jueves, 11 de abril de 2013

El conflicto de Corea y los intereses.


                                                                                      



 Cuando hacemos referencia a eventos  de calado internacional actúan fuerzas e intereses  que sobrepasan con mucho  lo exterior a lo que asistimos a través de los medios de comunicación.
 Ocurre por regla general que nos fijamos exclusivamente en la superficie, y es que centrándose tan solo en lo espectacular  de  la noticia el contexto y lo  fundamental desaparece,  permitiéndonos vivir en esa forma de autoengaño que nos permite llevar una vida tranquila alejada del conocimiento del trasfondo  que da razón al suceso.  Esto es así aunque  para ello debamos aceptar vivir  instalados en  la artimaña de creer en lo que aquellos que dirigen los acontecimientos nos aportan  a través de unas agencias de prensa, televisiones  y periódicos subordinados a sus dictados e intereses.

Vamos a dedicarnos ahora a tratar precisamente esos  acontecimientos de alcance internacional que de un modo tan sesgado y cuidadosamente manipulado  nos aportan los medios de información (¿?).

Esos acontecimientos de carácter internacional que nos golpean un día si y otro también mostrando enfrentamientos entre naciones, ataques terroristas y  potenciales  amenazas contra nuestra seguridad e incluso nuestras vidas no hacen sino  encubrir una estrategia perfectamente  diseñada para de este modo lograr objetivos que de otra manera nunca podrían ser alcanzados: objetivos geoestratégicos, económicos o políticos.

Es así que las acciones de bandera falsa como el 11 S, el 11 M, Pearl Harbor, o los hundimientos del Mayne y  del  Lusitania, al igual que las mentiras y falsificaciones más o menos burdas como  las nunca encontradas, pues no  existieron, armas de  destrucción masiva de Irak y los  peligrosos componentes de la  inexistente red Al-Qaeda, creación de la CIA, han logrado sus objetivos inmediatos

Con el autoatentado del 11 S se consiguió que la opinión pública norteamericana aceptase, e inclusive aplaudiese,  la invasión de Irak y Afganistán. Varias décadas antes con el ataque a Pearl Harbor consiguieron la entrada en la Segunda Guerra mundial. con el hundimiento del Mayne  la entrada en guerra con España y el posterior control del territorio cubano, y con  el ataque al transatlántico Lusitania entrar en la Primera Gran Guerra y  tras la victoria sobre Alemania aumentar su poder en Europa.

La acción  terrorista  contra el Word Trade  Center, porque eso fue aunque los autores formasen parte de la inteligencia de la nación atacada, logró también la aprobación y aplicación de la llamada  Acta Patriótica que despoja  de  muchos de sus derechos civiles a los ciudadanos para concedérselos  a un estado  cada vez más parecido al  que nos presenta Orwel  en 1984.
No podemos pasar por alto los inmensos beneficios que la industria armamentística  obtuvo  al  tener que dotar de nuevo material bélico a las Fuerzas Armadas USA. Cuando su  ejército  entraba en acción.

Al Qaeda, la fantasmal creación de la Central de Inteligencia Americana, se ha convertido en la perfecta pantalla a través de la cual aplicar  el terror y justificar las acciones de represalia yankis.

