domingo, 13 de octubre de 2013

Estrategia nacional frente al peligro islamista.


                                                                             
                                                                                   


La realidad geográfica de España ha resultado y resulta un aspecto determinante  a la hora de comprender la presión que el  Islam  ejerce  sobre nuestra Nación, y es que nos encontramos en la zona de paso  obligatorio cuando esta religión expansionista trata de avanzar sobre Occidente. Las características tan agraciadas de nuestro territorio amen del hecho de haber sido parte del territorio del Islam durante siglos la convierte en objetivo prioritario para el islamismo. Pero en estos momentos lo que resulta sumamente atractivo para la población del norte de África, en su practica totalidad musulmana, es el  radical contraste económico que se da entre las dos orillas del Mediterráneo, sin perder de vista que para ellos, al emigrar a España están haciéndolo a una parte del  Dar-Al-Arb (Tierra de la espada, que ha de ser convertida o regrese   nuevamente al Islam)   y contribuyen a que sea nuevamente Dar-Al-Islam  (Tierra de l Islam).
Otro problema aparece con el  tema de las plazas de soberanía  española de Ceuta y Melilla, puesto que la cuestión que plantea Marruecos con respecto a la soberanía de estas dos ciudades españolas es utilizada por la monarquía alauita para distraer los problemas sociales y políticos que en ocasiones afloran en el vecino norteafricano, de esta manera las protestas son desplazadas, haciendo que la atención popular se centre en reivindicaciones de tipo territorial con una  gran carga afectiva.  Aunque no por el uso interesado que en ocasiones da al tema el gobierno marroquí deja de ser esta  reivindicación menos peligrosa para la seguridad nacional española.
Lo que en primer lugar es necesario es que exista una verdadera intención de resistencia por parte de las autoridades y el pueblo español, ya que de este modo las autoridades marroquíes  no tendrán la tentación de llevar a cabo empresas como la famosa “marcha verde” o ataques militares directos, pues sabrá que ante cualquiera ataque a nuestra soberanía habrá una contestación bélica para proteger nuestra integridad territorial, no como ocurrió en la vergonzosa retirada de la provincia del Sahara.  Para que esto sea posible es preciso que nuestras fuerzas armadas se armen de un modo tal que la disuasión sea eficaz y la   defensa de ambas  ciudades posible.
España ha de prepararse también para una lucha no convencional ya que en caso de que se produjese un enfrentamiento bélico entre nuestro país y Marruecos, este atraería a musulmanes  radicales que iniciarían una guerra terrorista , con lo que el territorio español podría convertirse en un nuevo Irak, hemos  de preparar a nuestros ejércitos para un tipo de   guerra no convencional, y hemos de hacerlo desde ahora que estamos a tiempo.
La solución a este tipo de problemática sería posible siempre y cuando la determinación arriba señalada se diese.

