¿Cómo ha podido pasar España de ser una nación poderosa,
faro del mundo y orgullosa de sí misma a convertirse en un país débil, acomplejado
y ejemplo de sometimiento? ¿Cómo el pueblo español ha dejado de lado su misión
histórica para pasar a avergonzarse de su historia y sentir un complejo de
culpa paralizante que le lleva a ni siquiera defenderse de los ataques de sus
enemigos, internos y externos?
Aunque pueda no parecerlo la respuesta es relativamente
sencilla. España y el pueblo español han sido sometidos desde hace siglos, pero
muy especialmente en las últimas décadas, a un ataque masivo y continuado
perfectamente pergeñado por sus enemigos y los enemigos de la religión católica.
Un ataque que debido al vaciamiento espiritual y a la ruptura de la conciencia
nacional ha terminado cuajando en la población.
Un ataque que utilizando una ingeniería social destructora ha ido
abriendo ventanas de Overton para lograr apartar a la población de su más
profundo ser cristiano, de su misión y de su historia. Ha cambiado sus
costumbres y actitudes, de manera que han conseguido subvertir sus creencias.
Todo eso ha convertido a la población en un grupo de
personas desnortadas que se avergüenzan de su pasado, de su realidad y de su
propio ser. Unos españoles que han pasado a ver en el resto de las
cosmovisiones algo positivo, sobre todo en la anglosajona, y en la propia todo
lo negativo.
Si a todo esto le sumamos que los gobernantes, con alguna
honrosa excepción, que han dirigido los destinos de la patria han colaborado
con el enemigo, bien por cobardía, por obediencia a las logias a la que pertenecían,
bien por ceder a chantajes o sobornos. España ha sido siempre traicionada.
Ante el terrible panorama que encontramos sólo queda luchar,
pero no se puede luchar si previamente no se ha concretado cual es el enemigo y
no se puede vencer si durante la lucha no tomamos en consideración cuales son
las tretas a las que más suele recurrir el enemigo para vencernos o
debilitarnos.
El enemigo que en este momento amenaza y ataca a España,
como al resto de la humanidad, es ese globalismo apátrida que busca acabar con
la soberanía de los países, dividirlos y a través de todo ello esclavizar a la
humanidad. Pero si nos referimos a España en particular y a la comunidad hispana
en general, el ensañamiento y la persecución ha sido y es mucho mayor dado que
desde hace siglos España y los países hispanos han sido, y en parte continúan
siendo, el último reducto de ese catolicismo al que tanto odian y que combaten
a muerte.
Es decir, en este
momento nuestro enemigo es el globalismo, el poder anglosionista y la Agenda
2030. Todos aquellos que apoyan directa o indirectamente ese proyecto
globalista han de ser vistos como enemigos de la peor calaña. Dentro de este
mismo punto hemos de considerar como arietes por ellos utilizados a todas esas
personas, grupos e ideologías que pretenden dividir a la sociedad para así
debilitar a la nación (lucha de clases, ideología de género, partidos
políticos, así como los movimientos separatistas).
No olvidemos que en este combate no podemos caer en la
cobardía de plegarnos a lo políticamente correcto, no podemos seguir sus
terminales mediáticas (televisión, radio, prensa y películas o publicaciones).
Hemos de centrarnos en una información y en unos medios apartados de la
oficialidad, de eso que censuran denominándolo fake news.
Hay algo que nunca se puede olvidar, estamos ante un combate
espiritual que ha tomado cuerpo en la tierra, es por ello que no podemos dejar
de lado este aspecto espiritual y trascendente que Jesucristo Dios Hijo
personifica en la Iglesia católica, una Iglesia católica contra durante siglos
ha luchado el Mal hasta llegar a sus más altas jerarquías(…).
SI SE LUCHA SE PUEDE PERDER, PERO SI NO SE LUCHA YA SE HA
PERDIDO.
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