martes, 16 de abril de 2013

Una Constitución muy falsa.



                                                                         




Desde hace más de tres décadas se nos pretende hacer creer que la realidad de gran cantidad de cuestiones fundamentales encuentra su origen y que su defensa se justifica en el texto  de la Constitución de 1978.

Los políticos, los medios de información (¿?)  y los creadores de opinión pública en general: tertulianos especialistas en nada, escritores de medio pelo y otros fabricantes de buñuelos de humo no hacen otra cosa que referir y hacer derivar todo, inclusive cuestiones tales como la unidad de España y su continuidad de  la Carta Magna que desde 1978 rige el ordenamiento legal  y con ello el funcionamiento social de nuestra Patria.

La idolatría que  hacia esta Constitución muchos parecen  sentir  es propia del pensamiento liberal sobre el que esta se sustenta. 
Siendo así que para el pensamiento liberal, la Verdad, con mayúsculas,  no existiría en tanto categoría  absoluta. Lo único que reconoce y acepta  es una verdad, con minúsculas, contingente  a la expresión de  la voluntad popular, plasmado en este caso en la Constitución  al haber sido votada por la población. Este sería pues el origen y justificación de  la Ley de leyes.

Pero acontece que conferir a la Constitución del 78 un valor cuasi-divino debido a su respaldo popular resulta sumamente peligroso, y lo resulta   dado que cuestiones fundamentales como  la existencia misma de  la Patria , la defensa de su Unidad e incluso el derecho a la vida podrían ser puestos en cuestión e incluso negados si  el origen de   la Constitución dejase de ser popular o la voluntad popular hubiese sido  manipulada desde la ilegalidad.

Y precisamente esto es lo que aconteció con la Constitución a la que nos estamos refiriendo, tal y como en la  presente entrada podremos comprobar.

La Constitución aprobada el año 1978 fue fruto de un  gran engaño, de una mentira que conculcaba la legalidad.

Esta conculcación  de la  llevaba aparejada  que la población no estaba votando lo que  se le decía, elegían  a unos representantes los cuales posteriormente se adjudicarían unas prerrogativas distintas y la legitimidad popular de la que tanto se habla dejaba de ser tal.

Lo señalado se refiere a que  una Constitución tan solo puede ser redactada y aprobada por aquellos que hayan sido elegidos para tal menester mediante una elección a Cortes constituyentes y no  a Cortes generales o legislativas como fue el caso que nos ocupa.

Para que no quede la más mínima duda respecto al tipo de  Cortes que fueron elegidas y a las que el pueblo dio su voto vamos a reproducir el decreto por el cual se convocaban las elecciones de las que después saldrían aquellos que redactarían y aprobarían, de modo ilegal,  la tan venerada Constitución:



“Real Decreto 679/1977 de 14 de Abril, por el que se convocan elecciones generales a las Cortes españolas:

Acordadas por las Cortes Españolas la Ley de Reforma Política en su sesión plenaria del 18 de Noviembre de 1976, sometido su texto a referéndum el 15 de Diciembre del mismo año, promulgada en 4 de Enero de 1977 y publicado el Real Decreto Ley20/1977 de 18 de Marzo sobre normas electorales para regular las elecciones al Congreso de diputaos y Senado que han de constituir las Cortes Española, en cumplimiento en cuanto se dispone el artículo 28 del citado Decreto Ley.
En virtud a propuesta del Presidente del Gobierno y previa deliberación del  Consejo de Ministros en su reunión del día 15 de Abril de 1977 dispongo:

Artículo  único: Se convocarán ELECCIONES GENERALES* para la constitución del Congreso de los diputados y del Senado, de las Cortes Española. Las votaciones se celebrarán el día 15 de Junio de 1977, con sujeción a cuanto se establece  en el Real Decreto –Ley  20/1977 de 18 de Marzo, sobre normas electorales.

Dado en Madrid a 15 de Abril de 1977-Juan Carlos I- El Presidente del Gobierno Adolfo Suarez Gonzalez.”



*El subrayado y las mayúsculas  son mías, para destacar  el tipo de elecciones convocadas.

De este "detalle" se infiere hasta que punto  se ha engañado al pueblo español, y se le continúa engañando, presentando la Constitución como si fuese el culmen de la voluntad del pueblo y el principio de una nueva era.
Cuando desde su origen no es otra cosa que ilegalidad sumada a engaño.

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