Los
cortesanos de siempre, los palmeros del sistema juancarlista y la prensa
“del pesebre”, nos pretenden
vender que el Rey renuncia al yate Fortuna como una acción de solidaridad con todos los
españoles que en estos difíciles momentos padecen en sus carnes el peso de la
crisis. Pero como en las próximas líneas
se podrá comprobar, tal cosa es del todo falsa. No nos encontramos ante una
acción solidaria, nada más alejado de la
realidad.
En el caso
de esta “altruista y solidaria” renuncia
nos encontramos ante la confluencia de unas necesidades y una oportunidad, una
confluencia que es utilizada de modo
maquiavélico con la única intención
de asegurar la continuidad de los
privilegios que la institución monárquica concede al actual Jefe de Estado y a
su familia.
Si nos
referimos a las necesidades, estas tienen como eje fundamental recuperar el apoyo de un pueblo, que cada día se aleja
más de la institución monárquica,
mostrándose contrario a su continuidad.
Esta
oposición popular se ha visto espoleada por las acciones que el mismo
monarca y su familia vienen llevando a
cabo sin pausa.
Cuestiones
como el safari, las estafas de Urdangarín, la
actitud de la justicia con respecto a la infanta Cristina o el escándalo de la “princesa” Corina y sus supuestas
gestiones son parte de ellas.
Asimismo,
el cada vez más dudoso origen de la fortuna del rey y el verdadero papel regio en la intentona del 23 F , no hacen otra cosa que enconar cada vez más la posición de la depauperada y
hastiada población española.
Del mismo
modo, distintas cuestiones hacen que
el monarca y su familia no quieran o puedan utilizar
el yate Fortuna y las aguas de
Mallorca tal y como antes hacían. De un lado nos encontramos con que la edad
del rey y su cada vez más
delicada salud hacen que el uso de la
nave le resulte menos agradable.
Por otro
lado la convivencia familiar, tan tensa y
desagradable en los últimos tiempos, se hace casi insoportable en un
espacio reducido como es el del barco,
por muy grande que este sea.
Y en último lugar, los veraneos en Mallorca y
los paseos en yate por sus aguas parecen haber dejado de ser del gusto de los
miembros de la familia del Rey. Esta situación lleva a que los distintos
“bandos” no quieran coincidir en un
mismo lugar y que por lo tanto busquen
lugares distintos para desarrollar sus actividades vacacionales y veraniegas.
Todo lo
señalado son las necesidades; recobrar el apoyo popular para que la monarquía pueda continuar más
allá de Juan Carlos I y abandonar el yate como
punto de reunión familiar y de disfrute vacacional.
La
oportunidad para que ambas necesidades
puedan ser alcanzadas aparece cuando Patrimonio Nacional comunica a la Casa
real que no puede hacerse cargo del
mantenimiento y cuidado del Fortuna,
debido a que el costo que ello significa no puede ser afrontado con su presupuesto.
Y es
que el mantenimiento del Fortuna
(incluye reparaciones, amarre, sueldo de la tripulación, combustible, etc.) es
de 1800000 €, piénsese que tan solo
llenar los tanques de la nave cuesta
25000 €.
Llegados a
este punto la Casa del rey, dudo mucho que
haya podido pensarlo el monarca, ha tomado el camino de “hacer de la
necesidad virtud”.
Se ha
aprovechado esta contingencia para presentar un hecho motivado por la necesidad como una decisión solidaria digna de aplauso y admiración.
Pienso
que conviene conocer algunos datos de este yate del que durante décadas ha
disfrutado el rey y su familia, sin que nadie de los que ahora elogian la decisión real refiriese. Ahora
afirman que el rey deja de lado unos
gastos suntuarios perfectamente prescindibles. Pero antes callaron respecto a esos gastos.
Este yate,
el Fortuna II, pues antes tenía otro, también cedido a Patrimonio Nacional
aunque lo disfrutaba exclusivamente el monarca y su familia.
En este
punto hay que señalar que el hecho de ceder los yates, tanto el Fortuna I como
el II a Patrimonio Nacional, no deja de ser una inversión, puesto que de este modo
el mantenimiento y cuidado del yate es cubierto por los Presupuestos
Generales del Estado, estando su uso y disfruté dedicado en exclusiva al
mmonarca y a su familia.
El yate de
la familia real, propiedad de Patrimonio Nacional. Lo es desde hace 13 años. Se trata de una nave de lujo con
casco de aluminio que puede alcanzar una velocidad de 130 km/hora y que tiene
un peso total de 35.4 toneladas, tiene un sistema de propulsión sin
hélices sumamente avanzado. Su precio se
estima en unos 21 millones de euros (34.000 millones de las pesetas de
entonces).
Este
lujosísimo yate consta de un salón, un
comedor, una cocina, cuatro camarotes dobles para ocho pasajeros más tres
estancias para la tripulación.
Fue un
obsequio de 30 empresarios mallorquines
como premio y reconocimiento a la
publicidad y apoyo que las Islas Baleares han recibido de la familia real al pasar en la zona sus vacaciones y participar en las regatas que en sus aguas se
celebran.
Estos
generosos, y seguramente “desinteresados” empresarios eran los responsables de las siguientes empresas:
Sol Meliá, Globalia y la Caja de Ahorros de Baleares, Sa Nostra.
Desde luego
no resulta para nada ejemplarizante que empresarios privados regalen, y el
monarca acepte, un regalo de tal calado puesto que como mínimo levanta sospechas de
soborno o de que puede llevar
aparejado tratos de favor hacia los que realizan tal obsequio.
El uso que
de este yate ha hecho la familia real o
el monarca ha ido reduciéndose en los
últimos tres años, aunque su costosísimo
mantenimiento ha continuado manteniéndose.
La
oportunidad se dio cuando el Presidente
de Patrimonio Nacional D. José Rodríguez Spiten informó a la Casa del Rey de que Patrimonio Nacional no podía hacerse cargo del mantenimiento y cuidado del
yate Fortuna debido a que el presupuesto
de Patrimonio Nacional no lo permitía resultó providencial. Es así que el
monarca renunció a su uso y solicitó al señalado Presidente del Patrimonio Nacional la
desafección del yate como bien de este organismo, Dejó la propiedad al Estado,
dejando al Consejo de Ministros la decisión sobre el uso que de esta nave.
Ahora parece que la nave pasaría a
formar parte de la Armada española.
De este
modo el monarca podrá disponer de modo integro de la partida que los Presupuestos
Generales del Estado dedica a la Casa Real.7.333.710.000 euros para este 2013,
lo cierto es que mientras que fue propiedad de Patrimonio Nacional también era
el Estado quién pagaba su “juguete”.
Como puede
verse, de solidaridad con el pueblo en esta situación crítica nada. Tiene que ver con la “cesión”, por
mucho que se quiera presentarlo de esa manera.
No nos
dejemos engañar por los fuegos de artificio de esta casta política que medra a
la sombra de este chiringuito que es el régimen juancarlista, ni por las
palabras de estos periodistas que comen
del pesebre de las subvenciones.
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