He estado viendo nuevamente videos de las ocupaciones de plazas, manifestaciones y de la posterior actuación policial que se dio en una gran parte de las ciudades de nuestro país el año pasado. Me refiero a las que protagonizaron los “indignados”.
Al ver las acciones que llevaron a cabo esa, para nada desdeñable, parte de población, joven en su mayor parte, he estado reflexionando sobre la fuerza y el idealismo que subyacía tras las actitudes de aquellos que se movilizaban.
La primera conclusión a la que he llegado resulta fundamental en tanto abre las puertas a la necesidad de realizar un análisis serio que no caiga en valoraciones apriorísticas y facilonas descalificaciones basadas en prejuicios.
A mi modo de entender el tema, la problemática no se encuentra en que se exprese descontento frente a una situación económica y laboral a todas luces injusta, ya que lo que para mí resulta verdaderamente problemático es que la inmensa mayoría de la población, y de la juventud especialmente,se mantenga pasiva y muestre borregismo con esta carencia de sensibilidad ante las injusticias sociales que ante nuestros ojos se están desarrollando: un desempleo que alcanza unos niveles inmorales, desahucios de centenares de miles de familias, un número cada vez mayor de personas sin techo, multitud de jóvenes posibilidad de conseguir una vivienda y la necesidad de recurrir a los servicios sociales y de caridad de muchas personas para evitar pasar hambre.
Y todo esto ocurre mientras que el sistema bancario y especulativo aumenta sus cuentas de resultados y mientras la casta política vive a cuerpo de rey, nunca mejor dicho.
Nada extraño hay en que jóvenes y no tan jóvenes saliesen a la calle para mostrar su indignación ante semejantes injusticias, como antes he dicho lo extraños ha sido más bien que no fuese mucho mayor el número de los que salieron.
Pero fueron después precisamente los que no protestaron los que criticaron la actitud de los que lo hicieron.
La base de la crítica contra los “indignados” fue decir que se trataba de un movimiento manipulado políticamente desde la extrema izquierda, de que eran perroflautas, que carecían de proyecto o programa concreto alguno o que se estaba atacando el sistema democrático señalándoles que se presentasen como una opción política como partido.
Estas críticas no pasaban de ser una mera exposición de prejuicios o un reconocimiento de que ni la derecha ni la izquierda mostraban una oposición clara y tajante a las causas de la situación, realmente crítica, por la que atraviesa nuestra nación.
La izquierda, lejos de apoyar la base de este movimiento no hizo otra cosa que intentar manipularlo con la intención de atraerse votos para las elecciones, pero sin enfrentar una crítica contra un orden sometido al liberalismo económico en el que se encuentra también inmerso.
La derecha por su parte pasó a descalificarlo globalmente sin entrar siquiera a considerar lo que se planteaba. El capitalismo y el aburguesamiento derivado de un orden capitalista no permitía crítica alguna contra la banca, contra la especulación o contra el tiránico poder de una Unión Europea.
Se podrá argumentar que aquellos que participaban y formaban aquellas concentraciones y manifestaciones mantenían una estética alternativa y antisistema, pero esa argumentación a mi parecer se vuelve en contra de aquellos que la utilizan pues si han sido esos jóvenes en exclusiva los que han protagonizado tales muestras públicas de repulsa es porque el resto de la juventud, lejos por mostrar una sensibilidad social y una lucha contra las bases del sistema que mantiene tal estado de injusticia se han mantenido cómodamente en sus casa o asistiendo a sus lugares de diversión.
Eso sí, la capacidad de movilizarse no se ha perdido del todo, aunque por desgracia sólo para cuestiones superficiales que sirven para que el poder de "pan y circo" pero sin pan, y si no recuerdese lo que ocurrió tras ganar la copa del mundo.
Por las circunstancias que sean, no es lugar de referirnos a ello, suelen ser los jóvenes que participan en este movimiento los que más padecían la crisis en lo que hace a los desahucios, al desempleo y a otros tipos de exclusión.
Todo lo acontecido el año pasado pone de manifiesto algo muy triste, y es que la juventud parece haber dejado de ser una época de la vida que empuja hacía el inconformismo, la crítica y la acción frente a la injusticia. El aburguesamiento y el borreguismo ha llegado al punto de que la inmensa mayoría de la juventud se doblega ante la comodidad o se pliega ante lo políticamente correcto.
No seamos tan cínicos de protestar por el hecho de que unos expongan, de un modo más o menos equivocado en sus formas, las quejas contra un sistema injusto.
Y otra cuestión, todos esos que se escudan en que el movimiento estaba manipulado o que había tomado forma de “perroflautismo” sólo hay que recordarles que cuando se iniciaron las protestas del 15 M no tenía tal cariz ni estaba manipulado y no apoyaron de tales protestas, ni siquiera lo hicieron esos jóvenes y no tan jóvenes que engrosan las filas de ese ejercito de desempleados.
Criticar el sistema capitalista y a la banca muchos lo pueden calificar de izquierdismo, ir contra la partitocracia de antisistema o combatir que las finanzas internacionales dirijan o dominen los estados de mero idealismo sin base.
Pero sólo desde posiciones verdaderamente revolucionarias la Justicia Social y tras ella la Unidad Nacional pueden sobrevivir.
Sin oponer a un sistema económico y político como el que padecemos una resistencia y aportar unas alternativas nada es posible.
Como podemos pedir paz, la paz de los mataderos, para una sociedad que ha hecho de la injusticia y del interés económico de unos pocos la base de su organización.
Combatir al capitalismo es una alta tarea moral, y si nosotros acabamos con ese mal frenaremos ese otro mal que es el socialismo, pero no podemos pedir que no se desarrolle el segundo si no frenamos el primero ya que el ser humano tiene una dignidad que buscará donde sea, y si no la encuentra en un lado lo buscará en otro.
Existe una alternativa al capitalismo y al socialismo, el nacionalsindicalismo.
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