viernes, 11 de enero de 2013

El silencio de los traidores.



                                                                   


Hace unos días  asistimos sorprendidos,  a la par que escandalizados, a  como  con motivo de la inauguración de  un tramo del AVE  se entrevistaban  el Príncipe, el Presidente del Gobierno y una ministra del  ejecutivo español con el  actual Presidente de la Generalidad catalana. En esa entrevista  reinó un silencio por parte de las autoridades nacionales que rallaba en la traición. Este silencio se refirió al gravísimo tema de la secesión que el  dirigente catalán  trata de llevar a cabo, pues de futilidades si hablaron.
Lo que escandaliza no es tanto la    reunión en sí cuanto la postura  pasiva y silenciosa de aquellos que entre sus más altas funciones está la de  mantener la Unidad Nacional.
No es de recibo que cuando  se tiene en frente a alguien que desde su posición pública ha lanzado un  gravísimo ataque contra  la unidad de la Patria  el silencio y el ignorar el peligro secesionista fuese la respuesta.
Esta forma de actuar deja bien a las claras qué es lo que los españoles podemos esperar de las autoridades a la hora de hacer frente al intento de los secesionistas catalanes de  romper España.


                                         
Tanto la Jefatura del Estado como el gobierno de la nación parece que han optado por  ponerse de lado  cobardemente e ignorar el ataque, cada vez más furibundo, de las hordas  secesionistas.
Esta actitud sólo puede ser adjetivada de traidora, y de  traidores los que así actúan.
El que  las autoridades presentes en la entrevista no  pusiesen pié en pared e hiciesen una clara defensa de la Unidad de la Patria y llamasen al orden al  secesionista fue una terrible omisión del deber que  como autoridades tienen, una actitud esta que les incapacita como  autoridades o  representantes de la Jefatura del Estado.


                                             

Estos individuos parecen creer que desde el silencio y la inactividad, dejando pasar el tiempo y sucederse los acontecimientos evitará una confrontación dialéctica que  tan sólo serviría para  provocar una mayor radicalización del pueblo catalán que se acercaría al secesionismo sumándose al carro  de los enemigos de la Unidad Nacional.
Craso error. puesto que este cobarde silencio lejos de aminorar el secesionismo y la radicalización de los nacionalistas les refuerza.
Esta postura del mutismo y de la  continua  permisividad no es vista como un acto de apaciguamiento sino  como un síntoma de debilidad, como algo que moverá a seguir con el camino a la desmembración de España.

Cada cual es responsable de lo que ocurra y de sus acciones y omisiones.

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