Con motivo
de que España paso a formar parte como miembro no permanente del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas durante el bienio 2015-2016, la página web del
Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación publicó una nota en la que
señalaba: “La defensa y promoción de los Derechos Humanos es uno de los grandes
pilares de la acción de España en Naciones Unidas”.
De igual modo el día 26 de diciembre del 2014,
unos días antes de que España pasase a formar parte del Consejo de Seguridad de
la O.N.U. Mariano Rajoy dijo desde el Palacio de la Moncloa que España “seguirá
defendiendo los principios en los que se asienta nuestra convivencia: la
libertad, el respeto a los derechos humanos, la democracia y la cooperación
entre las naciones”.
Estas
palabras no han sido más que eso palabras, unas palabras que tan solo han
servido para corroborar la traición que el hoy rey emérito Juan Carlos I llevó a cabo
al entregar al reino de Marruecos una entonces, parte de nuestro territorio.
Todo eso que llevó a cabo el Borbón ha servido para que ese pueblo, el saharaui, en lugar de haber sido
descolonizado haya pasado a ser pisoteado por la bota cruel de los monarcas
alauitas.
El 1 de
diciembre del 2016 España pasó a presidir el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas. Desde la Presidencia del Gobierno ese mismo día de dio a conocer un
comunicado de 419 páginas que decía: “España seguirá buscando una solución al
conflicto en Siria y mejorar la asistencia a la población, en nuestro papel de
co-relatores del expediente humanitario en este país” y que “España ejercerá su
presidencia de la manera más transparente posible y con un espíritu
constructivo en favor de la paz y seguridad internacionales”.
Un texto en el que ni una sola palabra hacía referencia al Sahara Occidental, un
territorio que formó parte de España y que posteriormente fue ocupado por
Marruecos en lugar de haber sido descolonizado por España como indicó la
O.N.U. que debía hacerse y como el general Franco señaló que se haría.
Desde
entonces, hace más de 40 años, la población saharaui está separada por un muro
de 2700 Km a su vez sembrado de millones de minas. Y la población saharaui está
siendo vejada y reprimida de forma constante por las fuerzas de ocupación
marroquíes, pero de eso el gobierno español no ha dicho ni dice absolutamente
nada.
Para mayor
demostración de la deshonra y traición continuada está la mentira que respecto
al tema de los derechos humanos en el Sahara mantienen las autoridades actuales
españolas, baste con recordar que al acceder al Consejo de Seguridad el gobierno
de España se había comprometido a defender los Derechos Humanos.
Pero a pesar
de la deuda moral que tiene España para con el pueblo del Sahara, el gobierno
no ha dicho absolutamente nada para defender a los pobladores del Sahara
Occidental bajo control marroquí, una población
a la que el gobierno marroquí maltrata, tortura y reprime de modo que
los Derechos Humanos son violados de modo constante por los ocupantes
marroquíes.
Las
sucesivas agresiones de los militares marroquíes contra la población civil, las
detenciones y torturas e incluso las ejecuciones extrajudiciales no han sido
puestas en conocimiento de la justicia internacional ni siquiera señaladas en
el Consejo de Seguridad mientras España ha formada parte de él.
El régimen
democrático del 78 nació con muchos pecados, pero el inicial fue el abandonar sin
lucha un territorio propio, recordar que en aquel momento era una provincia
española más, dejando a su población, población que en gran parte aún conserva
sus Documentos Nacionales de Identidad, ante el salvaje comportamiento de
Marruecos.
No como
descargo del gobierno sino como explicación, no como descargo puesto que ceder
ante el chantaje es cobardía, se encontraría la amenaza marroquí de permitir o
impulsar la llegada multitudinaria de inmigrantes subsaharianos a las puertas
de las fronteras de Ceuta y Melilla.
Parece que
además de paralizarle la cobardía al gobierno le falla la memoria, olvida que a
mediados de los 70 Marruecos se sirvió de la Marcha Verde y ahora juega con la
Marcha Negra. La reacción española parece ser la misma: cobardía, traición y olvido.
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