martes, 30 de agosto de 2011

una crisis para acabar con la soberanía


La actual crisis que  padece todo Occidente, pero que especialmente afecta a Europa, no es la crisis del capitalismo como algunos pretenden que creamos. Nos encontramos con un arma más de ese capitalismo movido por las más altas finanzas internacionales que no dejan de ser  otro  brazo  del poder  con mayúsculas. El verdadero y más profundo interés de esta crisis, que ha sido creada y mantenida artificialmente desde un principio, es  acabar con lo poco que a los estados-nación aún les resta de su soberanía.
En Europa esto resulta  tan claro que tan sólo la tiranía de lo políticamente correcto sobre los medios de divulgación, entre los  dirigentes políticos, etc puede explicar silencios tan clamorosos y análisis tan falaces.
la entrada en la Unión Europea, para lo cual  países como España hubieron de deshacerse de  una parte fundamental de su potencia económica  siguiendo las  pautas que  la CEE le exigía y cediendo con ello  parte de su soberanía al verse en la obligación de adoptar medidas que les venían impuestas si nuestro país  pretendía ingresar en el club económico europeo, antigua  CEE actual UE. Esas fueron las primeras cesiones de soberanía.
El segundo paso en  esta pérdida de soberanía   aparece con el ingreso en el área del Euro. Con este paso  las naciones pierden   de hecho y de modo completo la soberanía  sobre su economía ya que  renuncian  a la posibilidad que hasta entonces  tenían  de tomar medidas sobre los problemas económicos como a  poder adoptar la devaluación de su moneda de modo autónomo, etc.
Lo que resulta fundamental para  que la  soberanía  de los países mediterráneos  desaparezca en pos de un dominio del eje franco-alemán, es la creación de unas condiciones  que lleven a  los países  ribereños del Mediterráneo  terminen por  depender económicamente de un modo tan absoluto  que se vean avocados a la intervención de  París y Berlín   aceptando como contrapartida cualquier  orden que de ellos provenga de la UE, es decir se convierten en   colonias.
Para lograr que se llegue a esta situación de absoluta subordinación los primeros pasos se han dado ya  con las medidas de entrada a la CEE y UE, y la posterior pertenencia a la zona Euro. Pero se hace preciso el desarrollo de unos nuevos pasos que terminen por dar  el último empujón que haga caer  la soberanía  de los estados-nación  mediterráneos.
Pues bien,  la puesta en marcha de esa puntilla la encontramos en el desarrollo de la crisis económica, crisis que permitirá que se pongan  en funcionamiento medidas que de otro modo serían muy difíciles de desarrollar, medidas en fin que  permitirán arrasar con la  soberanía  de las naciones víctima.
La intervención de la UE y del BCE pasará  a considerarse  absolutamente precisa cuando la situación económica del país sea tal que no le permita hacer frente a sus pagos o deudas.
Lo triste es que  esa situación que  empuja a las intervenciones, en la actualidad puede y suele  ser creada de forma interesada, especialmente   al conseguir que las agencias de calificación de riesgo  reputen al Estado en cuestión como poco fiable a la hora de  hacer frente a sus  deudas. De este modo resultaría sumamente difícil al Estado calificado negativamente poder vender sus bonos nacionales si no es  elevando mucho  el interés de dichos bonos. Esta  elevación del interés daría lugar a que  la situación  de la economía de ese Estado  entrase  en una  cada vez más complicada  situación, a la par que  movería a una intervención del BCE comprando esos bonos para  “ayudar” a la economía de ese país. Ahora bien tal ayuda será todo menos  desinteresada, de hecho esta compra llevará  aparejada una serie de exigencias que afectarán a la soberanía  del Estado al de hecho obligarle a  llevar a cabo una política  económica y/o social que le vendría impuesta.
Todo este razonamiento hay que aplicarlo a los denominados “rescates”, igual pero a un nivel aún mayor.
En el rescate a Grecia la pérdida de soberanía ha sido tal que se le ha impuesto una política social muy restrictiva   y  se le ha exigido unas compensaciones económicas ulteriores de tal magnitud  que  han llevado al país heleno a  plantearse la venta de alguna isla de su soberanía  o  deshacerse de nada menos que del Partenon.

sábado, 27 de agosto de 2011

Desarme moral y derrota


Estamos ante uno de los momentos más críticos para Occidente, y no por enfrentarnos a un escenario bélico, la Cristiandad ya hizo frente a ello en numerosas ocasiones, ni por que se nos ataque utilizando como arma principal el terrorismo, cosa que no deja de ser un cambio en las formas que no en el fondo.
Lo que realmente ha variado  es nuestra voluntad, y con ella la capacidad de hacer frente al ataque contra nuestra propia existencia.
Y es que resulta muy difícil aceptar la lucha, el sufrimiento o la mera resistencia cuando  no se cree en nada que merezca ser defendido o por lo que se esté dispuesto a luchar.

            El Occidente actual, particularmente España, carece de una base de creencias firmes, es mas, teniendo como único bagaje y punto de referencias la democracia, la tolerancia y la integración cultural no puede ningún pueblo enfrentarse a una estructura doctrinal de conquista, como es la islámica , basada en unas ideas religiosas de verdad absoluta que por mandato expreso de su dios ha de extenderse a todo el mundo.
Defender desde el ateismo o desde el laicismo agnóstico una comunidad de culturas es desconocer la realidad de las cosas, ya que solamente desde la rendición incondicional puede un pueblo de “infieles” conseguir que los hijos de Mahoma les permitan  vivir alejados de cualquier  enfrentamiento.

Precisamente en estos críticos momentos es cuando la respuesta desde la “equidistancia” por parte de quién jugándose todo considera que no se juega nada( pues piensa que no hay nada más allá del bienestar económico y del concepto de libertad) está en buscar el perdón por sus “culpas”, renegando de su historia y negando el origen  cristiano de su propio ser.

Resulta que hay mucho menos que un paso entre ese diálogo  y el entreguismo.

Realmente no creo, o quiero no creerlo, que sea algo premeditado el hecho de que precisamente ahora se desarrolle  una legislación en contra de la iglesia y religión católicas , promoviendo de hecho un desarme moral frente al ataque del que estamos siendo objeto, ataque que nos plantean por haber constituido una parte fundamental de la Cristiandad: por mucho que la constitución europea no quiera recogerlo y por muchos que otros lo quieran olvidar.

Nadie está dispuesto a jugarse la vida por el bienestar económico, ni arriesgar su bienestar por el concepto del igualitarismo. Solamente desde las concepciones más altas  de Dios y de Patria se pueden movilizar esas fuerzas íntimas que son tan necesarias y  ahora están casi extinguidas.