En cuanto a la amenaza islamista  es preciso que el peligro ante el cual se enfrenta todo Occidente, incluida España por supuesto, sea conocida y sopesada adecuadamente por toda la población española,  puesto que de este modo las medidas que se hallan de tomar resulten comprendidas y mejor aceptadas por la población en general. Se ha de buscar que se tenga conciencia plena de que estamos ante una verdadera guerra. Las medidas no se deben restringir exclusivamente a medidas policiales reactivas, que “en caliente” pueden en muchas ocasiones resultar contraproducentes.
Uno de los campos que más cuentan a la hora de la intrusión de la ideología islamista radical y de la  captación de miembros para la Yihad es el que podemos denominar frente religioso. Cuando nos referimos a este tema los puntos de intervención son múltiples: Por un lado está la enseñanza, en este aspecto concreto ha de quedar muy claro que la integración  resultará imposible si lo que se mantiene es una separación en las escuelas a la hora de recibir formación  sobre temas como la historia, pero tampoco si en las   clases de gimnasia se  permite  que las chicas musulmanas no la hagan o exijan hacerla con pantalones largos en lugar de con pantalones de deporte (cortos) como la realizan el resto de sus compañeras. ¿Y que decir de las situaciones en las que los chicos no aceptan la autoridad de las maestras por el hecho de ser mujeres o de la exigencia de llevar el típico pañuelo, que no  es sino una muestra de sumisión a la par de una clara diferenciación del   resto de los compañeros?
En este aspecto ha de quedar muy claro que son los inmigrantes los que llegan a una sociedad que les acoge, y que por lo tanto han de plegarse a cumplir con las normas propias y de esa sociedad a la que llegan.. En estos aspectos las autoridades educativas no deben ceder un ápice si lo que quieren es favorecer la integración a la par que salvaguardar la propia civilización y mantener el orden.
En el terreno educativo nos encontramos con que la comunidad islámica y el Estado español firmaron en el año 1992 un acuerdo de  cooperación que contemplaba la enseñanza religiosa en los centros escolares, firmando más tarde un acuerdo para dotar a las escuelas públicas de profesores de religión  coránica.
En los aspectos religiosos la integración de los musulmanes  resulta  algo menos que imposible ya que las bases doctrinales que presenta el Corán se sitúa en las antípodas de los planteamientos de la visión occidental de la existencia, siendo de por si  problemática, el ejemplo más claro aparece cuando  es considerada inferior a la mujer, con lo que esto conlleva de  que no podría juzgarse de la misma forma la conducta de un alumno que el de una alumna o que no podría un alumno musulmán aceptar la autoridad de una profesora.
En este aspecto resulta fundamental tener un especial cuidado en controlar quienes son aquellos encargados de  transmitir la religión musulmana, de modo que no pudiese “colarse” ningún  islamista radical a dar estas clases. El ministerio debería acudir a las asociaciones de contrastada posición moderada y no dejar que sean las asociaciones mayoritarias, por el mero hecho de serlo, las que tengan carta blanca para señalar los profesores. En el  tema referente a las enseñanzas debería haber un especial cuidado por parte de las inspecciones de educación en comprobar los textos en los que los niños musulmanes van a utilizar para estudiar. El idioma en el   que se den las clase ha de obligarse que sea un idioma que sea inteligible para cualquier inspector que quiera conocer de que se habla o como se exponen las distintas cuestiones. La problemática de utilizar el árabe para impartir las clases de enseñanza  coránica tiene dos consecuencias negativas: por un lado iría en contra de la integración puesto que sería una forma de diferenciación y por otra parte haría que lo realmente importante y trascendente se habla en árabe mientras que lo “terrenal” se haría en español. Esto es una identificación de bueno árabe, malo español.
Los programas  han  de ser supeditados a un estricto control ya que el Corán defiende cuestiones incompatibles incluso con la legalidad vigente, y no digamos con la visión occidental de la vida privada y en sociedas.

El punto  referente a los centros de oración es básico para controlar la extensión entre los inmigrantes de mensajes radicales, así como posibles lugares de captación de yihadistas. Existe una gran dificultad para investigar lo antes citado ya que  las mezquitas, digamos legales, son una mínima parte del total de las existentes.
Las mezquitas y los centros musulmanes, denomínense estos del modo que sea, resultan ser el mayor polo de atracción de la población inmigrante marroquí.
Los inmigrantes musulmanes al llegar a España se sienten desarraigados con lo que tienden a buscar en la religión, su mayor  punto de identidad frente a la nueva sociedad con la cual entran en contacto.
Los islamistas radicales suelen aprovechar esta vulnerabilidad y también se convierten  la decepción de no encontrar lo que sus expectativas que traían  en rencor y después en odio.   De esta forma resulta muy sencillo atraer a la Yihad a inmigrantes descontentos.
No queda la más mínima duda de que los centros de reunión, especialmente mezquitas, debido a su ascendiente moral y al hecho de que  en ellas se llevan a cabo prédicas  que han de ser completamente controladas.
Uno de los más grandes problemas es el hecho de que las mayores y a su vez más extremistas mezquitas, como la de la M-30 de Madrid están siendo costeadas por el dinero procedente de Arabia Saudí, con un sustrato  ideológico wahabi que resulta de una interpretación rigorista del Corán fácilmente asimilable a una visión yihadista.
En este terreno el Estado español debería tomar serias medidas que por un lado impidiesen cualquier prédica radical, no digamos ya yihadista, para poder llevar a cabo este control habría de obligar a que todas estas “homilías”  fuesen pronunciadas en español o en algún idioma inteligible para que de este modo los servicios de seguridad e inteligencia pudiesen controlar lo que se dice   de modo sencillo.
Resultaría también  fundamental que la llegada del dinero saudí fuese controlado mediante normas para que no se pusiese en peligro la seguridad nacional a la hora de estar expandiendo el wahabismo o la Yihad.
Otro punto nada baladí es el que se refiere a las asociaciones caritativas musulmanas, ya hemos visto que  una de las prácticas obligatorias para todo musulmán es la  zakat o limosna oficial, esta limosna obligatoria da lugar a que en países desestructurados o poco evolucionados sean las  asociaciones radicales las que ofrezcan a grandes  masas de la población una serie de  servicios y auxilios sociales  que no puede ofrecer la misma administración pública. Este hecho crea un  fuerte clientelismo  fruto del agradecimiento y de la cercanía emocional que se crea y que atrae al yihadismo a no pocos musulmanes.
En lo que se refiere a los inmigrantes ocurre algo que se parece bastante, y es que cuando un inmigrante llega a España suele encontrarse en una situación económica bastante apurada y suelen recibir ayuda directa, ya sea en forma de dinero , de vivienda alquilada o de sustento alimenticio.
Los  grupos radicales, sabedores de lo que esta situación les puede  proporcionar, a saber, una clientela de musulmanes agradecidos fácilmente  captables para el radicalismo y la Yihad, han constituido numerosas asociaciones caritativas cuyo finalidad es la que hemos señalado.
La Administración española debe poner especial cuidado  en que las ayudas sociales lleguen a los inmigrantes para de esta forma evitar que se vean obligados a  recurrir a las ayudas de estas asociaciones radicales. Para que esto sea posible es imprescindible que la inmigración no sea demasiado numerosa y se ha de evitar que esta ayuda se convierta en una llamada para ilegales. La única solución es que  todo inmigrante sea legal, parte de un cupo que ofrezca el gobierno español, que todo inmigrante  para ser aceptado venga con contrato en origen, de modo  que al llegar a España estén cubiertas sus necesidades por la protección social nacional. Para aplicar estas medidas es preciso que la Administración y las leyes no se muevan por los impulsos falsamente humanitarios de una población desconocedora de la realidad, la única solución es la información al pueblo y la inflexibilidad en la aplicación de la ley.

