lunes, 28 de noviembre de 2011

El peligro islamista en Marruecos.

 El resultado de las recién celebradas elecciones en Marruecos  me mueve a presentar cual es la realidad del islamismo en este país, nuestro vecino del sur. Y no nos dejemos engañar por eso de que han vencido los musulmanes  moderados, porque los términos musulmán y moderado son incompatibles.


 En primer lugar es preciso que contextualicemos esta temática en una situación internacional en la que todo Occidente está siendo objeto de una agresión por parte de los grupos islamistas radicales. Esta agresión toma cuerpo y no se reduce a la mera propaganda. España, por su proximidad geográfica a un pueblo musulmán como es Marruecos y por ser un país que es considerado apostata resulta ser un objetivo más que potencial, como puede comprobarse en los terribles atentados de Madrid y en el atentado contra la Casa de España en la ciudad marroquí de Casablanca.
En este estado de cosas resulta de sumo interés  conocer cual es la situación del islamismo radical en nuestro vecino del sur.

Lo primero que resulta fundamental es conocer cual es la realidad del islamismo, que a diferencia de lo que pudiera parecer no es una corriente religiosa o espiritual si no una opción política y social, que basándose en Corán pretende imponer a la sociedad una manea concreta de entender las relaciones humanas, una legislación y un orden determinado. El Corán presenta una gran cantidad de normas, de  castigos y ordena los comportamientos. La Sharia, la legislación del Corán sería la máxima aspiración de los islamistas radicales. Nosotros, los “infieles” no podemos esperar ningún tipo de  misericordia por parte de aquellos que nos colocan en esa parte del mundo que debe ser conquistada para que rinda culto a Alah, el Dar al Islam.
                                                                                  
La deriva fundamentalista en la actualidad está muy extendida por todo el orbe, desde  Pakistán a Egipto y desde Arabia Saudita a Irán. Pero es preciso señalar que los estados sobre los que los islamistas radicales tienen un mayor empeño en actuar son precisamente esos que los occidentales consideramos como más  avanzados o moderados, y esto es así debido a que los islamistas radicales ven en ellos, Marruecos sería uno , la puerta de entrada del imperialismo ateo en las tierras del Islam. De ahí su interés en influir y en desestabilizar esos regímenes.

En Marruecos, debido a lo que hemos señalado el fenómeno islamista no es algo que se pueda considerar ajeno a su población ya que se encuentra bastante instalado, como ha podido verse en los resultados de las recién celebradas elecciones generales en el reino alaui. Esto es una realidad por mucho que la monarquía alaui halla conseguido vender entre los países de Occidente una imagen distorsionada y  absolutamente moderada.
La  realidad del reino marroquí no es para nada moderada, si no que se encuentra instalada sobre una organización y un orden religioso en el cual el rey, supuestamente descendiente del Profeta, ostenta el título de guía espiritual del pueblo, considerándosele  como la máxima autoridad civil y religiosa (cosas que en el Islam van indefectiblemente unidas).

A pesar del ascendiente sobre todo lo que tiene que ver con lo religioso, y aunque el control de la monarquía alauita es férreo , no le ha sido posible evitar que hallan ingresado en el país corrientes desviacionistas   de cariz radical. Estas novedosas corrientes han encontrado en una parte nada desdeñable de ulemas e imanes un buen caldo de cultivo. La difusión entre la población no ha resultado nada difícil puesto que de por sí los súbditos del  reino tienen una interpretación rigurosa del Islam.

La Administración marroquí, consciente del peligro que lleva aparejada la extensión de unas posiciones radicales entre las amplias bolsas de pobreza y miseria de la población, y el peligro que esto puede constituir para el orden social  establecido, ha impuesto un riguroso control, aunque desgraciadamente el esfuerzo realizado parece no haber tenido éxito.
En 1964 la administración marroquí creó un centro de  estudios superiores para la formación de ulemas e imanes, para de este modo controlar posibles desviaciones . A esto hay que sumar que las mezquitas dependen  de la administración y que resulta precisa una autorización expresa de esta para la construcción y apertura de alguna nueva. Pese a ello los datos parecen indicar que el éxito de estas medidas ha resultado ser poco menos que un fiasco.
De las casi 32000 mezquitas existentes en Marruecos solamente 8659 dependen de la administración, el resto escapan totalmente a un control que pueda impedir esa deriva islamista.

Aunque se ha señalado de pasada, hay una realidad social que es la pobreza y la desesperación  presente en la juventud marroquí, que  hace que amplísimas capas  de la población  sean el caldo de cultivo propicio para que se materialice y extienda un islamismo que puede llegar a sus más radicales extremos,incluso al terrorismo yihadista.
La desesperación y la ausencia de una perspectiva de futuro lleva a que muchos jóvenes encuentren en la religión, y cuanto más extrema mejor, ese lugar donde encontrar un lugar en el que sentirse  acogidos

En Marruecos los partidos políticos permitidos  o tolerados por el régimen tienen un papel fundamental entre la población. Algunos como el Istiglal están muy apegado a la idea de que las instituciones políticas han de verse confundidas con la doctrina propia del Islam. De hecho el fundador de este partido era partidario de la aplicación de la Sharia, ley islámica.