La guerra de cuarta generación


La tendencia expansiva que el Islam ha puesto de manifiesto a lo largo de toda su historia, su ansia belicista, ha chocado en esta época con algo que no  estuvo presente en ningún otro periodo histórico pretérito. Y es el hecho de que hoy por hoy los países islámicos no cuentan ni de lejos con una fuerza militar suficiente como para enfrentarse con una mínima posibilidad de éxito  a las fuerzas del Occidente “que ellos califican de ”cruzado”.
Esta situación es de tal dimensión que  resulta imposible no ser conscientes de tal  desigualdad, una diferencia que llevaría obligatoriamente a una derrota sin paliativos de las armas de la media luna.
Estamos refiriéndonos a un  enfrentamiento  que se basase en la utilización tanto  de ejércitos   y armas de tipo convencional como al el recurso a armamento nuclear.
Ante este estado de cosas los yihadistas no han optados por la fácil solución de  rendirse a la evidencia dejando de lado  su ansia expansionista, todo lo contrario, lo que han hecho es buscar formas alternativas  para que mediante la Yihad todo el planeta, y Occidente en especial, pase a ser tierra del Islam.
El lugarteniente de Osama Ben Laden,  Abu Ubeid al- Qurashi ( actualmente  máximo estratega e ideólogo de Al-Qaida)  obtuvo enseñanzas de la  victoria en Afganistán, donde  grupos de muyahidín fueron capaces de derrotar al segundo ejército más fuerte de la tierra, el soviético, y del incidente ocurrido en  Somalia, donde tras ser derribado un helicóptero Blak  Haw del Ejército de los Estados Unidos este retiró sus tropas del país. Fruto del análisis de estos hechos el antes señalado estratega sacó unas conclusiones que  plasmó en Al-Ansar, órgano oficial de la organización terrorista.
Este escrito aparecido en  Al-Ansar  refería la manera en que  los islamistas deberían enfrentarse con las potencias occidentales para  poder alcanzar una gran posibilidad de éxito.
Parte este estratega de reconocer que el mundo islámico nada tiene que hacer si recurriese a la  utilización de métodos bélicos tradicionales, y es que en la situación actual todo enfrentamiento conforme a la manera  habitual  de lucha  estaría abocado irremediablemente a la derrota del Islam.
La forma de combate que propone Abu Ubeid Al-Qurashi, y que denomina guerra de cuarta generación en contraposición con la de primera: que sería la de hombres armados con fusiles que entraban en combate, la de segunda, que habría  tratado de  destruir la mayor cantidad posible de fuerza contraria y agotar la economía del enemigo, o la de tercera en la se habría introducido una importante variación en la   táctica militar buscando en lugar de chocar frontalmente, envolver al enemigo y atacarle por la  retaguardia recurriendo a la aviación y a las unidades acorazadas. En    cambio, la guerra de cuarta generación que propone mostraría un conflicto en el cual la lucha no quedaría reducida a las tropas regulares y a los objetivos militares: En esta guerra de cuarta generación la guerra psicológica pasaría a ser la básica. Se basaría en ataques por la retaguardia sirviéndose de los puntos débiles que presentan las mismas sociedades que van a ser combatidas. Estos puntos frágiles se centran en la misma forma política en la que  se basan y en la organización social que de ella se deriva.
Lo primero de lo que se deberían servir los yihadistas  es de  la opinión pública, una opinión pública que resulta absolutamente moldeable por los medios de comunicación,  la cual sería relativamente  sencilla de dirigir si se actúa con inteligencia y es que la opinión pública  a su vez es la que dirige la política interna y exterior de los países en cuestión. En este punto la guerra se basaría en la realización de  ataques puntuales que tuviesen una  gran repercusión mediática, se  refiere por supuesto  a la utilización del terrorismo, y especialmente al recurso al terrorismo suicida, una forma de terrorismo esta que  hace prácticamente imposible que ni la actuación de los servicios de seguridad los pudiese neutralizar , asimismo  hablaba de la necesidad de implantar en Occidente células “durmientes”, las cuales ni siquiera los servicios de inteligencia podrían localizar al permanecer inactivos y confundidos con la población inmigrante años, hasta que recibiesen la orden de actuar.  
El yihadismo habría de buscar el máximo impacto con el mínimo coste, sin perder nunca de vista que el islamismo es finalista y que lo único que tiene en cuenta es la consecución  del objetivo final, la extensión mundial del  Islam, sin parar en consideraciones en torno a la moralidad  de los medios que se utilizan para su logro.
Mantenía, y con muy buen juicio por cierto, que ningún país de Occidente sería capaz de recurrir  a esa potencia militar  tan ingente que posee ya que la opinión pública es sumamente pacifista, y sobre todo si esa misma opinión pública es previamente aleccionada en sentido contrario o si  mediante una campaña lo si por medio de unas campañas de ataques bien planificadas se crea  un estado de pánico y desconfianza  que lleven al derrotismo, un derrotismo paso previo  al entreguismo entreguismo que como única opción ve el diálogo en lugar del enfrentamiento.
Otro punto fundamental es el de utilizar la victimización, de modo que la opinión pública llegue, a entender las acciones terroristas como una reacción “lógica” a una imaginaria agresión previa por parte de Occidente.
El terrorismo debería ser lo suficientemente fuerte para producir intranquilidad y desconfianza en la propia victoria, pero lo suficientemente “moderado” como para no estimular reacciones que promoviese ese recurso a la fuerza que se trata de evitar.
El recurso, no ya a actuaciones de tipo militar, sino a medidas policiales o legislativas de tipo excepcional ha sido siempre cuestionado al recurrirse a argumentos que señalan la supuesta disminución de los derechos  ciudadanos y a la profanación de la intimidad de los ciudadanos. Este punto ha de ser siempre aprovechado favoreciendo estas  posiciones paralizantes de la reacción del Estado.

Esta propuesta de  actuación cuenta también con el hecho de que nuestras sociedades en la actualidad no defienden una escala de valores clara, su mayor  certeza se basa en el subjetivismo nihilista. Un nihilismo que considera su mayor dogma y aportación universal la democracia. Nuestras sociedades lo tienen todo perdido si se enfrenta con quienes creen defender “verdades”, aunque estas sean erradas, y lo único que oponen a ello es una sociedad sin valores que carece de  respuestas a las interrogantes universales y que tan solo presenta  la sociedad del consumismo.
Sin nada claro en lo que creer, y sin nada que defender tampoco hay nada por lo que valga la pena luchar.
Nosotros  careemos de una moral de lucha y de resistencia, sin ella resulta imposible vencer.
Otro factor que Abu Ubeid al-Qurashi considera que ha de tomarse en consideración es el hecho de que las sociedades occidentales, democráticas por definición, están sometidas a la opinión   del pueblo, con lo cual habrán de tomar las medidas en función de esa opinión pública a la que antes se ha hecho referencia.

Para que la  estrategia a la que nos hemos referido. y que tan útil resulta  a los islamistas radicales, pueda ser desbaratada y de esa forma  mantener  un Occidente libre de la imposición  islamista  es imprescindible que Occidente  vuelva a sus orígenes cristianos y mantenga un orden de valores espirituales lo suficientemente claros  para que  la  opinión pública se mueva en función de la consecución y/o mantenimiento de tales principios y deje de  tomar como puntos de referencia la voluntad de una opinión pública   absolutamente  variable y sujeta a  acontecimientos puntuales que  moverán esa opinión pública en una dirección o hacia la contraria.  Si esto es así  se conseguirá desactivar esta guerra de cuarta generación a la que hemos hecho referencia puesto que la política no vendría determinada por los actos  del terrorismo yihadista si no por unas  creencias que constituirían  la propia identidad a la par que serían su mejor defensa.

viernes, 26 de agosto de 2011

Memoria Histórica


            Se ha generalizado en España durante los últimos años  una corriente  que dice buscar la “recuperación” de la memoria histórica. Este planteamiento desarrolla su actividad en la casi totalidad de nuestro territorio, lo hace mediante la exhumación de restos humanos, homenajes públicos y el recurso a los medios de comunicación. Dice perseguir la reivindicación de los asesinados y represaliados a manos del bando nacional y del régimen resultante del 18 de Julio.

