martes, 17 de enero de 2012

LAS ACUSACIONES CONTRA LA ORDEN TEMPLARIA.

                                                                               


    Vamos a hacer un recorrido por las acusaciones que se vertieron contra la orden templaria para justificar su disolución  y paralelamente expondremos las explicaciones que sobre cada una de ellas se han dado, viéndose como se han  tergiversado hechos que fueron reales pero que para nada tenían el significado que se les quiso dar al formular las denuncias-falacias que se volcaron.




                                                                                

                                                                           ` 
                                                                               
Pero en primer lugar es preciso tener muy  presente que el hecho de verter mentiras y darles forma de acusación resultaba ser un mecanismo sumamente común en las intrigas políticas de aquella época. El mismo Felipe IV había recurrido al uso de esas mismas acusaciones para atacar a Bonifacio VIII. El hecho de recurrir a la  herejía como acusación resultaba algo sumamente sencillo y rentable ya que resultaba una acusación en extremo grave y que por tanto llamaba fuertemente la atención exigiendo una reparación muy dura. 
Ahora vamos a enumerar  las acusaciones de que los templarios fueron objeto y a su vez  expondremos de donde podrían provenir tales infundios así como señalaremos la imposibilidad de que tales acusaciones fuesen ciertas, el problema proviene de que no existe una mentira peor que una verdad a medias, o l o que es aun peor una  verdad manipulada, y eso es lo que aconteció con la mayoría de las imputaciones de que fueron objeto los templarios.

                                             

En primer lugar nos referiremos a esa acusación según la cual en sus capítulos provinciales los caballeros templarios adoraban y besaban un busto parlante barbado denominado Baphomet. Esta acusación resulta fantasiosa  amen de falsa, teniendo su origen en la  veneración, que no adoración, que los templarios mantenían respecto a las varias reliquias que conservaban, entre ellas las cabezas de Santa Eufemia y la de una de las vírgenes, Santa Úrsula.


                                                                              
                                                                               
                                                          
                                                                               



 En esta acusación se mezclaba la veneración señalada con la de la cabeza barbada de San Juan Bautista, de este modo se constituyó  famosa “cabeza de los templarios”. Esta acusación a su vez era una burla de la veneración de las reliquias, veneración  que por aquel entonces comenzaba a ser criticada por no pocas personas cultas, personas que sin lugar a dudar veían en la devoción que los templarios tenían hacia estas un signo de ignorancia. El hecho de que la cabeza “adorada” tuviese una  gran barba fue una forma de referir esa supuesta idolatría  a los templarios ya que estos se significaban físicamente  además de por vestir capa blanca por llevar una poblada barba.


                                                                            
                                                                             

En segundo lugar nos  referiremos a   otra imputación en la que se les acusaba de que no honraban la Misa y despreciaban la Eucaristía. Esta acusación se dirigía contra uno de los puntos más sensibles para la orden  puesto que la Santa Misa era para ellos algo fundamental en lo que ponían el mayor de los cuidados, hay que tener en cuenta que los ingresos que les llegaban a los templarios y el apoyo que  recibían de sus patronos en buena medida dependían de que sus sacerdotes celebrasen misas por las almas de sus donantes y familiares. La orden ponía especial cuidado en la liturgia y en la ornamentación de sus capilla, cuestión de la  que los templarios estaban sumamente orgullosos.
                                                                           
                                                                        
Citaremos que cuando  Jaques de Molay declaró en 1308 ante la comisión pontificia señaló que no conocía ninguna orden que tuviera una ornamentación más hermosa  o que poseyera mejores reliquias ni  de una más cuidada forma de celebrar el culto divino. Nos encontramos con que se ataca otro punto que constituía un punto de orgullo para el Temple.

En tercer lugar nos referiremos a la acusación en la que se indicaba que mantenían sodomía y relaciones homosexuales . De hecho se decía que en las ceremonias de ingreso debían de besar al que los recibía  en la boca y en el ano, además de indicarles que siempre sería mejor que yaciesen con alguno de sus hermanos antes de fornicar con  una mujer, por lo  que no habían de negarse al requerimiento que cualquier hermano pudiese hacerle para yacer con él.
En lo que hace referencia  a la cuestión de los  besos es preciso señalar que el beso en la boca u ósculo era una parte más de ritos  a modo de lo  que acontece en la  actualidad en no  pocas culturas como signo de saludo. En el medioevo el ósculo era junto a la entrega de una espiga y las manos juntas cogidas entre las manos del señor parte del ritual del contrato feudal, por lo que no seria extraño que pudiese formar parte del ritual de ingreso en la orden.
El beso en el ano es ya otra cuestión, pero resulta del todo lógico pensar que una acción tan claramente sodomita impediría que el Gran Maestre pudiese recibir de sus hombres el respeto y obediencia que la orden precisaba.
                                                                             
                                                                               
Cuando nos  referimos a la cuestión de la homosexualidad, que sería no sólo permitida sino alentada, es preciso poner en  relación esta cuestión con el hecho de que según la misma  regla de la orden los caballeros  podrían compartir el mismo lecho en situaciones excepcionales como era en momentos de batalla. Pero  la misma regla señala con claridad que el comportamiento sodomíta esta prohibido y fuertemente penado.. Pero lo fundamental es ver en esta acusación un ataque a otro aspecto que envidiaban o ridiculizaban sus enemigos, la castidad, como antes habían ridiculizado la barba, la devoción por las reliquias  o la belleza de sus capillas y su rica y cuidada liturgia.

En cuarto lugar vamos a señalar la acusación que se refiere a que los templarios se comportaban como musulmanes y que esto ocurrió así debido a que esto se debió al contacto que tuvieron con estos en Tierra Santa.
Pero si hubiese sido verdad que los templarios habían apostatado y abrazado el Islam hubiesen empezado a conducirse como verdaderos musulmanes y no se habrían convertido en caricaturas de lo que realmente eran los musulmanes. La forma en la que los musulmanes eran considerados en la mente del occidente cristiano de la época  se centraba en el supuesto componente mágico que se les atribuía más   que  en la religión que procesaban  o en las costumbres que tenían, y curiosamente fue  precisamente en la magia en lo que se centraron  las acusaciones que contra los templarios se  vertieron. Esto demuestra claramente la falsedad de esta acusación. Existe otra razón que echa por tierra la acusación que sitúa en la orden templaria el recurso a la magia. Lo cierto es que en la Edad Media la magia era una sabiduría extremadamente culta, una ciencia que  era casi siempre recogida en libros escritos en latín, una lengua que por cierto no era conocida por los templarios que solían ser unas personas que no sabían sino escribir su nombre y recitar de memoria los pater noster. Pocos eran los que sabían leer en latín. De ahí la imposibilidad de que los templarios poseyeran nociones sobre  magia y mucho menos aún que la pusiesen en práctica.

                                                                             

Y en quinto lugar nos encontramos con que también se les acusó de que personas laicas de la orden, y que por tanto no  estaban investidas de este poder, perdonaban pecados. En este caso hay que tener en cuenta que la mayoría de los caballeros templarios carecían de la mínima formación que les permitiese reparar en la diferencia de lo que es perdonar un pecado, cosa esta que tan solo puede hacer un sacerdote , y lo     que  era el perdón que aplicaba el senescal o el oficial de la encomienda sobre faltas a la regla que de por sí no constituían pecado. Fue de esta falta de discernimiento de donde seguramente surgió tal  imputación.


                                                                                  

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