miércoles, 19 de marzo de 2014

Da pena y asco.



                                                                           

La absoluta dictadura que sobre las mentes, e incluso sobre los sentimientos,  ejerce el  pensamiento políticamente correcto está adquiriendo entre nosotros un nivel que resulta nauseabundo.

Acaba de fallecer en el condado de Treviño una pequeña de tres años debido a que al no ser vasca y no pertenecer a esa Comunidad. La ambulancia solicitada para trasladarla no se envió, la razón-excusa era que la niña, gravísimamente enferma, debía ser atendida por  la Comunidad de Castilla León, y no por el más cercano centro de Vitoria que estaba en la Comunidad Autónoma Vasca.

                                                           
Este tristísimo acontecimiento, como no podía ser menos, ha sido noticia en los medios de comunicación. Pero ni de lejos este terrible suceso ha levantado la escandalera  de altisonantes declaraciones que la castuza política y periodística hubiesen alzado  si en lugar de ser una niña española la que fallece por falta de socorro, hubiese sido  un subsahariano el que hubiese muerto al intentar  entrar ilegalmente en España saltando la verja de Melilla. Hasta este grado de degeneración mental y moral hemos llegado, primamos la salud de los otros a los de los nacionales, consideramos con más derecho al ilegal que al que es legal.

                                                          
El buenísmo maricomplejín  fomenta que las fronteras de nuestro territorio sean violadas a diario, y lo fomenta al premiar todos los que ilegalmente lo hacen con  comida, techo y apoyo sanitario de los que muchos españoles carecen.

Eso sí, nuestro ejercito interviene  instalando tiendas de campaña para que se puedan cobijar  los que nos invaden, en lugar de impedir que lo hagan.

                                                        


                                                      

Estamos sometidos a un pensamiento que lejos de considerar la realidad nacional y ver en la civilización occidental un lucero, aplaude y admira todo lo que venga de fuera.

Lejos de considerar la civilización occidental: heredera del derecho romano, de la filosofía griega y de la moral cristiana como la más avanzada de la  humanidad, hemos caído en admirar cualquier otra cultura y ver en la propia la culpable de los problemas del mundo.

Es así que ha anidado en las mentes y corazones de una inmensa mayoría, de los occidentales en general y españoles en particular, una suerte de complejo de culpabilidad que lleva implícito ese ñoño e irresponsable buenismo que terminará por acabar con nuestra civilización y nuestra patria.

                                                               

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