Pues bien, mienten quienes afirman  querer recuperar la memoria histórica, ya que no hay mayor manipulación de la historia que presentar exclusivamente una parte de esta, y eso es lo que están haciendo.
Hablar solamente de los muertos  de un frente como si en el otro no hubiese habido bajas, olvidar las masacres de miles de personas asesinadas a la par que se llenan la boca de dramas personales jugando con el sentimentalismo, es la más asquerosa y sibilina manera de recurrir a la mentira..

            Quizá pueda haber quien crea que con comentarios como el anterior lo único que se hace es reabrir heridas que llevan tiempo cerradas. Este artículo lo único que pretende, es poner de manifiesto que una verdad está siendo ocultada.

Las nuevas generaciones, las que no han vivido ni tenido mas referencia sobre nuestra guerra civil que las informaciones manipuladas recibidas en la escuela o en la televisión, tienen derecho a que no se les oculte  que además de un García Lorca murió asesinado un Muñoz Seca, tienen derecho a que  ni la manipulación de unos ni el silencio cobarde de otros les escondan las matanzas de Paracuellos ni les oculten que existieron centros de tortura (las maliciosamente olvidadas “chekas”) en medio de las grandes ciudades o que todo lo que  recordaba a Iglesia era quemado y aquel  que fuese sacerdote, monja o simplemente fuese a Misa era fusilado.
Con toda seguridad gran cantidad de personas participarán sin ningún otro interés que la búsqueda de restos de familiares muertos, ahora bien, esto no es óbice  para afirmar que forman  parte, aunque sea de modo involuntario, en una campaña de falseamiento  histórico.

La reflexión en torno a este buscar  el ocultamiento de los hechos y con ello a la tergiversación  de la realidad histórica se debe dirigir al porqué de ello.
¿Porqué unos mienten y otros callan?
¿Porqué todos contribuyen a la mentira y porqué molesta tanto reconocer que la Iglesia Católica fue perseguida hasta la muerte?.

Todo esto hace pensar que unos, los que callan, lo hacen por miedo, por mala conciencia o simplemente por cobardía.  Están renegando de aquellos que lucharon y murieron enfrentándose a los que  perseguían  su misma forma de vivir y pensar, reniegan de ellos con tal de no perder votos.
Los otros van más allá, no secundando abiertamente los métodos de entonces coinciden en  lo fundamental de sus fines: combatir la Religión y acabar con una España unida.
La ley de Memoria Histórica no ha sido si no una  parte más de ese caldo de cultivo que se ha ido poco a poco pergeñando  para crear en la sociedad española  un  laicismo combativo  furiosamente anticatólico.

La autoestíma

            Por autoestima entendemos el valor y la competencia que nos adjudicamos, cómo  nos consideramos a nosotros mismos.
Esta autoestima nos va a resultar fundamental  a la hora de afrontar la vida, ya que si el juicio que tenemos sobre nosotros y nuestras capacidades es bajo, nuestra felicidad terminará por ser también reducida.
Llegados a este punto nos vamos a referir a algo tan fundamental como son las expectativas, las esperanzas que ponemos en conseguir algo, ya que dependiendo de ellas podremos bien  elevar nuestra autoestima bien reducirla.
Dependiendo de aquello que nos propongamos como meta, nuestra conducta terminará  positiva o negativamente. Si lo que nos proponemos  o pretendemos conseguir resulta no estar a nuestro alcance vamos a ir de decepción en decepción , de fracaso en fracaso. Y cuando la decepción se termine convirtiendo en algo cotidiano, nuestra autoestima y confianza  será cada vez menor, entonces evitaremos actuar, con lo que la autoestima seguirá bajando.
Es por esto que tenemos que amoldar nuestras expectativas a nuestras capacidades, siendo siempre preferible reducirlas para de esta forma alcanzar pequeños logros e ir elevando nuestra  confianza, favoreciendo así nuevos intentos. Cuando debamos alcanzar algún objetivo que consideremos demasiado grande, es fundamental que nos propongamos submetas intermedias dirigidas a la meta principal, pudiendo así  alcanzar aquella con más facilidad y conseguir mayores refuerzos.
Hay otra cuestión fundamental en la formación de la autoestima, es la actitud que las figuras paternas, los profesores y compañeros tienen respecto al niño, ya que esa  actitud formará la autoestima infantil y determinará su desarrollo posterior.
Tanto padres como profesores deberán evitar juzgar al niño recurriendo a compararlos con otros, lo que han de hacer es reforzar cualquier logro y ante los errores, proponerles soluciones manteniendo una actitud positiva ante nuevos problemas.
Pero no todo lo que influye en nuestra autoestima va a depender lo que los demás hagan o dejen de hacer, ya que nuestra actitud frente a las cosas y nuestra forma de actuar resultan decisivas a la hora de enfrentar los fallos o considerar nuestras limitaciones.
Y es que el error a veces lo buscamos cuando nos exponemos a situaciones que no podemos enfrentar con mínimas  posibilidades de éxito.

Los primeros que  debemos cuidarnos somos nosotros mismo, y solamente aceptando nuestras limitaciones, que no significa  dejar de intentar mejorar en lo posible, solamente considerando los errores como situaciones de las que podremos sacar enseñanza y permitiéndonos rectificar podremos  hacer que las inevitables  decepciones y errores  terminen por convertirse en traumas.  Los problemas debemos  considerarlos como desafíos que intentaremos superar y que nos servirán de enseñanza para acometer  otras realidades . El error es humano y la rectificación es sabiduría.



No todo ha sido machismo


Observar la realidad social y su funcionamiento y pensar como en la actualidad se quiere hacer creer, que todo lo social se debe a cuestiones dependientes únicamente de una voluntad más o menos caprichosa, cuando no malintencionada, es algo tan falso que si se observa desapasionadamente y contando con la antropología  del ser humano, termina cayendo por su propio peso.

En la época en la que vivimos,  se considera una discriminación y una ofensa el papel que durante siglos ha desempeñado el sexo femenino en las sociedades humanas. Este juicio hoy tan generalizado surge al  situar este papel diferente al del hombre, como secundario y fruto de la imposición masculina.

            Por el contrario, han sido las realidades biológicas y la necesidad de asegurar la supervivencia de la especie, la que ha determinado desde el comienzo de la humanidad una estructuración social concreta y la primera organización del trabajo.



Hasta hace relativamente muy poco tiempo, podemos situar la variación hace como mucho 100 años, las circunstancias eran tales que exigían que la mujer se mantuviese en el hogar sin realizar otras actividades distintas a la reproducción,  el cuidado de la prole y  el mantenimiento de la casa.

Esta afirmación, que tan radical y absolutamente machista puede resultar a nuestros oídos no es sino la plasmación en palabras de algo que se va a poner de manifiesto en las siguientes líneas.