Otra parcela,  sumamente importante, a la hora de enfrentar la  amenaza del Islam la encontramos en las  relaciones internacionales.
Dadas las grandes consecuencias que la cada vez más numerosa inmigración causa a nivel socio-político en la sociedad española, parece haberse generalizado la idea de que la solución podría venir de favorecer las economías de aquellos países de los que proceden la mayoría de los inmigrantes. Ciertamente esta medida podría ser positiva, pero siempre y cuando estas ayudas se sometiesen a una serie de disposiciones  puesto que en caso contrario  esta intervención podría volverse en nuestra contra y a favor de los islamistas.
La triste realidad es que  por regla general las ayudas a los países menos desarrollados raramente llegan a las poblaciones desfavorecidas a causa de que la inmensa mayoría de sus gobiernos, en el caso de los gobernantes islámicos la práctica totalidad,  suelen ser tiranías o regímenes totalitarios. Las ayudas occidentales suelen terminar engrosando  las  fortunas de  esos   sátrapas o sirviendo para mantener unos  ejércitos  desproporcionados y meramente ofensivos. Pensemos en las riquezas de la monarquía marroquí y en los costos de mantener una fuerza ocupante del Sahara Occidental
Pero para Occidente, España en este caso, estas ayudas causan un problema mayor que la mera pérdida de capital, y es que cuando se envían ayudas a países  africanos musulmanes, los musulmanes radicales recurren a presentar estas ayudas como si fuesen una forma de colonialismo de Occidente sobre el mundo Árabe o como una forma de complicidad con esos regímenes corruptos que se apropian de la ayuda occidental. De esta forma  esa ayuda se vuelve en nuestra contra ya que el pueblo se acercará a los radicales al sentirse agredidos y ver en el islamismo radical la respuesta a esa imaginaria agresión.
La solución es complicada en primer lugar puesto que hemos de enfrentarnos con la postura de una gran parte de la opinión pública que viene a decir que la ayuda ha de enviarse puesto que los pobres de aquellas zonas no son culpables de lo que hagan sus gobiernos, y en segundo lugar por que la inmensa mayoría, por no decir la  totalidad,  de esa misma opinión pública ignora el efecto contraproducente que para nuestra seguridad tiene una ayuda indiscriminada sin condicionante alguno.
La solución para conjurar esta problemática pasa por poner en práctica donaciones  monetarias  particularizadas y referidas a programas concretos que fuesen los objetivos de estas aportaciones monetarias, de modo que fuesen proyectos diseñados en origen para circunstancias concretas existentes en destino y que pudiesen ser  supervisados in situ. De este modo sería imposible la desviación del dinero  donado y a la vez la sociedad vería que la ayuda occidental, española en este caso, no lleva aparejada intención colonialista alguna y se lograría mejorar las condiciones de vida y las economías de aquellas zonas de donde procede mayoritariamente la inmigración. Los radicales islamistas no contarían con  pretexto alguno para enfrentar a sus pueblos con las sociedades que donan la ayuda.

