Unas
fotografías colgadas en la red social Instagram nos han servido para tomar
plena conciencia de hasta que punto el buenismo y el complejo de culpa que
dominan las mentes de gran parte de la población europea dan lugar a la estupidez, a la pérdida de la más mínima prudencia y a que la normalidad moral se vea ofuscadas y anulada.
Esta estupidez y pérdida de valores ha llegado a su zenit
con la crisis migratoria de los denominados refugiados.
Estoy
haciendo referencia a unas fotografías que padres finlandeses han colgado en
Instagran, fotografías en las cuales sus hijas, niñas de no más de trece años
aparecen sentadas en el regazo y
abrazadas por y a “refugiados” musulmanes, subsaharianos unos y procedentes de Oriente Medio o del Magreb
otros.
Estas
pequeñas blancas y cristianas son
sometidas por sus padres a un riesgo cierto.
Cuando señalo
lo de blancas y cristianas no es debido a ningún tipo de racismo o discriminación religiosa hacia esos
“refugiados”, simplemente para poner de manifiesto dos cosas: por un lado me refiero
a que los “refugiados” musulmanes y
subsaharianos tienen una especial querencia hacia las mujeres de piel blanca y
un desprecio frontal de la mujer y muy especialmente de las cristianas, del
mismo modo es de todos sabido que en la religión musulmana es completamente
lícito y moralmente aceptado que adultos
mantengan relaciones con niñas, incluso
menores de nueve años.
No se puede
aceptar que en el contexto de una inseguridad sexual que afecta a la otrora
segura Finlandia, donde antes de la llegada de los tan vitoreados y agasajados
“refugiados” las violaciones eran prácticamente inexistentes y que
ahora, según fuentes de la policía finlandesa, estas han aumentado más de un 500
%.
Aunque el porcentaje de “refugiados” es de tan
sólo del 2%, el porcentaje de violaciones llevadas a cabo por estos es nada menos que de un
70%.
A esto hay que sumar las noticias que ponen de
manifiesto las violaciones masivas realizadas en Colonia y en otros lugares de
Europa central y los asesinatos a manos de “refugiados”, cada vez más
numerosos, de personas buenistas que habían acogido en sus domicilios a alguno
de estos.
Tanto la
cultura como la religión de estos sujetos no tienen respeto alguno hacia las
mujeres ni hacia la cultura ni persona que los acoge, la finalidad última que
llevan impresas en sus mentes y corazones determinan una voluntad de conquista
hacia la sociedad y familias que les
ofrecen hospitalidad.
Esta
conciencia y voluntad de conquista se
dirige tanto a la sociedad como a los individuos, especialmente a los de género
femenino y religión cristiana.
Sólo hay que
fijarse en la actitud desafiante y de dominio que en las fotografías exhiben
los sujetos para darse cuenta de que ven la situación como de conquista.
Para confirmar lo referente a la actitud de
dominio sólo hay que ver que estos musulmanes de origen tanto magrebí, de Medio
Oriente o de la zona subsahariana aceptan e incluso buscan
que un hombre de esa religión se junte o forme pareja con una blanca cristiana,
pero el caso contrario: que sea un blanco cristiano el que se empareje con una
musulmana o una mujer de raza negra será mal visto o imposible.
Respecto al
tema concreto que nos ocupa, las fotografías
colgadas en Instagram, es muy importante dejar muy claro hasta que punto
la concepción de la realidad se ve absolutamente distorsionada por ese
pensamiento políticamente correcto que
ha inoculado una concepción del mundo, una visión del mundo y un concepto
basado en la inferioridad de la raza blanca y de la sociedad europea debido a
una supuesta responsabilidad culpable debida a la actuación en el continente
africano especialmente, algo así como “ los males del mundo existen por culpa
de la presencia de la raza blanca y de Europa en particular".
Debido a
este pensamiento borreguil y suicida la realidad será interpretada a través de ese prisma culpabilizado que llega incluso
a colocar la defensa de la familia en segundo plano.
Es triste
ver esto, puesto que por este camino Europa va camino del desastre, ya que si
da prioridad a la actuación buenista que a la protección de los propios hijos estamos perdidos.
Y lo más
grave y penoso es que no hay peor desgracia que merecer la propia desgracia, y
nos la estamos empezando a merecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario