miércoles, 1 de mayo de 2013

¿Una solución a la crisis?

                                                                      



La situación por la que  atraviesa España en estos momentos  es de una gravedad  tal que  se hace precisa una acción  todo lo  imaginativa y  radical  que sea necesaria con tal de poner coto a un estado de cosas que  está sumiendo en la pobreza a gran parte de la población, mientras que una parte no pequeña  comienza a vivir en la miseria.
La actual situación económica  está  acabando con ese antaño ancho colchón  que constituye la clase media, una clase que poco a poco y de modo inexorable  está siendo acuciada por los impuestos rebajando su capacidad adquisitiva  para pasar a formar parte de  la antaño denominada clase baja.
En la actualidad, como si estuviésemos en pleno siglo XIX, nos encontramos con que existen unos ricos que cada vez se enriquecen más y unos pobres que   poco a poco se hunden en la miseria.

Hemos llegado a una cifra de personas que carecen de empleo, lo que  resulta absolutamente intolerable, 6200000 un 26% de la población  está pués desempleada, entre la población  joven  este porcentaje  supera el 50%.  Cerca de dos millones de hogares españoles, tienen  a todos sus  miembros desempleados, hogares que tan solo pueden sobrevivir gracias a  algún tipo de  ayudas estatales, al apoyo de la familia o  al trabajo de los comedores de asistencia social de Cáritas o a los bancos de alimentos. Para colmo de males  estas familias ven peligrar gravemente   la vivienda al no poder hacer frente al pago de la hipoteca y a la rapiña de los bancos que los desahucian en un número cada vez mayor.

                                                               

                                                                 

Hacía ya décadas, desde la época del hambre inmediata al final de la guerra civil, que no podía verse  a personas  buscando en los cubos de basura para poder llevarse a la boca algo con lo que saciar el hambre. Y desgraciadamente esto da la impresión de ser sólo el principio de una crisis que parece que aún no ha tocado fondo, pues las mismas previsiones del gobierno apuntan a que  el desempleo  no bajará del 25 % 
Hasta al menos dentro de  dos años, y ya se sabe lo que las previsiones normalmente suelen variar siempre a peor.

Los seguros de desempleo y las ayudas de los familiares en ese tiempo irán acabando, pudiendo llegar  nuestro país a ser un  espectáculo general de dolor, desesperación  y miseria generalizados. Para poner freno a todo esto los políticos en general, y los gobernantes muy en particular, están obligados a  tomar las medidas que sean precisas para que la población española  pueda llevar una vida mínimamente digna y para que la situación se acerque lo más posible al pleno empleo.
  Lo que del todo resulta inadmisible es que las castas políticas  y financieras   naden en la abundancia que les proporcionan sus negocios de  usura y de una corrupción generalizada  mientras que la población  nada en la desesperanza y la necesidad.

Muchos dirán, y no falta razón, que  sus manos están atadas puesto que las directrices  económicas y los principios  básicos de esta vienen en la actualidad marcados desde Bruselas.

España, al igual que ocurre con los demás países del sur de Europa, los denominados  PIGS  (Portugal, Italia, Grecia y España), encuentra que las directrices que   se marcan desde  el Banco Central Europeo y  el Parlamento Europeo son favorables exclusivamente a los intereses de los países del  eje Franco Alemán  y de los  nórdicos, pero que  resultan  en la mayoría de los casos lesivas para los problemas que a  los países mediterráneos  acucian.

Es así que  mientras que la prioridad para  el BCE y  para la Unión Europea se centra en combatir la deuda y el déficit, los países  del sur del continente tienen en el el desempleo galopante y en una pobreza generalizada su  fundamental problemática.
Los objetivos son distintos como distintas habrían de ser por tanto las medidas  a aplicar. Pero contrariamente a esto  se ponen en marcha, y se obliga a que apliquen, también  en los países periféricos, medidas que para nada toman en consideración  nuestros gravísimos problemas y que tan sólo buscan combatir la deuda y luchar contra el déficit.

Unas economías, como la nuestra, inmersas por completo en  la crisis de empleo y  en las que funciona  una economía  especulativa y no productiva no puede  dedicarse a   combatir una deuda inasumible o un déficit  galopante. Las medidas que desde Europa se implementan  buscan una y otra vez el aumento del ingreso y  la reducción del gasto.
En la situación económica actual el aumento  del ingreso  no significa  otra cosa  que la elevación de los impuestos con el consecuente retraimiento del consumo interno, lo cual a su vez que dará lugar a una menor necesidad de producción y un aumento del desempleo. La reducción del gasto tan solo  puede lograrse reduciendo las partidas dedicadas a  actividades  básicas como  enseñanza, sanidad amén  de todas las relacionadas con el llamado estado del bienestar
 Y esto es así dado que   todas aquellas  partidas que tienen que ver con subvenciones a  partidos políticos, sindicatos y autonomías y las ayudas a la banca parecen ser intocables dado que políticos de todo signo, sindicatos y financieros encuentran en ellas  una fuente en la que obtener  prebendas económicas.
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A España, como al resto de los países PIGS, se les obliga de modo imperativo a que   enfrenten el pago de su deuda, cuestión prioritaria para el eje franco-alemán pero no para nosotros.
España trata de hacer frente a esa deuda poniéndola en venta en el mercado internacional.
Pero  nos encontramos con que una de las normas que dice tener el Banco Central Europeo es no poder   inyectar dinero directamente a los Estados como convendría al estado español para  afrontar la deuda,. La inyección de dinero por parte del BCE en cambio si puede realizarse a las entidades financieras.