Desde el comienzo de la especie, y hasta no hace mucho, se presentaron unas circunstancias tales que hacían necesarios  un muy elevado número de nacimientos. Esta situación no era otra que una elevadísima mortalidad infantil debida a la insalubridad y a la ausencia de una medicina  que combatiese con un mínimo de efectividad las infecciones, enfermedades y accidentes.

La manera de combatir la alta mortalidad infantil no era otra que el nacimiento de más niños, esto a su vez aparejaba que las hembras del grupo, dada la monogamia natural de la especie humana , estuviesen la mayor parte del tiempo embarazadas.

Hay que aclarar que durante cientos y miles de años, la esperanza de vida humana no llegaba a los 30 años (baste decir que en 1900 estaba en 33,9 años en los hombres y 35,7 en las mujeres, hablamos de España).Esto quiere decir que siendo limitado el periodo fértil en la mujer, y tan baja la esperanza de vida, el tiempo que esta pasaba embarazada ocupaba la practica totalidad del periodo que va desde la menarquia hasta la menopausia. Pero esto no es todo, ya que el papel biológico de la mujer no finalizaba  una vez que había dado a luz, sino que después debía amamantar y cuidar  a los recién nacidos hasta que estos  pudiesen alimentarse por sí mismos, de lo que fácilmente se puede deducir que hasta casi el fin de sus días se encontraba o bien embarazada o dedicada al cuidado de la prole (cuando no en ambas situaciones ).

            De lo apuntado anteriormente no es complicado darse cuenta de que en un entorno básicamente natural, la alimentación, la vivienda y la seguridad dependían de una actividad física que los humanos debían realizar  sobre un entorno difícil, y esa actividad requería el desarrollo  de un importante esfuerzo físico  que ocupaba un espacio temporal también elevado.

La situación física que acompaña a la mujer durante el embarazo, así como el tiempo necesario para la alimentación y cuidado de la prole la inhabilitaba para participar en las actividades para la supervivencia grupal. En su caso la mujer no podía simultanear la supervivencia de la especie con la supervivencia del grupo.

            La situación que hemos descrito se ha venido produciendo durante cientos de miles de años, creando de hecho una primera división del trabajo y una institucionalización del poder masculino. Una situación que ha ido pareja a la misma existencia del ser humano hasta hace menos de cien años. Desde entonces han variado las condiciones higiénicas y sanitarias, lo cual no hace necesario el nacimiento de tantos niños, con lo que la mujer dispone de una capacidad muy amplia de tiempo y estado físico para trabajar.

Es más, la posibilidad  de realizar trabajos intelectuales, no unidos al desarrollo de una actividad meramente muscular amplia más aún la posibilidad de la mujer para trabajar.

Por otra parte es muy importante tener en cuenta que miles y miles de años de costumbres, de estructuración y de sometimiento a determinadas circunstancias imprimen en el acervo más íntimo de la humanidad una digamos  “memoria de especie” que sobrevive a un cambio situacional que tiene tan solo un siglo de antigüedad.



            Las situaciones biológicas y físicas, así como las necesidades para perpetuar la especie determinaron, tanto para hombres como para mujeres, una estructura muy concreta. Habiendo cambiado las situaciones externas que dieron origen a la  citada organización social, si lo que se busca es superar esas estructuras, lo primero es evitar culpabilizar  al sexo contrario de una situación que como se ha podido ver, surge de la naturaleza misma de las cosas.

 Por lo tanto, no se debe por parte de la mujer buscar la igualdad evitando las responsabilidades propias de su realidad biológica o considerando un elemento contra la igualdad el posterior cuidado y educación de la prole argumentando para ello resarcirse de muchos ” años de opresión”.

Y en el caso del hombre, este debe acomodarse a una situación que es absolutamente nueva, luchando por evitar jugar con la perpetuación de situaciones anacrónicas.

jueves, 25 de agosto de 2011

Aspectos de la política en España


Se habla mucho (sobre todo entre nuestra clase política) en estos últimos años de España y de los españoles, de conseguir un lugar preeminente de esta dentro del nuevo orden internacional y de la mejora de los españoles en lo económico y en lo social. Y aunque esto puede sonar muy bien, si nos paramos a analizar de un modo ligeramente detenido qué significado tienen esas afirmaciones es muy posible que después nos encontremos con que esa carga tan positiva pase a no serlo tanto.
En primer lugar se podrá ver que la España que dicen defender los actuales políticos  (de uno y otro signo) se aparta muy mucho de la realidad de una España que parecen ni comprender, ni querer defender. De otro lado veremos como el nuevo orden que promueve y dirige Estados Unidos de Norteamérica se encuentra muy lejos de la idea hispánica sobre la relación entre las naciones y las razas (que España mantuvo sobre todo cuando fue cabeza de un Imperio). Y por último se verá como esa mejora que tanto se pregona debe ser juzgada de un modo global y no fijándose sólo en lo económico y en lo social, ya que en la comunidad social estos aspectos no dejan de ser una parte, y no precisamente la más importantes, pues la evolución en estos últimos años debe ser considerada de una manera más amplia, de otra forma estaríamos cayendo en un reduccionismo materialista al pasar por alto todo lo que se refiere a aspectos tales como la perdida de la conciencia  y de la unidad nacional,  la defensa del aborto (aunque sea sólo en algunos casos), la generalización de las parejas de hecho, etc.

En este análisis más pormenorizado la  primera problemática la vamos a encontrar en lo que hace referencia a que se entiende por España, puesto que si por España se entiende tan solo la suma de un territorio, la población que en este habita  y la verdad que surge fruto de la voluntad de la mayoría  de los integrantes de esta población, se estará restringiendo (por no decir negando) a España misma, que es una realidad metafísica con una historia y un proyecto común.
Es una unidad que sostiene y a la vez se basa en unos conceptos, independientes y que están por encima de la cambiante voluntad de la mayoría que una generación pueda manifestar. Y es que España no puede reducirse a lo político (que está a su servicio  y plantea una organización social), a lo económico (que es otro tipo de organización y muestra una realidad solamente material, ni a lo meramente geográfico (sustrato físico).

Mientras que no se reconozca su preexistencia  histórica, su formación como entidad filosófica y caracterológica propia,  resultado de la fusión de Oriente y Occidente, de Grecia y de Roma y todo esto encauzado y vivificado en el cristianismo, se estará negando a España misma.
España ha sido lo que ha sido gracias a la diversidad de los pueblos que la integran, los cuales a su vez han logrado superar su limitación aldeana y trascender a lo universal, merced a su unión con el resto de pueblos que componen España, ya que juntos han superado lo meramente geográfico y étnico para llevar a cabo una empresa universal.

Pero esta no es la España a la que se refieren cuando utilizan su nombre, los políticos actuales parecen limitar todo a un aspecto físico y a una organización social, quedándose tan solo en palabras tales como Constitución, Estatuto y a lo sumo Cohesión nacional. Eso no es España.

