La población
en general, entre la cual por supuesto me incluyo, para nada es consciente de
hasta que punto es crítica la situación por la que en estos momentos atraviesa
la humanidad.
Y es que en los tiempos que nos ha tocado vivir,
y sufrir, se está desarrollando una lucha a muerte, un enfrentamiento que en el
fondo es un combate espiritual, que confronta una humanidad aún dotada de
cierta libertad interna, con fuerzas que por todos los medios la tratan de
esclavizarla física, mental y espiritualmente.
El fin que
persigue este globalismo materialista no es otro que esclavizar al hombre,
suprimir su trascendencia y apartarlo del camino hacia la divinidad.
Estas
fuerzas a las que nos enfrentamos se sirven de todos los medios imaginables,
especialmente de nuestras debilidades y miedos, para mediante una excelentemente
preparada y no menos diligentemente aplicada ingeniería social cambiar las más
profundas realidades que conforman la identidad humana.
Como he
apuntado de pasada unas líneas atrás uno de los medios que con más reiteración
y éxito utilizan estás fuerzas que tratan de esclavizar y vaciar de contenido
al ser humano es jugar con nuestros miedos, crear situaciones que extiendan ese
miedo para así movilizar la desesperanza, una desesperanza que llevará a desarrollar
una desesperación paralizante que inclusive nos mueva a pedir su protección y
ayuda aún a costa de sacrificar para ello nuestra libertad.
Y es que
como muy sabiamente decía una estrofa del himno de los tercios “sólo es libre
el hombre que no tiene miedo”.
Al igual que
conocer esta relación entre el miedo y la falta de libertad no hemos de olvidar
que nada une más a un grupo humano que combatir a un enemigo o defenderse de
una amenaza común. Siendo esto así se hace imperioso concretar cual es en este
momento nuestro enemigo y que es lo que nos amenaza, puesto que sólo de esa
manera podremos unirnos para defendernos de este ataque y de esta manera no
caer en el derrotismo que puede provocar el miedo, ni en la cobardía de ceder
ante lo políticamente correcto.
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