La crisis económica por la que estamos pasando está siendo utilizada por los medios de comunicación y por la comunidad política española para que no seamos conscientes de que España está atraesando por la más crítica situación que su unidad ha atravesado a lo largo de su bimilenaria historia. De hecho la situación en la que actualmente se encuentra nuestra Patria es de ruptura, y a nadie parece importarle esto lo más mínimo.
Este
estado de cosas no es sino el resultado de un proceso que comenzó cuando se aprobó la Constitución ahora
vigente.
En
aquel momento se elaboró una Carta Magna que no era otra cosa que una suma
de contradicciones , mientras que se
hablaba de la indisolubilidad de
la nación española unas líneas más adelante se introducía el aciago término de
“nacionalidades”, se hablaba de nacionalidades históricas para referirse a
Vascongadas, Cataluña y Galicia, Se
creó, pues era un invento sin base alguna en la historia española, el
denominado estado de las autonomías, poniéndose en funcionamiento ese sistema,
el autonómico, que tantísimo y tan grave daño a hecho y está haciendo a
España, grave hasta el punto de poner en grave riesgo la misma Unidad de la
nación.
Siendo
esto así no cabe quejarse de lo que está aconteciendo y mucho menos reafirmar
la defensa de la
Constitución y del
modelo autonómico, tal cosa es
como escupir hacia arriba para después
quejarse de que la saliva nos ha caído encima.
Elecciones
tras elecciones la derecha, llámese,
Alianza Popular (AP), Unión de Centro Democrático (UCD) o ahora bajo las siglas del PP, se ha preentado como defensora de la
unidad de la nación, llevándose de este modo una gran parte del electorado
pensando que votando a estos grupos defendían la unidad nacional, craso error. Ha
sido un error en primer lugar por
cuanto la inmensa mayoría de “los padres
de la Constitución ”
militaban en las filas de AP y la UCD , y en segundo lugar en
cuanto han defendido y defienden
aún el régimen disgregador de las
autonomías y no se oponen a que se mantenga
en la vigente Constitución el término
nacionalidades. Pero como veremos en las siguientes leneas no queda todo ahí,
ni mucho menos.
El
actual partido de la derecha, el Partido Popular, no ha dudado en pactar
con los nacionalistas (vascos, gallegos o catalanes) con tal de lograr
el apoyo de estos para los Presupuestos
Generales del Estado, tampoco ha obligado a que en todos los ayuntamientos y
edificios públicos ondee la enseña nacional y no son pocas las declaraciones de
dirigentes que ponen en cuestión la sagrada unidad nacional, la última de estas
la de la exdiputada del PP Montserrat Lebrera, la cual en un artículo publicado
en la prensa catalana apoya una separación “cordial” entre Cataluña y España,
señalando que en momentos críticos como estos es posible la
definitiva separación.
Dada
la tendencia que la prensa tiene, muy
especialmente la nacionalista de manipular las declaraciones de la ex –
diputada se reafirmó en una entrevista que se le realizó en intereconomía,
mostrando su preocupación no tanto por
la ruptura de la unidad nacional cuanto por lo que ella denominaba el “choque de trenes” entre una amplia capa
social independentista y España.
El
Partido Popular, lejos de salir inmediatamente a negar cualquier tipo de coincidencia con esa
postura a mantenido un cobarde silencio.
Actitud esta de no ser claro en la defensa de la unidad nacional que movió a que
Vidal Cuadras dejase el PP catalán y
María San Gil tres cuartod de lo mismo en Vascongadas.
Es comprensible que una nada despreciable parte
de la población vasca como de la catalana, sean claramente proclives al
secesionismo. Y digo que es comprensible puesto que las transferencias en
ecuación que se han hecho a las autonomías, gobernadas por nacionalistas, han permitido que durante treinta años se llenase la mente de dos generaciones con las ideas de independencia y con un
terrible odio a todo lo español.
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