            También nos queda afrontar la temática que hace referencia  a nuestra situación en el concierto internacional, y mas concretamente nuestra “venturosa” inclusión en el nuevo orden mundial, inclusión esta que se nos presenta como un gran logro.   
Desde la desaparición del bloque soviético y de la influencia comunista, pero muy especialmente tras los atentados del 11 de Septiembre, los Estados Unidos de Norteamérica  han puesto en marcha todo su potencial (no solamente el militar) para lograr implantar en todo el orbe lo que se ha dado en llamar un  nuevo orden mundial, el cual no  se reduce a una conquista militar, aunque en ocasiones impongan la fuerza de sus ejércitos, sino más bien se trata de  una conquista económica, pero ante todo cultural, de costumbres  a través de la cual tratan de implantar un sistema  liberal-capitalista  que subyugará  al resto de sociedades y filosofías vitales ( incluida por supuesto la visión católica  e hispánica).     
Pues bien,  a este nuevo orden es al que nuestros actuales dirigentes consideran tan positivo unirse.
 Sumarse al carro de este nuevo orden  no es sino  someterse a una manera de entender las relaciones internacionales distinta, cuando no opuesta ,  a  la visión tradicional española, diferencia  que es fruto de la distinta concepción del ser humano que tiene el protestantismo y sus continuadores políticos y el catolicismo y los suyos. Esta diferencia se ve claramente si  nos fijamos en las opuestas formas en que se llevaron a cabo la conquista en el Norte y en el Sur de América. Es así que mientras en el Norte ni hubo mestizaje ni se respetó al nativo al no considerarlo un hijo de Dios, sino un mero obstáculo para poder conseguir nuevas tierras para los colonos, por contra en el Sur si lo hubo, los españoles se preocuparon  de la evangelización  de  estas nuevas poblaciones, de llevarles la cultura  y las universidades de su tiempo, así como  a través de las Leyes de Indias se les protegió legalmente.    Y por supuesto se le evangelizó.
¿Qué es lo que ocurrió? , Toynbee lo expresó perfectamente al decir que a América del Norte se fue con el Antiguo Testamento mientras que a América del sur se fue con el Nuevo.
 Ahí está la raíz fundamental de la diferencia al entender  y actuar en un mundo al que el español comprende y abraza mientras que el anglosajón lo piensa solamente en términos de victoria pues en él tan solo ve un peligro,            España no puede plegar su política exterior a la de otra nación, y más siendo tan antitética  a la de su propio ser. Se podrá objetar que nuestro país recibirá grandes contraprestaciones por tomar esta postura. Pues bien aunque España recibiese ayudas  de tipo militar para conjurar el peligro que nos pueda venir del Sur, de tipo económico para mejorar en lo material o de inteligencia para combatir el terrorismo, nuestra patria  deberá de realizar los sacrificios que sean necesarios para invirtiendo en nuestras Fuerzas Armadas y procurando crear una verdadera conciencia nacional mantener una política exterior independiente. Solamente una nación fuerte puede contar con la independencia suficiente.
            Y por último nos referiremos al reduccionismo  economicista (materialista) que se hace cuando al hablar de logros se hace referencia exclusivamente a lo económico: se habla de balanza de pagos, de inflación, de déficit, etc. pero se pasa por alto todo lo que se refiere a aspectos menos tangibles pero  más decisivos para una nación (aunque por lo que se ve no deben ser considerados por todos de esta manera).
 Para un gobierno que quiera ser tal, aspectos tales como el concepto de nación, en franca regresión entre la población española, el nulo apego a los símbolos nacionales, el peligro que sufre la Unidad de España, el descenso (cuando no pérdida) del principio de autoridad entre la juventud con respecto a sus padres, profesores, etc. no es considerado dentro del resultado de una política que mueve a hacer pensar que el pensamiento se ata exclusivamente a lo material.
Por supuesto que habrá quién  nos diga que todo esto último no es consecuencia ni culpa de medidas que haya tomado el gobierno actualmente en el poder. A esto se le puede  contestar con una serie de datos incontrovertibles  cuales son:
-En lo que hace a la unidad de España:
Dentro del sistema autonómico se ha proseguido con la cesión de competencias a las distintas Comunidades Autónomas, con especial peligro al afectar muchas de estas al nacionalismo vasco, que termina utilizándolas  contra España, poniendo en peligro la unidad de esta.
Utilización de terminología que trata de evitar toda referencia directa al problema que sufre la Unidad de España, en lugar de hablar de esta utiliza referencias a la cohesión territorial. Dentro de esta tergiversación , están reduciendo la problemática al tema legal de la  Constitución y del Estatuto de autonomía vasco.
Los políticos de un signo y de otro basan la defensa de la permanencia de la “cohesión  nacional” en aspectos tales como la voluntad mayoritaria  de los vascos, cosa esta que pone en solfa cualquier idea válida de la unidad nacional.
-En lo que hace a la pérdida de la conciencia nacional:
El pretendido logro de haber puesto fin al servicio militar obligatorio, que tan solo ha servido, además de haber sido útil para conseguir  unos cuantos votos más, ha conseguido por un lado terminado con uno de los pocos momentos en  que los españoles rompían con su visión aldeana del mundo y al compartir  su vida con compañeros de otras partes de España se sentían parte de una totalidad.
Hay otra actuación, aunque esta sea por omisión, que ha sido el no haber intervenido  sobre la educación que en algunas partes de España se da a los niños, educación que les habla de pertenecer a pueblos independientes sojuzgados, que cuentan una historia falsa y una geografía circunscrita al territorio de su comunidad autónoma.            .
-En lo que hace referencia al respeto a los símbolos nacionales:
Todo han sido cesiones, es más  se han tomado decisiones para luego ceder a la hora de llevarlas a cabo, por ejemplo me estoy refiriendo a querer instalar una bandera nacional  en el centro de Madrid para luego ceder a las protestas de los que no la respetan ni aceptan.
Otra cesión imperdonable fue cuando un día de las Fuerzas Armadas, el desfile que se celebraría en Barcelona, por la presión de los nacionalistas e independentistas transcurrió, en lugar de por el centro de la ciudad, transcurrió alejado de este.
Y que decir de la dejación de funciones al no hacer cumplir la ley en todo lo referente a la presencia de la enseña nacional en los actos públicos, acompañada de la de cada autonomía, así como su presencia en todos los ayuntamientos y edificios públicos.
            -Refiriéndonos a la pérdida  de la moral y el orden en el terreno  público :
Es este el aspecto en el que quizá los defensores del actual gobierno piensen que su actuación es más coherente, ahora bien, precisamente es aquí donde encontraremos mayor número de similitudes con respecto a gobiernos de ideologías supuestamente muy distintas.
Es  así que  en el tema del divorcio no existe otra diferencia  más que el no querer  ampliar los motivos y facilidades para divorciarse, eso sí defendiendo la necesidad de su existencia.
En el tema del aborto otro tanto, ya que desde esa visión conservadora y liberal, mantienen que se debe conservar como legal el aborto provocado dentro de nuestras leyes(pero como buenos conservadores de lo que haya, sin añadir ningún supuesto más).
Otro tema es el de las denominadas parejas de hecho (sean estas heterosexuales u homosexuales), dando en este tema un paso más allá que en los anteriores, puesto que algunas comunidades y municipios gobernados por el partido en el gobierno es donde se han dado los primeros pasos prácticos para instaurar registros que acogiesen este tipo de uniones.

            Como creo que ha quedado muy claro, la política que se está desarrollando en España niega  una realidad  trascendente de esta, trata de sumirla en la dependencia exterior  , favorece aunque sea por omisión el peligro de ruptura nacional y  da pasos hacia una moral política contraria a la que defiende la religión católica.

miércoles, 24 de agosto de 2011

RENDICIÓN Y ENTREGUISMO CULTURAL.