Y dentro de este mismo aspecto que se refiere a la política internacional hemos de hacer referencia a algo que las sociedades occidentales, debido a la consideración de la democracia como un dogma cuasi sagrado, suelen hacer, que es exigir que los países musulmanes se democraticen, apareciendo  el hecho de que se produzcan procesos electorales como algo básico en estas exigencias.
La presión para que se introduzcan procesos electorales se ejerce especialmente sobre los regímenes que hemos dado en denominar como moderados, pero ocurre que  el adoptar medidas que en un primer momento  puedan ser vistas como buenas no se hace sino acelerar que los islamistas radicales e incluso los yihadistas lleguen al poder cuando de otra forma no lo hubiesen hecho o hubiesen tardado mucho más tiempo en conseguir el poder.
La historia reciente nos ha enseñado hasta que punto nos encontramos ante una escandalosa forma de hipocresía , ya que por un lado se exige la celebración de elecciones libres y por otro se  rechazan los resultados de estas cuando  resultan contrarios a los fines de Occidente.
Entender como obligatoria la participación del pueblo para la conformación de los gobiernos por medio de elecciones partitocráticas es muestra de una estrechez de miras conjugada con una nula capacidad de análisis.
El problema al que se llega es doble, ya que si  por un lado se favorece la llegada al poder de los islamistas radicales, por otro se convence al pueblo musulmán de ser una mera colonia de Occidente cuando su voluntad, mostrada en las urnas, es negada por los propios gobiernos musulmanes  moderados y  pisoteada por el silencio cómplice de los gobiernos occidentales.
Toda esta exposición  puede sonar a mera hipótesis si no hubiese hechos históricos recientes, como los que vamos a señalar, que dan verosimilitud a todo lo dicho:
En   Argelia  el islamismo había crecido desde los años 30 hasta los 70, logrando una implantación entre todas las capas de la población ciertamente preocupante. Pues bien, cuando llegó una fuerte crisis económica y social el régimen  se  abrió a la democracia legalizando los partidos religiosos, esta apertura se plasmó en la Constitución de 1980, fuertemente aplaudida desde Occidente.
Es así que aparece el F.I.S (Frente Islámico de Salvación), fundado en Marzo de ese mismo año. En Junioi de 1990 se celebran unas elecciones ganadas de modo aplastante por el F.I.S., desde el momento que llegan al poder declaran la segregación de los sexos, la prohibición de la venta de alcohol y se introduce la doctrina salafista.
En  Enero de 1992 las Fuerzas Armadas Argelinas suspenden la segunda vuelta de la elecciones y fuerzan la dimisión  del nuevo presidente, todo esto bajo el silencio cómplice de un Occidente que no esconde su alivio por la intervención militar. El hecho de la suspensión de la segunda vuelta de las elecciones y la dimisión del Presidente provocó que se iniciase una cruel guerra civil salpicada de crueles y terribles matanzas. El grupo  terrorista que actuó principalmente en Argelia entre los años 93 y 99 fue el G.I.A. (Grupo Islámico Aramado). Este hecho, además de haber provocado el conflicto en cuestión hizo que la credibilidad de Occidente quedara por los suelos.
Otro ejemplo, este tan actual que continúan vivos sus efectos en estos mismos instantes, lo encontramos en Palestina, donde tras múltiples presiones , tanto diplomáticas como económicas, se llevan a cabo elecciones el 25 de Febrero del 2006 en los territorios de la autoridad nacional palestina entonces gobernada por la O.L.P. (Organización para la Liberación de Palestina). En las elecciones se enfrentaban Al Fatha (oficialistas) y los islamistas radicales de Hamas (que apoyan el terrorismo). El  resultado de los comicios fue una  aplastante victoria de Hamas. Desde el momento en que  accede al poder aparecen de nuevo las presiones occidentales, pero en este caso en dirección  opuesta a las realizadas pues piden que Hamas no se mantenga en el poder so pena de que el pueblo  palestino no reciba apoyo económico ni diplomático alguno. Con esto nuevamente se llevó a que los más radicales  se reforzasen tras haber obtenido el poder y  a que Occidente empeorase su imagen ante los ojos del pueblo musulmán.
En este aspecto hay que señalar que en los países moderados , la implantación popular del islamismo radical e incluso yihadista esta muy generalizada, y cada vez lo está más. De modo que la celebración de elecciones libre tan solo servirían para aupar al poder a esos grupos radicales. La caída de países como Egipto, Jordania o Marruecos desequilibraría todo el escenario estratégico mediterráneo, poniendo en serio peligro la seguridad nacional de España.
No se puede por tanto exigir ni siquiera pedir  que los países islámicos moderados convoquen elecciones libres.



Sólo teniendo una visión  amplia de la problemática que el islamismo radical y de la inmigración procedente de los países musulmanes  Occidente en general y España en particular podrá sobrevivir, y aplicando las medidas precisas claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario