domingo, 24 de junio de 2012

Escupir hacia arriba y la derecha patriotera.








                                                      


La crisis económica por la que estamos pasando está siendo utilizada por los medios de comunicación y por la comunidad política española para  que no seamos conscientes de  que España está atraesando por la más crítica situación  que su unidad ha atravesado a lo largo de su bimilenaria historia. De hecho  la situación en la que actualmente se encuentra nuestra Patria es de ruptura, y a nadie parece  importarle esto lo más mínimo.
Este estado de cosas no es sino el resultado de un proceso que comenzó   cuando se aprobó la Constitución ahora vigente.
En aquel momento  se elaboró una  Carta Magna que no era otra cosa que una suma de contradicciones , mientras que se  hablaba de la indisolubilidad  de la nación española unas líneas más adelante se introducía el aciago término de “nacionalidades”, se hablaba de nacionalidades históricas para referirse a Vascongadas, Cataluña y Galicia,  Se creó, pues era un invento sin base alguna en la historia española, el denominado estado de las autonomías, poniéndose en funcionamiento ese sistema, el autonómico, que  tantísimo  y tan grave daño a hecho y está haciendo a España, grave hasta el punto de poner en grave riesgo la misma Unidad de la nación.

Siendo esto así no cabe quejarse de lo que está aconteciendo y mucho menos reafirmar la defensa de la Constitución y del  modelo autonómico, tal cosa  es como escupir  hacia arriba para después quejarse de que la saliva nos ha caído encima.

Elecciones tras elecciones   la derecha, llámese, Alianza Popular (AP), Unión de Centro Democrático (UCD) o  ahora bajo las siglas  del PP, se ha preentado como defensora de la unidad de la nación, llevándose de este modo una gran parte del electorado pensando que  votando a estos grupos  defendían la unidad nacional, craso error. Ha sido un error  en primer lugar por cuanto  la inmensa mayoría de “los padres de la Constitución” militaban en las filas de  AP y la UCD, y en segundo lugar en cuanto  han defendido y defienden aún  el régimen disgregador de las autonomías y no se oponen a que se  mantenga en  la vigente Constitución el término nacionalidades. Pero como veremos en las siguientes leneas no queda todo ahí, ni mucho menos.


                                                    




                                                      
El actual partido de la derecha, el Partido Popular, no ha dudado  en pactar  con los nacionalistas (vascos, gallegos o catalanes) con tal de lograr el apoyo de estos para los  Presupuestos Generales del Estado, tampoco ha obligado a que en todos los ayuntamientos y edificios públicos ondee la enseña nacional y no son pocas las declaraciones de dirigentes que ponen en cuestión la sagrada unidad nacional, la última de estas la de la exdiputada del PP Montserrat Lebrera, la cual en un artículo publicado en la prensa catalana apoya una separación “cordial” entre Cataluña y España, señalando que en momentos críticos como estos es  posible la  definitiva separación.
Dada la  tendencia que la prensa tiene, muy especialmente la nacionalista de manipular las declaraciones de la ex – diputada se reafirmó en una entrevista que se le realizó en intereconomía, mostrando su preocupación no tanto  por la ruptura de la unidad nacional cuanto por lo que ella denominaba  el “choque de trenes” entre una amplia capa social independentista y  España.


                                                    

El Partido Popular, lejos de salir inmediatamente a  negar cualquier tipo de coincidencia con esa postura a mantenido un  cobarde silencio. Actitud esta de no ser claro en la defensa de la unidad nacional que   movió a que  Vidal Cuadras dejase el PP catalán y  María San Gil tres cuartod de lo mismo en Vascongadas.


                        

Es  comprensible que una nada despreciable parte de la población vasca como de la catalana, sean claramente proclives al secesionismo. Y digo que es comprensible puesto que las transferencias en ecuación que se han hecho a las autonomías, gobernadas por nacionalistas, han  permitido que durante treinta años se  llenase la mente de dos generaciones  con las ideas de independencia y con un terrible odio a todo lo español.

Y ahora se quejan de que  pase esto.


                                                       

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