LA RENDICIÓN Y EL ENTREGUISMO CULTURAL:
 
                                                                                 
Según señala T.S. Eliot en su “notas para la definición de la cultura”, en la sociedad humana son varias las formas de asociaciones, bien sea pensando en el desarrollo del individuo, en el de un grupo o bien en el de una sociedad entera. Según su tesis, lo fundamental respecto de la cultura es la sociedad  (origen y fin del desarrollo de las otras dos unidades inferiores) ya que las unidades de menor tamaño como son el individuo y el grupo, por si solas excluirían  lo cultural para centrarse tan solo en lo psicológico o en lo grupal. Lo cultural, tampoco puede reducirse  exclusivamente a alguna de las distintas actividades humanas, pues no encontraríamos cultura en la especialización en un aspecto concreto,  ya que cada uno de estos no pasarían de ser un mínimo campo dentro de esa realidad más amplia que sería la cultura. La sociedad vendrá definida de hecho por lo que la cultura nos marca a la par que nos distingue de otras comunidades humanas.

De todo lo que se ha visto hasta ahora no hay que deducir que carezca de sentido hablar de la cultura de un individuo o de una clase, simplemente se deriva que la cultura no se puede aislar en la de uno de ellos, sino que no puede abstraerse lo individual de lo grupal y lo grupal de lo social.
         Del mismo modo que no se puede identificar la cultura tan solo con lo individual, resulta una gran falacia querer asimilar la cultura con aspectos que de por sí no tienen una relación con ella de tipo causal, sino meramente casual. Esto ocurre cuando la raza o la localización geográfica son tomadas como origen o sinónimos de  la cultura, puesto que una cultura, entendida como forma de entender y enfrentar la vida , puede situarse en razas distintas o encontrarse en continentes diferentes.
Esta equivocación no es tan inocente como en un primer momento pudiera parecer, ya que según ese planteamiento, todo aquel que cuestionase la igualdad de las culturas o se opusiese al mestizaje cultural sería tachado de racista.

El mismo Eliot nos presenta una idea fundamental a la hora de entender la cultura en singular y las culturas en plural. Lo hace al referir que la cultura nunca ha surgido o se ha desarrollado al margen de una religión. Cuando habla de la religión como fuente originaria de cultura  señala la necesidad de que exista un equilibrio entre la unidad y la diversidad,  es decir, entre la unidad de la doctrina y las particularidades en el culto o en la devoción. Se hace necesario pues, un cuerpo de doctrina que puede presentar después distintas maneras de plasmarse, pero eso sí dando lugar a una similar cosmovisión  y a una forma de entender y vivir la vida muy similar.
Con lo que antes se ha señalado, ha de quedar muy claro que lo cultural es muy distinto de esa visión que considera la cultura derivada del grupo y de la libre decisión del conjunto de individuos que lo componen.
 Si la cultura no depende del voluntarismo del individuo ni de una decisión grupal, tampoco se puede caer en el error de considerar que podremos libremente superar las diferencias que las distinguen, ya que “superar” esas diferencias que les son intrínsecas y  muchas veces radicalmente opuestas a las otras llevan a la anulación del  propio ser de la cultura.
 Es más, cuando dos culturas entran en contacto, se establece una tensión, la cual terminará en la absorción de una de ellas por la otra, bien sea por la mayor fortaleza de una o por la renuncia y  desistimiento de la otra.

         La cultura occidental, de origen cristiano, basada en lo filosófico en la tradición griega y en lo legal en el derecho romano, lleva camino de extinguirse,  no porque el resto de culturas con las que entra en contacto sean más fuertes o mejores que ella, sino por haber caído en un relativismo tal que pone en duda la propia verdad de su ser y la empuja a renunciar a la lucha, llegando a reconocer a los otros a la par que se niega a sí misma.
Nuestra cultura tiene sus peores enemigos entre sus mismos hijos, algunos de los cuales  no hacen sino  minarla. A través del liberalismo que todo lo relativza y de la inculturación  que llega a afirmar cuestiones contrapuestas, no se hace más que ir contra la propia realidad cultural provocando su muerte, pues si una cultura como la nuestra abandona su creencia en las realidades espirituales y pasa a centrarse exclusivamente en las de tipo tecnológico o económico, terminará por  perder toda su superioridad, terminando por caer irremisiblemente en lo superficial.

Una de las corrientes que como si de una panacea se tratase se nos quiere vender, es el mestizaje cultural.
El mestizaje cultural, como supuesto camino natural hacia una convivencia pacífica, parte de la suposición de que el conflicto es el primer paso para lograr esa convivencia.
Pero desgraciadamente las cosas no son tan beatíficas como quieren hacérsenos creer, ya que los partidarios  de esta postura parecen creer que el conflicto es meramente accidental y por tanto superable. Esta idea es un gran error, ya que lo que subyace a las culturas no son meros accidentes sino posiciones ideológicas y ante todo visiones religiosas no solamente distintas, sino contrapuestas y en muchos casos incompatibles. Ahora bien, no contentos con señalar el mestizaje cultural como útil para la convivencia pacífica añaden que resultaría además enriquecedor para los miembros de cualquiera de las culturas participantes en ese mestizaje, sin tener en cuenta que la cultura afecta a aspectos de la vida que en muchas ocasiones no pueden sino contradecirse. La cultura no se reduce tan solo a una gastronomía ni al colorido de los trajes típicos. No se compone de cromos que podamos cambiar a nuestro antojo.
         En la actualidad, debido a los grandes movimientos demográficos y a la globalización de las comunicaciones, con el ingente intercambio de opiniones y visiones del mundo que conlleva, se ha hecho presente en nuestro tiempo algo que hasta hace muy poco no existía: la interculturalidad, la convivencia de distintas culturas en un mismo entorno.
De esta forma se desata una soterrada pero real lucha cultural, ante esta situación han aparecido posturas subjetivistas  que ponen todo en duda, empezando por situar a todas las culturas en pié de igualdad y reconociéndolas sólo como superiores en cuanto estén presentes y sean aplicadas en el lugar geográfico y temporal de origen.
Ahora bien, este análisis parece que no puede aplicarse a los que partiendo de unos orígenes culturales distintos y distantes quieren continuarlos en un ambiente cultural diferente como es el nuestro.
 Es decir se analizan las considera en función de su origen y no teniendo en cuenta si sus creencias son positivas o si el resultado de estas en el funcionamiento social producen situaciones de esclavitud, de violación de la dignidad humana o de desprecio por la mujer.
         El movimiento que sugiere considerar a las culturas desde un punto de vista relativista entra en una contradicción, la de defender  por un lado la diversidad  como algo básico y de manera totalmente contradictoria  promover con vehemencia  el mestizaje cultural como fuente de riqueza para el acerbo cultural del hombre.
         Que mayor  contradicción puede haber  que afirmar como necesario el mantener la diferencia, mientras que a la vez se postulan posiciones contrarias como esta del mestizaje cultural. El resultado es que las culturas se diluirían en un revuelto para dar lugar a otra, anárquica, sin tradición y sin concreción alguna. En el fondo se estará consiguiendo extinguir aquellas originarias  a favor de una macrocultura universal sin valores objetivos..

