miércoles, 27 de junio de 2018

Traicionando su misión España se traiciona ella misma.


                                                                           


Esa España que fue luz de Europa se ha transformado en el estercolero de ese mismo continente del que antaño fue ejemplo, y lo fue merced a una legislación y a unas autoridades que se sometían a los principios morales de la Iglesia y a la defensa del bien común por encima de la voluntad de mayorías o de los intereses de determinadas minorías.

Es triste para un español tener que reconocerlo, pero la verdad es verdad pese a que esta sea silenciada.
 Desde hace décadas nuestra patria se ha convertido en una suerte de laboratorio en el cual la élite oscura globalista internacional ha desarrollado toda una serie de experimentos sociales mediante los que trata de comprobar hasta qué punto en una sociedad se pueden llevar a cabo cambios legales o sociales fundamentales y que estos sean aceptados por la población sin que esta reaccione.
 Esos principios a los que se refieren conforman la identidad de las sociedades occidentales que, lo quieran o no, tienen un basamento cristiano, son el mayor de los obstáculos que encuentran los planes globalistas y masónicos de ese Nuevo Orden Mundial que la élite en la sombra trata de implantar a nivel planetario.
 Es por ello que esa élite globalista trata de encontrar cual es la mejor forma en que las sociedades occidentales, especialmente las europeas, renieguen de sus principios y desde esa apostasía abracen unos principios que lejos de someterse y abrazar lo divino, y lo humano en tanto que imagen de Dios, se reúnan en torno a la divinización del hombre y nieguen la voluntad divina sometiéndola a la del ser humano.
Alcanzar este propósito no es para nada una empresa sencilla puesto que ha de tenerse en cuenta que se trata de transformar la mentalidad de individuos incardinados en sociedades que levantan su identidad sobre más de cien siglos de cristianismo.
Esta es la razón por la que los que aquellos que persiguen la implantación de una organización social basada en antivalores que lleven a una mentalidad liberal sometida exclusivamente a la voluntad del individuo y a las leyes que esta voluntad haya establecido precisan de una estrategia bien establecida derivada de planeamientos que se establezcan poco a poco antes de ser aplicados de manera general.  
Y es en ese punto en el que España ha pasado nuevamente a ocupar un puesto preponderante, pero desgraciadamente en esta ocasión al servicio del mal, al haberse convertido en el laboratorio en el cual la élite oscura experimenta para hallar las estrategias precisas que permitan implementar los cambios sociales y personales que antes hemos referido.
Esta experimentación se concreta en la aplicación de una suerte de ingeniería social que se ha puesto a prueba en nuestro país para comprobar que esa metodología, la ingeniería social referida, es realmente útil para promover la implantación de los antivalores en las sociedades y naciones occidentales.

Es así que durante las últimas décadas España ha sido víctima de un ataque continuado llevado a cabo a través de una ingeniería social que para bien de la élite oscura y para mal de España ha alcanzado todos los objetivos que los que la aplicaban se habían marcado. Ha sido un éxito tal que ha destrozado hasta los cimientos todo rastro de cristianismo en las leyes, en la moral social y en la concepción misma de la colectividad humana.
España en las últimas décadas ha pasado de ser la reserva espiritual de Occidente a convertirse en la Sodoma y Gomorra modernas. Se ha convertido en el lugar de Occidente en el que la conducta, entendida como el liberalismo lo hace, resulta más laxa y en el que cualquier tipo de norma superior a la voluntad del individuo es vista como un atentado a la libertad humana. Es por ello que la moral ha pasado a ser vista como una suerte de cepo medieval.

La ingeniería social de la que, hemos y continuamos siendo víctimas, comenzó ridiculizando públicamente a través de los medios de comunicación, especialmente de la televisión y el cine, todo aquel comportamiento o actitud que estuviese relacionado con la moral o el pensamiento cristiano, muy especialmente si este tenía algún tipo de conexión con actividades o posicionamientos tradicionales de la Iglesia Católica.
Un segundo paso, que coincidió temporalmente con el anterior, se llevó a cabo alagando y promocionando las más bajas pasiones proponiendo tpdo ello a través de la música, la televisión y el cine para de ese modo incluirlas en nuestra conducta
Una vez rotos los anclajes más fuertes que puede tener una persona o una sociedad respecto de su identidad las siguientes fases de esa ingeniería resultarán ya fáciles de llevar a cabo. 

