miércoles, 11 de enero de 2017

La fealdad mata la identidad europea.




                                                                             

Cada vez estoy más convencido de que tenemos lo que nos merecemos, porque nuestra cobardía a la hora de defender lo nuestro, nuestra identidad y nuestro ser, nos hace merecedores de todo lo que está padeciendo Europa. Son incontables los ataques que recibimos desde fuera por parte de la inmigración islámica, subsahariana e incluso de la procedente de lejano oriente, nos plegamos a todo lo que llegue de fuera a la par que menospreciamos todo aquello que tenga que ver con lo nuestro.
Pero más grave aún que el ataque que podamos recibir desde fuera es lo que el enemigo ha logrado implantar en nuestras sociedades. El enemigo es ese pueblo que se cree superior a toda la humanidad al considerarse el pueblo elegido, y actúa con tanta saña contra Europa y los europeos dado que la realidad histórica, las conquistas tecnológicas, el haber alcanzado el culmen del arte, la filosofía y la fe lo hace consciente de que no son otra cosa que una excrecencia histórica que se mueve por el odio, la envidia y el victimismo.

                                                             


Frente a una Europa  magnífica.
                                                              




Pero a pesar de todo ello han logrado que nuestra civilización y nuestras sociedades se hallan envuelto en un manto de desesperación derivado de multitud de complejos que ellos han inoculado.
Antes que nada, y como cimiento sobre el que levantar el resto, nos encontramos con un complejo de culpabilidad referido a toda nuestra historia, todos los males de la humanidad son vistos como responsabilidad nuestra, lo malo es visto como algo general mientras que lo bueno es obviado o considerado consecuencia del interés. De ello ha derivado una supuesta obligación moral de Europa hacia el resto de los pueblos de la tierra, lo cual mueve a un sentimiento suicida de endofobia.

                                                        



Consecuencia de este rechazo hacia todo lo nuestro y de esa supuesta obligada reparación que deriva de la mala conciencia que nos han inculcado surge el proceso que nos ha llevado a mutilar la fe, las artes e incluso el concepto mismo de belleza. A la par que todo ese conjunto de cosmovisiones no evolucionadas, esa moralidad salvaje y esas artes inexistentes procedentes de África han pasado a verse como fruto de una conducta natural y desencorsetada opuesta a la reprimida identidad europea.
El último y triste evento que viene a poner de manifiesto todo esto que acabamos de exponer es la elección como Miss Helsinki 2017, la elección ha recaído en una chica de origen africano cuyos patrones raciales se apartan absolutamente de los de la bella raza nórdica.

                                                                   

Para más inri nadie puede negar que es fea, aunque el relativismo cultural dirá que la belleza es algo subjetivo para cada cultura, y ahí está el quite de la cuestión. Para esta elección se ha tomado como punto de referencia el concepto de belleza que puede existir entre las tribus africanas respecto a los de su raza, es decir se trata de combatir nuestra identidad cultural para intentar solucionar ese complejo de culpa que sufren los europeos.
La elegida como Miss Helsinki en el 2017 es Sephora Ikabala, que como se puede ver en la fotografía además de no tener nada que siquiera se acerque a la idiosincrasia nórdica es fea.

                                                                


Realmente el declive identitario y cultural cae de manera inconcebible, basta con ver la imagen de la elegida como Miss Helsinki en el 2016, Aitolehta Ronkea. No hay color, nunca mejor dicho, de lo bello a lo horrible en sólo un año.

                                                             



Pudiera parecer que hemos tratado un tema trivial al referirse a la elección de una Miss, pero desde mi punto de vista esto no deja de ser un síntoma más de la decadencia identitaria europea.

3 comentarios:

  1. Es muy triste ver esa deriva suicida de nuestra raza y su cultura y muy pocos quienes, como tú, se atreven a denunciarlo. Hemos de reaccionar antes de que sea demasiado tarde.

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  2. Roman, no se si me engaño y confundo mis deseos con la realidad pero creo que en estos últimos años una parte, pequeña por ahora, de los europeos estamos despertando y si no es aún tarde podrá levantarse nuestra civilización de nuevo.

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