         La inculturación, al defender que ninguna cultura (especialmente si se trata de la occidental) debe imponerse a cualquiera  otra, tropieza con el tema de defender la existencia de unos derechos universales, que desde su proclamación en 1948 aboga por la existencia de  unas atribuciones que estarían unidas indeleblemente al ser humano por el mero hecho de serlo.
Ahora bien, si no se admite incursión  ni imposición de una cultura sobre otra, tampoco se debería permitir ningún tipo de ingerencia para lograr que esos derechos  ( que se quiera o no son fruto de una visión cultural) fuesen reconocidos  y aceptados por otras culturas.
 Pero el tema no termina aquí, pues si la respuesta práctica es la influencia o presión para que la visión particular de una cultura se imponga al tipo de relaciones de poder y de convivencia social de otra, se estaría negando por la vía de los hechos la corriente  propugnada. Se estaría actuando contra lo que se dice defender.
Ahora bien, si la opción por la que se opta es la de justificar cualquier comportamiento por el hecho de ser fruto de una cultura distinta, se estaría cayendo en el más radical de los “racismos”,  al dar a entender que esos derechos lo son sólo para los nuestros, los de nuestra cultura.

         Todo esta problemática dejaría de ser tal, si prescindiendo de visiones determinadas por la ideología y  no basadas en la realidad de las cosas, se reconociese algo tan obvio como que no todas las culturas son iguales, al igual que no todas las opiniones respetan de igual manera la dignidad del ser humano. Nadie que pretenda ceñirse a la realidad puede continuar con el prejuicio dieciochesco del buen salvaje, bueno exclusivamente por el hecho de su salvajismo (salvajismo en el sentido de distinto a nuestra cultura) aunque propugnase los sacrificios humanos, el  infanticidio, la antropófaga  o estuviese sometido a los terrores propios del  pensamiento mágico.
Solamente negando algo tan obvio como es la superioridad  de nuestra cultura en lo espiritual ( en cuanto se basa en la Verdad revelada), en lo moral, lo filosófico e incluso  en lo técnico, se pueden evitar posiciones derrotistas como la de la inculturación.

         Si observamos la evolución de nuestra actitud con respecto a nuestra cultura desde una perspectiva histórica, el resultado es decepcionante. Durante siglos, el mundo cristiano occidental se había situado en lo que se conoce como etnocentrismo al considerar su cultura como la más importante por verdadera. Después la antropología vino a relativizar el papel de nuestra cultura, poniéndola en pie de igualdad con el resto, negando la posibilidad de establecer categorías entre nuestra cultura y las otras. Esta consideración produce ya una ruptura con la de la superioridad y validez moral universal de nuestros principios. El paso siguiente se va a dar cuando Rousseau acude al mito del buen salvaje para no solamente ponernos en pié de igualdad con otras culturas sino para  llegar a situarla como inferior a las calificadas de naturales.
 Ya en el siglo XX , y una vez terminada la época colonial europea, la minusvaloración se acrecienta situando a la occidental como responsable de todas las desgracias de la humanidad y a su cultura como elemento de alineación, cuando no de extinción de las otras.
El hombre occidental sufre de una especie de complejo de culpa y de inferioridad, que al enfrentar al final del siglo XX y principios del XXI una nueva situación derivada de la inmigración masiva procedente en gran parte de países musulmanes, no sabe que postura tomar. Por desgracia el camino que toma es el de aceptar que el otro se afirme mientras el duda. Europa se encuentra inerme ante una cultura como la musulmana beligerante contra la nuestra siendo además expansionista.
El hecho de la inmigración como muy bien se dice es incontrolable, lo que si se puede desde una posición generosa con los pueblos, a la par que protectora de nuestra propia realidad cultural, es promover que sean pueblos necesitados económicamente y con una cultura similar a la nuestra los que reciban nuestra acogida, ya que solamente estos podrán asimilarse sin problemas a nuestras sociedades.
         Aunque quizá pueda no parecer tan directamente relacionado con el tema, me quiero referir a lo que mi forma de ver resulta otra manera, y no precisamente la de menor importancia, que ha sufrido y sufre el occidente cristiano de renuncia y desistimiento frente al resto de las culturas.
La cristiandad ha dejado de existir al abandonar  su sometimiento a unas verdades entendidas y respetadas como tales. Después el occidente cristiano ha ido abandonando no solamente su plasmación exterior, sino que ha abandonado la fe en pos de un relativismo y de una libertad entendida como fin en si misma, esta es sin duda la mayor deserción. De esta manera, aquello que precisamente ha conferido a nuestra civilización el marchamo de superioridad a tornado en un cascarón vacío de todo aquello que no sea economía, técnica o poderío militar. Y puesto que al igual que ocurre en la física la sociedad tiene horror al vacío , el hueco que nuestra ausencia de cultura con mayúsculas presenta se tenderá a llenar con otras a las que además se les abre las puertas desde dentro.
         La interculturalidad a que nos enfrentamos no puede resolverse a través de la capitulación respecto de las bases de nuestra civilización, ni pensando que la convivencia sea el objetivo prioritario. Encontramos entre nosotros foráneos que defienden culturas radicalmente enfrentadas a la nuestra, y no sólo en lo religioso, también en formas de entender la libertad, el comportamiento, las costumbres y la vida misma. Aunque muchos crean que la tolerancia  y la rendición incondicional serán los pasos que lleven a esa coexistencia pacífica, se engañan, ya que esas cosmovisiones del mundo, tan antitéticas a la nuestra no cejarán en el empeño de “convertir” a los “infieles” y de servirse de nuestro cada vez mayor relativismo cultural contra nosotros mismos.

La alhambra, peticiones vergonzosas.

Dice el refrán: "contra el vicio de pedir está la virtud de no dar", y eso es lo que no ocurre  en la relación entre Marruecos y España, ya que  los gobiernos españoles han acostumbrado al reino alauí  a ver en nuestro país    un ente al que se le pueden exigir cosas a sabiendas de que  finalmente este terminará por  entregarle todo aquello que demanden. Esto no es una afirmación gratuita, no hay más que  considerar el tema de la anexión de la antigua provincia del Sahara cobardemente entregada para evitar un supuesto enfrentamiento bélico, y la posterior postura de los sucesivos gobiernos   no tomando en consideración los derechos del pueblo saharaui  y la puesta en marcha de un referendum o el apoyo al Plan Baker.
No podemos  pasar por alto   el haber abierto las puertas, retirando cualquier  cortapisa, a los productos agrícolas provenientes de Marruecos a costa de los perjuicios económicos que causan  a nuestros agricultores.
No olvidemos tampoco la repetitiva reivindicación de la soberanía sobre  las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, que aunque gracias a Dios  aún no han sido  entregada, su pertenencia a España no ha sido defendida de forma inequívoca por la Corona  y los sucesivos gobiernos con declaraciones que pongan en su sitio la realidad  de una soberanía que no puede ser puesta en duda.
Tampoco se puede pasar por alto  el tema de una inmigración masiva que procede de Marruecos y que el  dictatorial Estado de Marruecos podría  frenar si fuese su intención, por contra aquí se han realizado sucesivas  regularizaciones masivas y se ha llevado a cabo una política de reunificación familiar de los inmigrantes.