Se han dado pasos tales como la imposición del aborto, vendido bajo el eufemismo de interrupción voluntaria del embarazo y levantado sobre falacias tales como que más de 300.000 españolas se sometían anualmente a abortos ilegales con grave riesgo para la vida de las mujeres, salvo aquellas con suficientes recursos económicos como para ir al extranjero para abortar con garantías.

                                                          
 Otra falacia que se utilizó y se continúa utilizando es decir que al abortar no se acababa con ninguna vida humana puesto que en ese momento aún no se trata de una vida humana. Con esto se estaba desarrollando una cultura de la muerte meramente utilitarista, la vida humana es considerada en función de su utilidad como consumista o como productora, se la ve no como un    valor absoluto creación de Dios como imagen y semejanza suya, si no como algo que, al volverse molesto para la familia o para el Estado puede ser suprimida bajo otro eufemismo, la muerte digna.
Durante estos últimos años se viene dando un paso más, desde mi punto de vista el más peligroso, es el que se refiere a la ideología de género, un paso que se podría considerar una ingeniería social en sí misma.
Esta nueva inversión subversiva es de tal calado que si consiguiesen implementarla en toda su amplitud lograrían por sí misma dar al traste con la naturaleza del ser humano.
 Ahora bien, lo que es cierto es que no se podría alcanzar su éxito sin que previamente no se hubiesen dado los pasos referidos al “matrimonio” homosexual y al movimiento L.G.T.B.I., con la progresiva desvirtuación de la sexualidad natural que este movimiento lleva aparejado.

La ideología de género  se sostiene sobre unos principios derivados del freudomarxismo  de la Escuela de Frankfurt  que están siendo  perfectamente utilizados por ese feminismo radical que no deja de ser la carne de cañón de la  que los teóricos de la ideología de género se están sirviendo para implantar esa guerra de    sexos, enfrentamiento  que es el primer paso para enfrentar a hombres y mujeres y de esa manera acabar con la célula básica de la sociedad que es la familia, dando la puntilla a la familia heterosexual con descendencia y acabando  de esa manera con la sociedad tradicional natural sometida al designio divino.
La triste realidad es que esta guerra de sexos ha sido plenamente instaurada en la sociedad que nos ha tocado vivir, y lo está hasta el punto de que en la   actualidad ambos sexos desconfían mutuamente, llegando al punto de darse la espalda como manifestación defensiva.

Esto vendría a reafirmar los planteamientos L.G.T.B.I., los cuales en la práctica defienden que la realidad del comportamiento sexual humano no se ha de ver circunscrita al otro sexo sino que su manifestación ha de ser vista tan solo como una opción y no como una imposición natural
Lo que a su vez daría lugar a la progresiva homosexualización del comportamiento individual y social, se feminiza al hombre a la par que se masculiniza a la mujer.
Se promueve el enfrentamiento intersexual considerándose la complementariedad emocional y la atracción como una manifestación del dominio machista patriarcal sobre la mujer para embaucarla y así someterla más fácilmente.
 De este modo todo se vería reducido a la mera atracción física y de ello se deduciría ver al otro como algo meramente instrumental, todo lo que espiritualice o sublime la relación entre ambos sexos o los considere como complementarios será rápidamente desacreditado por el feminismo radical que los tildara de ser reflejo del patriarcado opresor.

Para llegar a este enfrentamiento y mutua desconfianza el feminismo radical freudomarxista se han servido del planteamiento marxista de la Lucha de Clases sólo que variando los elementos constitutivos de esa lucha.

