiles y marfil. Produciéndose comercio con la India, Egipto, Yemen,
Irak y el cuerno de África. La principal ruta para el mundo antiguo fue la de la seda o “del camping”, esta ruta atravesaba
la antigua Arabia desde el norte del Yemen en el sur hasta Egipto en el norte.
Las tribus árabes cercanas al mar ofrecían a las caravanas protección y alimento
a cambio de un pequeño pago de las materias que transportaban.
Ahora bien,
algunas tribus situadas en las zonas montañosas
del norte de Yemen no participaban en ese intercambio entre la caravana
y los habitantes árabes, entre esas tribus que no participaban en ese comercio
con las caravanas se encontraban los israelitas, los cuales se dedicaban a
asaltarlas y saquearlas.
El antiguo
comercio de caravanas entre el reino de Egipto, el asirio y los reinos
babilónicos llevaba aparejado una lucha por controlar la antigua Arabia y así
controlar la ruta del camping.
Muchos jefes
de las tribus pasaban tras las campañas a ser vasallos de aquellos que los
habían vencido, una gran parte pasaron a ser vasallos del antiguo Egipto.
Cuando los
babilonios llegaron al poder decidieron
no seguir el ejemplo de egipcios y asirios, pues se dieron cuenta de que las campañas militares
limitadas no mantenían a salvo a las
caravanas que cruzaban Arabia de los
ataques de las tribus árabes rebeldes, entre ellas estaban las israelitas. La opción
de Nabucodonosor fue deportar a todas las tribus involucradas en los ataques a
las caravanas a territorios controlados por el reino de Babilonia.
Los
israelitas vieron en la victoria de Nabucodonosor sobre ellos y en su posterior
deportación una suerte de castigo divino.
Ahora bien Nabucodonosor no actuó exclusivamente contra los israelitas
como señalan las crónicas occidentales y
como defienden los sionistas, las víctimas eternas, sino que actuó contra todas
las tribus rebeldes que atacaban a las caravanas.
Tras la
captura de todas las tribus árabes rebeldes, incluida la israelita, estas
fueron deportadas a Babilonia, donde se
las mantuvo hasta el año 539 a. C. Año en el que tras la caída de Babilonia
Ciro el Grande las indulto y todos los desplazados a Babilonia, incluidos los
israelitas, regresaron a su tierra natal
en el oeste y sur de la antigua Arabia.
De todo lo
antes citado ha quedado constancia dado que en muchas tablillas cuneiformes se
marcaban cuáles habían sido los conflictos bélicos y cuales los que habían salido victoriosos o habían sido
derrotados. A lo largo el siglo XX muchas han sido descubiertas en diferentes excavaciones.
Ahora vamos
a dar un salto histórico y de nuevo regresaremos a finales del siglo XX y
principio del XXI.
Pues
bien nos encontramos con que desde el
momento en que Theodor Herzl fundó el movimiento sionista, y sobre todo desde la
creación del Estado de Israel en 1948, para los judíos sionistas resulta de una
importancia capital y de supervivencia mantener
esa mentira de que son originarios de Palestina y que estuvieron
esclavizados en Egipto.
Es entonces
cuando deciden acabar con cualquier resto
arqueológico que pudiese poner en entredicho ese cuento según el cual son originarios de
Palestina, son pueblo elegido y son monoteístas.
Para acabar
con esa posibilidad se sirven de su
poder sobre la política exterior y militar de EEUU. Por un lado provocan o
utilizan la ocupación de Irak en Marzo del 2003, de modo que el ejército USA expolió
y destruyó gran parte de las piezas y estatuas que había en el Museo nacional
de Bagdad, a la vez que las fuerzas ocupantes
norteamericanas permitieron el saqueo y destrucción de la mayoría de los
restos arqueológicos allí guardados.
Por otro
lado ese mismo poder que ejerce el lobby judío en USA hizo que la CIA y otros
servicios de información de la OTAN, creasen junto al Mossad el grupo
terrorista takfirí Daesh-ISIS.
Es conocido por todos que este grupo islamista
radical se ha dedicado a acabar con restos arqueológicos de las zonas que
controlan en el sur de Siria, el norte
de Irak en la parte de Turquía
colindante con Irak.
A esto hay
que sumar el ataque militar iniciado el
año pasado de Arabia Saudí sobre Yemen, donde ha dañado valiosas esculturas y
antiguos restos arqueológicos, sobre todo en la ciudad de Hatra, sita
curiosamente en la zona norte de Yemen.
El pueblo
israelí es originario de Arabia y Yemen, no tiene derecho sobre Palestina y
ahora Israel con la ayuda de su títere EEUU trata de acabar con cualquier resto
arqueológico que pueda demostrarlo.
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