Ahora llega la desfachatez de solicitar que el 50% de los ingresos que se obtengan por las visitas turísticas a la Alhambra  sean entregados a Marruecos, esperemos que tal  petición no sea siquiera tomada en consideración.
Parece que en España se ha perdido noción de cual es la realidad histórica. Ha olvidado que  el año 711  la península, que no olvidemos constituía una realidad política independiente constituyendo el reino visigodo , fue  invadida y ocupado su territorio por tropas procedentes del Norte de África. Esta ocupación se extendió por  ocho siglos, durante los cuales se luchó  para lograr liberar el territorio de los invasores.
Durante la ocupación  no hubo una convivencia pacífica entre  ocupantes y ocupados, si no que se sojuzgó a la población  autóctona cristiana. 
La Alhambra fue construida  por los ocupantes antes de ser expulsados, luego no es si no una muestra más de la ocupación.
Con la liberación del territorio patrio pasó a ser propiedad de los legítimos  dueños del territorio que fue  liberado  de la ocupación. Tal  pertenencia a los liberadores y legítimos dueños del territorio es  absoluta, sin que deba dar a  ningún otro país parte alguna del beneficio que se obtenga del uso que hagan sus legítimos dueños.
Si de algún modo se cede a la petición marroquí, no se haría otra cosa que  ir contra la historia y  atacar la soberanía nacional.

lunes, 22 de agosto de 2011

Libia, ¿de Guatemala a Guatepeor?


La intervención militar que la OTAN ha desarrollado y  desarrolla  en  Libia  apoyando a los insurgentes contrarios a  Muamar el Gadafi  para lograr de este modo su derrocamiento, resulta  sumamente discutible.
De un lado nos encontramos con que los verdaderos propósitos que han movido  los bombardeos  de la aviación OTAN no eran  la protección de la población civil que estaba siendo  atacada por  fuerzas militares  o  ayudar a los  sublevados  para acabar con una terrible dictadura. Estos argumentos caen por su propio peso  ya que son muchos los países, aliados de Occidente y de USA concretamente, que son  dictaduras que oprimen y que  actúan militarmente contra  las muestras de disconformidad de sus pueblos. Luego las verdaderas motivaciones que han llevado a una acción tan contundente y contraria a lo que las Naciones Unidas  señala como  aceptable para utilizar la fuerza  (Las normas de la ONU, se oponen directamente a  la intervención militar en países  soberanos con el f in de derrocar a gobiernos  establecidos).
Está claro que la intervención militar  estaba dirigida a lograr unos objetivos distintos a los que la coalición ha esgrimido para justificar  las acciones  de bombardeo aéreo. Pero ¿Cuáles han podido ser estos?, una contestación a esta pregunta no resulta tan sencilla como   el tan traído y llevado  interés por controlar y adueñarse de  las reservas petrolíferas o de gas  de este país árabe, al  igual que tampoco se explicarían por una lucha contra  un estado terrorista, respecto al cual está perfectamente demostrado su colaboración, dirección e incluso  participación por medio de agentes en  acciones  terroristas como  el famoso atentado contra un vuelo comercial de la Pan Am que  fue estalló en vuelo tras la detonación  de una carga explosiva y que   posteriormente  impactó en la localidad de  Lokerbbie  en el Reino Unido el 21 de Diciembre de 1988. Este atentado  fue realizado por agentes Libios. Pero incluso   este hecho tan sólo dio lugar a  un bombardeo selectivo centrado en la residencia de Gadafi  y  tan sólo durante una noche. Lo que ha ocurrido  en este caso es  totalmente distinto ya que  los bombardeos  tienen como objetivo  las fuerzas libias  para apoyar a los insurgentes e incluso de un modo más general poblaciones de ese país, y que decir de la duración de estos bombardeos que  es superior a los dos meses.
Distinta a la cuestión del control del petróleo, el gas e incluso a la posición al  contrastado terrorismo  del régimen de Gadafi tan solo  hay un asunto con la suficiente entidad para  propiciar  la acción militar de Occidente.  Se trata de la propuesta, con visos de  encontrar apoyo y desarrollo en las naciones  norteafricanas y árabes, de sustituir  el patrón  dólar o euro por el patrón oro, concretándolo en una moneda  que sería el dinar de oro.
La implantación del patrón oro, como ya aconteció   en China y todo el  sudeste asiático, pondría en peligro  la estabilidad del dólar y el euro y con ella   la  situación hegemónica  de las economías occidentales y de su situación de poderío geoestratégico.
Para comprender la importancia de la  sustitución del patrón dólar-euro por  el patrón oro, concretamente por el  dinar de oro,  es preciso tener en cuenta que  tanto  el petróleo como  el gas habrían de comprarse y venderse en la nueva moneda, con lo que  tanto el dólar como el euro pasarían  a  un  segundo o tercer puesto, y las economías  occidentales perderían su hegemonía.
Un serio problema que surgiría tras  el éxito de las fuerzas insurgentes apoyadas en el poderío  de la OTAN, es  decir si Gadafi es derrocado que parece que es lo que en estos momentos  está ocurriendo,  deriva de la constitución tribal  de la población  libia.
La población libia  está formada por una multitud  de pequeñas  tribus de familias relacionadas y sometidas  a la autoridad de un jefe tribal. Esta situación se da también en  Afganistan, donde  son precisamente los “señores de la guerra” los que  detentan el poder y por ello   ese país es un verdadero avispero.
En el caso de Libia la situación es muy similar. Gadafi  había logrado  hasta cierto punto  dominar esa difícil situación  con una mescolanza de  extraña representación tribal sometida a la “Revolución libia” y a una represión  que impedía cualquier intento  de que  alguna autoridad tribal  tomase un poder más allá de lo que  la representación revolucionaria permitiese. Cuando se  derroque a Gadafi, cosa que está ocurriendo en las últimas horas,  se creará un vacío de poder que será aprovechado por las tribus y sus líderes para   hacer de Libia otro Afganistán.
Otro problema que parece  no querer tomarse en consideración es  el referente a la extensión del islamismo radical  en ese país.
El Estado  que  dirigía  Gadafi  era de hecho  laico, cuestión esta que mantenía a sangre y fuego,  reprimiendo cualquier  crecimiento del islamismo radical. Pero  acontece que ahora  el radical grupo de “Los Hermanos Musulmanes”, con implantación en   muchas de esas tribus a las que nos hemos referido, no encontrarán    impedimento para su desarrollo, es más  el radicalismo islámico puede ser un aglutinante para la población a la hora de  unirse para combatir a los   rebeldes que serán considerados invasores al haber recibido ayuda de extranjeros  “infieles”.

Nuevamente nos encontramos con  dos cosas, por un lado con la corta visión  de Occidente a la hora de colocar  sus intereses económicos, financieros en este caso, por encima de  otros de geoestrategia  y  que permitan la  supervivencia de la  sociedad  occidental  de origen cristiano. Y por otro lado  asistimos  a como Occidente y en especial  EEUU, se sirven de  sátrapas para después dejarlos  a los pies de los caballos una vez que ya no sirven a sus intereses. Esto lo hacen sin tener en consideración que  Occidente quedará siempre en  esos países como  quiénes  apoyaron a sus verdugos.