sábado, 14 de enero de 2012

Considerar el problema autonómico sólo desde lo económico.

La grave crisis económica por la que atraviesa nuestro país, y la necesidad de reducir gastos para poder afrontarla,  ha hecho que tanto la casta política de ambos partidos como los creadores de opinión hayan puesto sus ojos, a buenas horas mangas verdes, en el sistema autonómico que  la Constitución del 78   instituyó.
A mi modo de ver, el problema, que es serio, surge  del hecho   de  considerar la problemática autonómica exclusivamente  de un modo economicista, pues con ser esta faceta sumamente  seria no es ni mucho la más importante.
El despilfarro y chorreo de dinero que la organización  autonómica produce es una realidad que nadie puede poner en duda:
-Duplicación de funciones  en una gran cantidad de funciones administrativas.
-17  gobiernos con sus respectivos presidentes y  consejeros amén de  funcionarios de ellos dependientes.
-Funcionarios para todo tipo de funciones, muchas veces inútiles, tan sólo al servicio del amiguismo y la corrupción.
-Televisiones autonómicas.
-Policías autónomas independientes.

                                                        
-“embajadas” en el exterior y ante otras Comunidades autónomas.
-Y un largo etcétera que  todos tenemos en mente.
El despilfarro pues es resulta innegable, de hecho si  el Estado central reasumiese   algunas de las funciones que han sido transferidas y que ahora  tienen los gobiernos autónomos la crisis podría ser  superada sin recurrir a  aumentar los impuestos o  a  precarizar  contratos o entrar en la denominada reforma laboral, eufemismo que esconde  la idea de precarizar las condiciones laborales de los trabajadores.

Todo esto es muy cierto, las autonomías son una rémora para nuestra economía, y en estos momentos lo son aún más.
Pero  lo triste es que la clase dirigente y los  periodistas parece que se paran en esta realidad olvidando que la más  grave problemática que  el sistema autonómico  está no en los problemas económicos que causa cuanto en el grave riesgo que causa a la Unidad de España.
Y es que  estamos ante un sistema  que promueva y da alas al secesionismo, habiendo creado   actitudes  nacionalistas y antiespañolas en zonas de nuestro país que siempre han destacado por  un arraigado amor a España.
Las  autonomías, con sus transferencias de  funciones  han conseguido que  dos generaciones vascas  y catalanas se hallan  desarrollado recibiendo  una educación   antiespañola y un rechazo   a nuestra patria  ya  que se le ha vendido una falsa  historia  en la cual España aparece como  potencia ocupante de una nación que nunca ha existido.

                                                              
España está en muy serio riesgo de  ruptura, y esto parece que no quiere ser visto por ninguno de los grupos políticos profesionales que nos ¿gobiernan? Alternativamente.
Y ninguno de los dos partidos puede arrogarse   la defensa de la Unidad Nacional, ya que tanto unos como otros  (unos apoyaron el Estatuto Catalán mientras otros hacían lo mismo con el Valenciano)
                                                                
                                                              
 ambos  han recurrido a los nacionalistas del PNV o de C y U siempre que los han necesitado para conseguir el gobierno o  la aprobación de sus presupuestos.
La economía y el poder siempre lo han puesto por encima de la Unidad Nacional.

                                                                  

El sistema autonómico ha de ser  sustituido por una descentralización exclusivamente administrativa, que no política, y  por un reforzamiento del papel de los Municipios y de las Diputaciones.

                                                                

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