domingo, 20 de noviembre de 2011

la trampa del euro

El sistema monetario en el cual nos encontramos inmersos es en realidad una trampa que el eje franco-alemán tiende al resto de economías europeas, especialmente a las mediterráneas. Y no se trata de una broma, es en realidad un modo muy efectivo de controlar las economías de los países sureños para  de esa forma  deshacerse de cualquier tipo de competidor económico y poder de la misma forma convertir en verdaderos protectorados a naciones que poco a poco irán  cayendo  bajo el control absoluto de la antes citada alianza que forman  Francia y Alemania. 
En primer lugar es preciso  señalar que no tiene sentido alguno que economías muy diferentes, con políticas fiscales  distintas, niveles de vida que varían bastante y con problemáticas que a su vez difieren sustancialmente  tengan una moneda común.
                                                                           
Y es que tener una moneda  común lleva aparejada una dirección económica similar.
Pero ocurre que  las prioridades para unos pueden no ser las mismas que para otros, es más puede que  lo que sea positivo aplicar  para unas economías y sus problemáticas  resulte sumamente negativo para otras.
Mientras que la problemática que más importancia tiene para la economía de Francia y Alemania es la referida a la deuda, para países como el nuestro es el del desempleo. Y ocurre que las medidas  que se toman para combatir el crecimiento de la deuda y  aquellas otras que han de aplicarse para  frenar el crecimiento y rebajar el desempleo son no sólo diferentes si no que resultan incluso incompatibles.
Pero el BCE (Banco Central Europeo), que es el que marca las  directrices económicas de los países que forman parte de la “eurozona”  está de hecho dominado por las economías más potentes de la zona euro, Francia y Alemania siendo así que  este Banco de la moneda común va a  marcar una serie de normas que pueden resultar, como de hecho ocurre, muy perjudiciales para  la verdadera problemática de algunas naciones.

No hay que ser un lince para darse cuenta como las “indicaciones” que da el BCE, junto a las calificaciones de las agencias de riesgo están poniendo contra las cuerdas a casi todos, por no decir todos, los países comunitarios del sur de Europa  más Irlanda.

Una  información que se hizo pública hace dos días pone de relieve hasta que punto todo lo apuntado anteriormente resulta  verdaderamente una villanía, un juego sucio para lograr el poder económico y derivado de él, el poder político.
Me refiero a la información sobre el inmenso gasto  militar que en el último año había realizado Grecia, a pesar de su gravísima situación económica.
El Estado heleno compró  submarinos a Alemania y Fragatas a Francia por valor de  6000 millones de dólares, según autoridades griegas esta compra era parte de un acuerdo secreto para que el BCE “rescatase” económicamente a Grecia. Alemania y Francia fueron los países que desarrollaron una mayor actividad para que Grecia controlase su gasto y controlase su inmensa deuda.
                                                                                    
No hay que olvidar que   la situación  económica se mide tanto por  las  primas de riesgo como por las calificaciones que realizan las agencias de riesgo.
Y tampoco hay que pasar por alto que  se lleva produciendo  desde hace años una inflación que encubren los estados, inflación  que  aumenta la  diferencia económica entre países y entre grupos económicos dentro de un mismo país, puesto que de hecho  el aumento de los sueldos  varía en función del IPC ( Índice de Precios al Consumo), y si los precios aumentan pero tal aumento no es reconocido por los estados, los sueldos perderán  de modo continuado poder adquisitivo.

El haber tomado el euro como moneda  prescindiendo de la moneda nacional, la peseta, nos ha hecho dependientes de cualquier decisión  exterior a nuestros verdaderos intereses, ha recortado, por no decir cercenado, nuestro margen de maniobra para llevar una  política nacional independiente y autónoma, nos ha convertido en  títeres de  los intereses franco-alemanes.
                                                                                   

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