lunes, 6 de febrero de 2012

Una alternativa.




             He estado viendo nuevamente videos de las ocupaciones de plazas, manifestaciones y de la posterior actuación policial que se dio en  una gran parte de las ciudades de nuestro país el año pasado. Me refiero a las que protagonizaron  los  “indignados”.

                                                                    
Al ver las acciones que llevaron a cabo esa, para nada desdeñable, parte de población, joven en su mayor parte, he estado reflexionando sobre  la fuerza y el  idealismo que subyacía tras las actitudes de  aquellos que  se movilizaban.
La primera conclusión a la que he llegado resulta fundamental en tanto  abre las puertas a la necesidad de realizar un análisis serio  que no caiga en valoraciones apriorísticas y facilonas descalificaciones basadas en prejuicios.
A mi modo de entender el tema, la problemática no se encuentra en que se exprese descontento frente a una situación económica y laboral a todas luces injusta, ya que lo que para mí resulta verdaderamente problemático es que la inmensa mayoría de la población, y de la juventud especialmente,se  mantenga pasiva y muestre borregismo con esta carencia de sensibilidad  ante las injusticias sociales que ante nuestros ojos se están desarrollando: un desempleo  que alcanza unos niveles inmorales, desahucios de centenares de miles de familias, un número cada vez mayor de personas sin techo, multitud de jóvenes posibilidad de conseguir una vivienda y la necesidad de recurrir a  los servicios sociales y de caridad  de muchas personas  para evitar pasar hambre.

                                                                     
Y todo esto ocurre mientras que el sistema bancario y especulativo aumenta sus cuentas de resultados y mientras la casta política vive a cuerpo de rey, nunca mejor dicho.

                                                                  
Nada extraño hay en que jóvenes y no tan jóvenes saliesen a la calle para mostrar su indignación ante  semejantes injusticias, como antes he dicho lo extraños ha sido más bien que no fuese mucho mayor  el número de los que salieron.
Pero fueron  después precisamente los que no protestaron  los que criticaron  la actitud de los que lo hicieron.
La base de la crítica contra los “indignados” fue decir que se trataba de  un movimiento manipulado políticamente desde la extrema izquierda, de que eran  perroflautas, que carecían de  proyecto o programa concreto alguno o  que se estaba atacando  el sistema democrático señalándoles que se presentasen como una opción política  como partido.
Estas críticas no pasaban de ser  una mera exposición de prejuicios o un reconocimiento de que  ni la derecha  ni la izquierda  mostraban una oposición clara y tajante a las causas de la  situación, realmente crítica, por la que atraviesa  nuestra nación.
La izquierda, lejos de apoyar  la base de este movimiento no hizo otra cosa que intentar  manipularlo con la intención de atraerse votos para las elecciones, pero sin enfrentar una crítica contra un orden sometido al liberalismo económico en el que se encuentra también inmerso.
La derecha por su parte pasó a descalificarlo globalmente sin entrar siquiera a considerar lo que se planteaba. El capitalismo  y el aburguesamiento derivado de un orden capitalista no permitía crítica alguna contra la banca, contra la especulación o contra el tiránico poder de una Unión Europea.


                                                                         

Se podrá argumentar que  aquellos que participaban y formaban aquellas concentraciones y manifestaciones mantenían una estética alternativa y antisistema, pero esa argumentación a mi parecer se vuelve  en contra  de aquellos que la utilizan pues si han sido esos jóvenes en exclusiva los que han protagonizado tales muestras públicas de repulsa es porque  el resto de la juventud, lejos por mostrar una sensibilidad social y una lucha contra las bases del sistema que mantiene tal estado de injusticia se  han mantenido cómodamente en sus casa o asistiendo a sus lugares de diversión.                                                

                                                                
                                                                   
Eso sí, la capacidad de movilizarse no se ha perdido del todo, aunque por desgracia sólo para cuestiones superficiales que sirven para que el poder de "pan y circo" pero sin pan, y si no recuerdese lo que ocurrió tras  ganar la copa del mundo.    


                                                                            
Por las circunstancias  que sean, no es lugar de referirnos a ello, suelen ser los jóvenes que  participan en este movimiento los que más padecían  la crisis en lo que hace a los desahucios, al desempleo y a otros tipos de exclusión.

Todo lo acontecido el año pasado pone de manifiesto algo muy triste, y es que la juventud parece haber dejado de ser una época de la vida que empuja hacía el inconformismo, la crítica y la acción frente a la injusticia. El aburguesamiento y el borreguismo  ha llegado al punto de que la inmensa mayoría de la juventud se doblega ante  la comodidad o se pliega ante lo políticamente correcto.
No seamos tan cínicos de protestar por el hecho de que unos expongan, de un modo más o menos equivocado en sus formas,  las quejas contra un sistema injusto.
Y otra cuestión, todos esos que se escudan en que el movimiento estaba manipulado o que había tomado forma  de “perroflautismo”  sólo hay que recordarles que cuando se iniciaron las protestas del 15 M  no tenía tal cariz  ni estaba manipulado y no apoyaron  de tales protestas, ni siquiera lo hicieron esos jóvenes y no tan jóvenes que  engrosan las filas de ese ejercito de desempleados.

Criticar el sistema capitalista y a la banca muchos lo pueden  calificar de  izquierdismo, ir contra la partitocracia de antisistema o   combatir que las finanzas internacionales dirijan o dominen los estados de  mero idealismo sin base.
Pero sólo desde posiciones verdaderamente revolucionarias la Justicia Social y tras ella la Unidad Nacional pueden sobrevivir.
Sin oponer a un sistema económico y político  como el que padecemos una resistencia y aportar unas alternativas nada es posible.

Como podemos pedir paz, la paz de los mataderos,  para una sociedad que ha hecho de  la injusticia y del interés económico de unos pocos la base de su organización.
Combatir al capitalismo es una alta tarea moral, y si nosotros acabamos con ese mal frenaremos ese otro mal que es el socialismo, pero no podemos pedir que no se desarrolle el segundo si no frenamos el primero ya que  el ser humano tiene una dignidad que buscará donde sea, y si no la encuentra en un lado lo buscará en otro.
Existe una alternativa al capitalismo y al socialismo, el  nacionalsindicalismo.

                                                                  

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