Aunque por supuesto   las acciones  e intervenciones bélicas esconden también tras de sí  intereses  como los que más arriba han sido apuntados, como veremos no es esta la única de las modalidades a las que recurre el  poder político  y militar de los actuales dueños del mundo, aunque  los verdaderos dueños son los que mandan sobre los que mandan.
Los recientes movimientos de liberación de la denominada Primavera Árabe para nada han sido  espontáneos, han sido provocados e instigados por los servicios de inteligencia occidentales. Realmente, sin saberlo, la oposición a Gadaffi  no buscaba  en Libia, como ahora ocurre en Siria, otra cosa que acabar con regímenes que resultan incómodos para los intereses del imperio y sus mariachis.
 El caso de Libia es paradigmático, pues al pretender Gadaffi sustituir el patrón dólar por el patrón oro y abrir el comercio del crudo también al euro ponía en peligro la hegemonía monetaria, económica y por tanto política de los Estados Unidos en la zona. Solución, derrocar al líder libio provocando un “ espontáneo” levantamiento popular que  daría lugar a un ejercito insurgente el cual sería convenientemente sustentado   logística y militarmente por la CIA y la OTAN, contando con el apoyo de mercenarios y unidades especiales infiltradas. Finalmente se llevarían a cabo acciones  militares abiertas y directas bajo el paraguas  legal de la ONU.
Curiosamente Sadam Hussein pretendía lo mismo en Irak.
Ahora Siria es el objetivo puesto que se precisa de su territorio  para un ataque a Iran con posibilidades de éxito. Nuevamente  el mismo sistema aplicado con éxito en Libia se aplica contra el régimen de Basar al Assad: revueltas  populares, formación de  un ejército insurgente apoyado  logísticamente por la OTAN y la CIA, mercenarios y  probablemente se terminará con un ataque militar directo por parte de la aviación  occidental, contando por supuesto con el apoyo de alguna disposición de la ONU.


En estos momentos  se ha desencadenado un conflicto en la península coreana. En este caso los factores que  intervienen son muchos y de muy distinto orden, ahí radica en gran parte su peligrosidad, tanto en ello como en la  gran acumulación de material militar ofensivo, inclusive nuclear que se da en la zona.

No hay que pasar por alto que Corea del Norte ha sido marcado por la administración USA como uno de los miembros  de la “alianza del mal”. Esto la pone en guardia dado el intervencionismo militar que EEUU  ha tenido en todas las partes del orbe con el fin de imponer la pax  USA, para lo cual nunca ha dudado en derrocar militarmente a los regímenes  que considerase oportuno.

La potencia nuclear de Corea del Norte  no es como la de Iran que está en proceso de formación sino que está plenamente desarrollada y  tiene una fuerte capacidad ofensiva.
Tampoco   se puede  olvidar  que China y Corea del Norte tienen suscrito  un tratado de mutua defensa, al igual que  Estados Unidos lo tiene con  Corea del Sur y con Japón.
Como se puede deducir de todas estas circunstancias la situación es,  nunca mejor dicho, explosiva.

Ahora bien, tal y como al principio hemos señalado, existen  razones de hondo calado geoestratégico que explican los movimientos que en esta peligrosa partida de ajedrez  las diferentes potencias llevan a cabo.

Por un lado estaría  el interés  norteamericano por no perder influencia en la zona de Extremo Oriente, intención esta que entra en abierta contraposición  con  el propósito  de China y de Corean del Norte  de no caer en la orbita del FMI y del Banco Mundial, o lo que es lo mismo que decir de  USA  y de la UE.

Por otra parte  EEUU precisa de  conflictos, ya sean estos abiertos o  de mera disuasión,  para que la imponente y fundamental industria armamentística pueda continuar funcionando, y más en esta situación económica de práctica bancarrota por la que atraviesa  los Estados Unidos.
En esta práctica bancarrota  USA tiene en la deuda, aproximadamente el 20% del PIB mundial, uno de sus más grandes problemas.
Esta inmensa deuda la ha adquirido en su practica totalidad  la república China. Siendo esto así, China no  está dispuesta a que un país cuya economía está  en sus manos controle y tenga un papel preponderante en su zona de influencia.

                                                                

A todo esto hemos de sumar el papel de Rusia, la cual se siente en estos momentos también  acosada por  los Estados Unidos, debido al  despliegue de misiles  USA  para crear un escudo antimisiles que  rompería el  equilibrio  nuclear que desde la Guerra Fría  colocándola  en inferioridad de condiciones.. Esto y  el aumento de la influencia de USA en Oriente Medio, unido a la tensión con Siria e Irán  coloca a esta superpotencia muy próxima a China.

Como puede verse la situación es sumamente complicada.

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