martes, 22 de noviembre de 2011

Alzheimer, cuando la comunicación se complica.

El hecho de comunicarnos de por sí resulta  complicado, trasmitir información de una fuente a un destinatario, eso es la comunicación,  exige  además de expresarse y de entender,  interpretar la comunicación no verbal del otro.                     
Pero al interesamos por la comunicación con personas que padecen la enfermedad de Alzheimer, hay que señalar que tienen dificultad para expresarse y para comprender, olvidan rápidamente lo que se les dice, repiten lo mismo una y otra vez y cuentan historias sin lógica.
Para comunicarnos con ellos deberemos utilizar ciertas estrategias:

Un aspecto previo al contacto con enfermos de Alzheimer tendrá en cuenta que los enfermos no tienen  voluntad de irritar, el enfermo es una víctima y de nosotros depende superar esas dificultades.  Irritarse o   enfadarse no es la solución, es añadir un problema más.

-En primer lugar, y antes de iniciar la comunicación tenemos que captar su atención, para ello nos situaremos frente a él o le tocaremos suavemente (preferiblemente con dos golpecitos).
-Una vez que hemos atraído su atención le llamaremos por su nombre, hablándole despacio y proporcionándole seguridad con una sonrisa y tomándole del brazo).
-Es muy importante que le  hablemos como a un adulto, sin  utilizar diminutivos ni recurrir a los tonos de voz que se usan con los niños pequeños. Cuando nos dirijamos a él hablaremos en segunda persona del singular  (¿cómo estás?) sin recurrir al nosotros ((¿cómo estamos hoy?), puesto que parecería que tratamos con un bebe.
-Cuando le hablemos debemos simplificar lo que queremos decir, evitando largas parrafadas, iremos directamente al grano.
-En toda comunicación es siempre importante que escuchemos, pero en estos casos aún más, ya que necesitaremos mayor atención a la hora de entender, y el enfermo necesita mucho sentirse atendido. La atención la mantendremos con interés preguntando sin irritarnos cuando no se le entienda, hay que tener en cuenta que  aunque en ocasiones lo que dice carece de sentido escucharemos siempre esperando entender.
-Cuando queramos preguntarle algo , limitaremos las alternativas de respuesta, por ejemplo, en lugar de   “¿qué quieres comer hoy?”, preguntaríamos: “¿qué prefieres huevos , chuletas o pescado?”.
Debido a los problemas de memoria evitaremos la expresión “¿no recuerdas...?”, resulta a veces humillante reconocer los fallos y hace que se sienta peor.
-Una vez que le hallamos preguntado  daremos oportunidad de responder, puesto que un silencio puede significar que está concentrado para comprender o busca una respuesta. Si tras 1 o 2 minutos no responde repetiremos la pregunta de la misma manera y no nos adelantaremos a dar una respuesta. 

Debemos  tener presente que podemos ayudar al enfermo, cuando no esté muy  afectado , mediante una lectura adaptada a sus gustos y posibilidades. 
Y nunca olvidemos que  en sus actitudes no hay nada personal contra nosotros, de manera que  no debemos ver sus repeticiones, manías o cualquier otra problemática como algo personal que  parte de su voluntad, si no como una consecuencia lógica del trastorno que padece.
Otra cosa que hemos de tener siempre en cuenta es que aunque no  entiendan nuestras palabras perciben nuestros sentimientos y el carácter positivo o negativo de nuestras actitudes.
                                                                               
                                                                              

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