                                                         

Desde el planteamiento marxista la historia giraría en torno  a un enfrentamiento entre trabajadores explotados y empresarios explotadores, en el caso de la lucha de sexos la idea sería similar en tanto que la historia bascularía  alrededor de un enfrentamiento entre explotadores y explotados, solo que en este caso  los sujetos serían el hombre como explotador y la mujer como explotada, una lucha entre el hombre culpable y la mujer víctima, ambos situados en el sistema  patriarcal capitalista que somete a la mujer y que por tanto habría de ser destruido por las féminas. Es así que a la mujer, bueno a una gran parte de ellas, se las ha convencido de que son víctimas a la par que han pasado a considerar al hombre como un potencial maltratador o violador.
Esta victimización de la mujer ha tenido una plasmación en la legislación con la finalidad de protegerla de esa supuesta agresión innata que forma parte del barón contra ella.
Es este punto en el que, como reacción a la situación legal que crea esa falacia de la agresión natural del barón contra las féminas, el hombre al defenderse internamente participa del enfrentamiento entre los sexos.
Y esto es así ya que se ve inerme ante las posibles denuncias que contra él interpongan sus esposas, compañeras o mujeres en general, y esto es así dado que en la legislación actual, derivada de una concepción basada en la ideología de género,  la palabra del hombre no tiene valor cuando se enfrenta a la de una mujer que le denuncia, de hecho la carga de la prueba está invertida, pues en los casos de denuncia por maltrato, agresión o abuso sexual es el hombre denunciado el que ha de demostrar que no realizó el delito, en lugar de ser la denunciante la que deba aportar pruebas que demuestren que ha sido el varón denunciado el que ha llevado a cabo  el delito del que le acusa.
Esto tiene unas repercusiones gravísimas sobre la vida del hombre denunciado, ya que caso de ser denunciado perderá, no podrá optar a la custodia o no podrá ver a sus hijos, la vivienda conyugal pasará a ser de uso exclusivo de la mujer pues los hijos, que han sido  puestos bajo la custodia de la madre tienen derecho a un techo, y habrá de pasarle una cantidad mensual a modo de colaboración económica en la manutención de unos hijos de los que se les priva, y todo esto además aderezado por el estigma social de la detención y de ser acusado de ser maltratador.
El caso es que el hombre denunciado tan sólo por ello será automáticamente detenido y conducido a los calabozos hasta que pase a disposición judicial, será privado del derecho a la patria custodia compartida con tan sólo haber sido denunciado por malos tratos, sin ser preciso que para ello que medie condena alguna.

Respecto a este tema la ingeniería social lleva años en marcha a través de la histeria levantada en torno a la denominada violencia machista o terrorismo machista, en la cual a la par que se exageran los datos de agresiones de hombres a mujeres se niega la misma existencia de los ataques de mujeres a hombres, casos no recogidos siquiera en la ley de violencia de género, y el gran número de casos de denuncias falsas, gran parte de las interpuestas.
 un caso que deja bien a las claras hasta qué punto se manipula y se moviliza desde la mentira a las mujeres que previamente han sido victimizadas ha sido el tratamiento mediático y político del caso de “la manada”.
En la manipulación de este caso desde un principio participaron la práctica totalidad de los medios de desinformación. Los cuales desde el primer momento evitaron tomar en consideración cualquier dato distinto a la palabra de la víctima y ocultaron cualquier otro que no inculpase a los denunciados, poniendo en marcha un discurso lacrimógeno que situaba a la mujer como un ser de luz imposibilitada para mentir, rompieron de manera flagrante la presunción de inocencia de los denunciados que desde el principio fueron calificados de violadores, ni siquiera tuvieron en cuenta la  la posibilidad de que hubiese sido una relación consentida. Según los medios la chica no podía tener razón para mentir, aunque a mí se me ocurren mil.

Todo este montaje mediático ha llevado a la exacerbación de los sentimientos feministas que los ha acercado al feminismo radical.
A partir de ahora tanto el gobierno popular como el socialista han manifestado que se llevarán a cabo cambios legislativos consecuencia de la reacción histriónica dirigida de la calle, serán unos cambios que agudicen aún más la indefensión del hombre y que terminará por romper la independencia judicial, siendo la ley sólo aceptable si lleva a la supremacía femenina pues en caso contrario sería una ley patriarcal y machista.
A no mucho tardar lo que las feministas radicales denominan micromachismos (piropos, dejar pasar primero a una mujer, ceder el asiento, etc.) pasarán a considerarse delitos o faltas, siempre que la mujer manifieste que los ha percibido de manera molesta o como agravio.