También en Marruecos, y a un nivel más bajo al de los partidos que son tolerados, nos encontramos con asociaciones de ideología y corte islamista cuyo plan es el de islamizar plenamente la sociedad así como las instituciones de gobierno y la legislación.

Para controlar  estos grupos y las influencias islamistas Hassan II recurrió a un partido político, el MPDC, con el  que pretendía atraerse a los más radicalizados y de esta manera tenerlos al menos controlados. El problema surgió cuando el jeque Yassin, dirigente de la más importante asociación islamista de Marruecos, se negó en redondo a integrarse en el partido que había sido creado.

Con la llegada al trono del Mohamed  VI  el nuevo rey recurre a otro partido, el PJD, el cual tiene un nivel reivindicativo más bajo pero que ha llegado a ser la tercera fuerza política del país en lo que hace al número de escaños. Este partido mantiene exteriormente  posiciones  muy civilizadas  y modernas, aunque la teoría política que defiende resulta ser muy reaccionaria, tanto que podría tacharse de islamista.  El PJD llegó en el año 2000 a plantear cuestiones  como la prohibición de la comercialización del alcohol, rechazar los planes de integración de la mujer en la vida social y laboral o proponer que el sistema bancario del país se rigiese por las normas que plantea el Corán.
El nuevo rey tomo plena conciencia de la gravedad ante la que se encontraba cuando tuvieron lugar los atentados que se desarrollaron en Marruecos el año 2003, este hecho llevó aparejado un cambio en la actitud de Mohamed VI. Este PJD es el que ahora en el 2011 ha ganado por mayoría las elecciones  de Marruecos.
La actitud del rey tomó dos vías , si por un lado se dedicó a reprimir a los grupos salafistas, por otro buscó controlar aquellos grupos islamistas más moderados.

Lo que resulta importante para la seguridad, tanto del mismo Marruecos como de los países europeos,  es conocer hasta que punto está desarrollado y enraizado el movimiento islamista en nuestro vecino del sur. Desgraciadamente hay algo que resulta innegable, y es que el islamismo es fuerte en Marruecos.
Una prueba de esa fortaleza y de su infiltración , incluso en el ejército, la  obtenemos de que el mismo Mohamed VI se ha visto obligado a adoptar medidas en lo que hace a este tema en el terreno militar.
Algunos informes de la Dirección militar le advertían de que las fuerzas que Marruecos tenía acantonadas en el Sahara Occidental eran vulnerables al proselitismo islamista, cosa que según otras informaciones se encuentra generalizada no solamente en el ejército si no entre las distintas capas de la sociedad marroquí.
Una vez conocida esta difusión del pensamiento islamista en la sociedad marroquí, el paso siguiente sería el de conocer hasta que punto esos islamistas están dispuestos a practicar la violencia, y más cuando  los acontecimientos han puesto de manifiesto la incapacidad de las fuerzas de seguridad de este país para combatirlos de forma aceptable.

Comenzaremos por referirnos al profesor Magrauí, el cual fundó el movimiento salafista. Este movimiento, al igual que el resto de los movimientos islamistas, rechaza cualquier sistema político que provenga de Occidente o cualquier movimiento islamista que considere débil.
El profesor Magrauí se dedicará en primer lugar a crear escuelas coránicas repartidas a lo largo de todo el país. Después de esto creará una serie de grupos de carácter violento para actuar amparados en la doctrina salafista y en la yihâd. Cada uno de estos grupos contaba con la experiencia y el fanatismo de uno de los denominados “afganos”, es decir islamistas radicales que habían combatido en Afganistán.

En Marruecos, junto a la doctrina salafista conviven otras dos corrientes islamistas de tipo violento.
Una de ellas resulta ser una extensión de la red terrorista Al-Qaeda, que en el país magrebí es de una importancia menor.
El segundo grupo es el realmente peligroso puesto que es más peligroso, violento e imprevisible, nos estamos refiriendo al GICM (Grupo Islámico Combatiente Marroquí), el cual también se encuentra relacionado con la red Al Qaeda.
En estos momentos el peligró, más que en la actuación de los grupos, se encuentra en que los países del norte de África  han sido elegidos por el mismo Bin Laden como zonas de reclutaminto.
Ahora bién, hay que tener muy presente que los comandos terroristas suelen recurrir a inmigrantes presentes en el país donde se piensa atentar, como ocurrió el 11 M o incluso a musulmanes de segunda generación presentes en el país, como aconteció en los atentados en Londres.


Y mientras el islamismo radical, aún vestido con piel de moderado, nosotros mirando para otro lado al apoyar la llamada  "primavera árabe", que no es si no una treta de los islamistas para imponer su radicalismo en el norte de África y penetrar también en Europa. Marruecos está  muy cerca y es un potencial peligro para  España. 
Para ver hasta que grado de   desconocimiento de la realidad respecto al peligro islamista se llega,  sólo hay que ver como el PP rápidamente se ha dirigido al PJD para felicitarle por su victoria. 
                                                                                 

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