El hecho de que hayan convertido a España en campo de pruebas de esa ingeniería social contraría al derecho natural divino y humano no solamente está ha provocado un daño inmenso en nuestra patria si no que nos ha convertido en una exportadora a nuestros hermanos de América de un mal del que gracias a la acción de algunos y el silencio de muchos hemos sido cocina y cocineros.
 España ha roto con su histórica misión de ser eje espiritual de la Hispanidad para convertirse en ejemplo del mal y exportadora del derecho y la conducta contraria a la Cristiandad y de un derecho al servicio del mal.

                                                                   

Todo esto, con ser gravísimo, desgraciadamente es algo ya establecido en las sociedades occidentales en general y europeas muy en particular, pero lo que ahora se nos viene encima es el tiro de gracia que acabará con la moribunda identidad que da forma a nuestra civilización.
 Ahora se desarrolla lo que pondrá fin, a menos que reaccionemos de modo inmediato, a nuestra realidad que conforma nuestra identidad como civilización y como raza.
Por desgracia ahora nos encontramos nuevamente con esa España que si antaño fue creadora y defensora de la identidad cristiana ahora aparece colaborando activamente con este proceso genocida que perfectamente ha establecido la élite    globalista. Nos topamos con una clase política que colabora con el mal y una población que desde el silencio cobarde de también lo hace. Tanto pueblo como autoridades se pliegan al chantaje de lo políticamente correcto o se venden al poder financiero que la élite controla.



Y por último nos encontramos con el hecho de que esa misma España que salvo a Europa de la agresión islámica, esa España que venció en Lepanto y llevando a cabo la reconquista evitó que las tropas de la media luna invadiesen la Cristiandad, ahora colabora, tanto por acción como por omisión, con esa nueva invasión africana y musulmana que bajo el nombre de inmigración busca ocupar el territorio europeo para de ese modo acabar con la identidad europea y con su especificidad racial.


                                                         

Se trata de un genocidio, y lo es en tanto que esta política inmigracioncita pone fin a la existencia de la población autóctona al buscar desplazarla y sustituirla por otra, la desgracia es que sólo una pequeña parte de la población en peligro parece tener conocimiento de lo que ocurre, y de esa pequeña parte sólo unos cuantos están dispuestos a defender su identidad, su territorio y sus naciones.
 Esta inmigración, verdadera invasión, debido a la alarmante situación demográfica, provocada por la política abortista, por el movimiento L.G.T.B. y por la ideología de género, hace imposible que se produzca una sustitución generacional de la población nativa europea y dará lugar a la sustitución poblacional a la que hemos hecho referencia, ocurre que los ideólogos  de este genocidio europeo  se sirven de esta bajísima tasa de nacimientos para justificar la entrada de millones de africanos en su mayor parte musulmanes en nuestro continente.

                                                       


Con la finalidad de evitar que la población se dé cuenta de las verdaderas consecuencias de la inmigración masiva e ilegal y pueda reaccionar presentando una resistencia, en principio política, a  todo este proceso, la élite sirviéndose de los medios que controla, casi todos, ha puesto en marcha por un lado un sentimiento de culpa hacia todo mal que provenga de África y por otro un buenismo sentimentaloide que lleva a que nadie se  oponga a la invasión y a la par nos obliga a ayudar  a todo inmigrante, aunque fruto de esa ayuda sea nuestra propia destrucción.



Fruto de este ataque mediante la ingeniería social ha sido la desaparición de los anticuerpos que permitían a la sociedad y a los individuos sobrevivir con cierta capacidad de éxito a los peligros que la sociedad liberal modernista lleva aparejada.

La España que antaño se puso al servicio del ideal cristiano levantando y manteniendo un imperio que hablaba y rezaba en español ahora está siendo atacada y a la vez es utilizada para expandir el globalismo liberal anticristiano, siendo por desgracia el máximo exponente de una sociedad sometida a la ideología de género.


                                                               

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