De este modo asistimos a como los bancos y entidades financieras españolas reciben prestamos del BCE a un interés del 1%  para luego comprar la deuda que pone a la venta el estado español al 5 o 6%. El negocio para la banca es redondo, la depauperación de la población y la crisis del estado es para la banca un negocio redondo. Para colmo, este mismo estado acude presto a  rescatar a la banca dándole  una enorme cantidad de dinero sin que  exija como contrapartida que  el dinero fluya a los particulares y a las Pymes a través de créditos asumibles.

Como puede deducirse  la situación en gran parte  se resolvería con  inyecciones directas de dinero a los estados, cosa que bajo ningún concepto aceptan los miembros del eje franco-alemán, que junto a Inglaterra dirigen la política económica europea.

Pero  repito que el escenario resulta lo suficientemente grave, crítico diría,  como para que  se tomen medidas que para nada serían aceptables  o adecuadas en una situación más  o menos normalizada.

 La actitud del BCE al negar a España  una inyección directa de dinero  que permitiese  acabar con la deuda y reflotar la economía a la par que  permitiría reducir  los impuestos, aumentar el consumo y combatir el desempleo   obliga a que nuestro país la  obtenga de un modo distinto.

Lo que no resulta aceptable es continuar  una senda que nos lleva con toda seguridad al precipicio. La obligación tanto política como moral de nuestros gobernantes es dejar de plegarse a unas medidas  impuestas por el BCE y el FMI  que ningún beneficio aportan y en cambio si agravan la de por sí la precaria situación  de una ciudadanía  depauperada.

Hemos de considerar la forma que tiene los Estados Unidos de  afrontar su  deuda, cuyo tamaño es similar al 20% del PIB mundial, y que le permite  ir capeando la crisis.  Esa estrategia pasa por que China haya adquirido  la práctica totalidad de tan gigantesca deuda. De este modo la economía pasa a ser productiva y no meramente especulativa y permite  mantener el desempleo en niveles bajos y asumibles.

Nos encontramos ante una situación  de verdadera emergencia nacional, una situación  que nos obliga a dejar de lado  consideraciones europeistas y de sometimiento a la UE, y a las indicaciones del BCE,  más aún cuando estas instituciones nos dan la espalda  en lo que se refiere a nuestra problemática.


                                                                       
El crecimiento de las economías del “núcleo duro” de Europa, léase  Alemania y Francia, encuentran en la decadencia económica de los países mediterráneos un elemento que resulta positivo para su  evolución económica.
Siendo así  se hace preciso que  todos los países  de la Europa  de segunda velocidad se alíen  para no terminar  cayendo en la misma situación a que se vio avocada  Grecia.

La unión Europea sin España, Italia y Portugal no podría continuar  existiendo como unidad económica ni monetaria, siendo así que ante la eventualidad de  aliarse con países distintos a los de la Unión Europea los países que se niegan ahora a ello se verían obligados a permitir que el Banco Central Europeo  inyectase fondos directamente a los estados.

España, lejos de empeñarse en continuar por la senda económica que las instancias europeas le marcan ha de buscar fuentes nuevas para la tan necesaria inyección de capital.
Y tal inyección  mediante  la compra de su deuda soberana la podría encontrar en dos potencias económicas fuertemente consolidadas como superpotencias: China y Rusia.

Ciertamente se trataría de un quit pro quo dado que  si nosotros necesitamos de la gran inversión que es la compra de nuestra deuda, los beneficios que chinos y rusos recibirían a cambio serían igualmente de un valor fundamental para sus intereses. 
Por un lado a China le resultaría de un gran interés el propagar su influencia económica a la zona del sur de Europa, de modo que el monopolio del dólar sobre la economía mundial  no sería tal. El poder  de las altas finanzas internacionales dejarían de tener el poder tan despótico que en la actualidad ejercen.
En el caso de Rusia el interés no sería en absoluto menor.
Para Rusia  la utilidad de esa adquisición  de deuda le resultaría inclusive mayor.

La influencia de Estados Unidos  en el Mediterráneo  sería mucho menor, y sobre todo   el proyecto de defensa  antimisiles que USA está poniendo en marcha gracias a que cuenta con permiso del gobierno español para colocar  en sus territorios   parte de este  sistema si España no lo permitiese este proyecto no podría seguir adelante. Por no decir nada de que  USA  dejaría  de disponer de un lugar en Europa para instalar el sistema de espionaje Echelón.

Ante tal contingencia lo más probable es que  los países europeos y  los Estados Unidos  presionasen  para que el BCE  comprase deuda soberana española con tal de que España no  tomase como aliados estratégicos  a China y Rusia, en caso contrario  España habría de recurrir a  estos países para que adquiriesen nuestra deuda y  se pudiese de  revitalizar la economía y con ello la pobreza   y el paro pasasen a ser tan solo una mala pesadilla.


Existe un peligro cierto y preocupante, y es que  ni los Estados Unidos ni el eje franco-alemán  permitirían tal toma de posición en la economía y pérdida de  posición geoestratégica. Existiría un  peligro nada desdeñable de que a modo de   chantaje se produjese otro 11 M, tal y como ocurrió cuando  Aznar se  negó a suscribir el TAU (Tratado de la Unión Europea), lo cual de hecho  posibilitó que en España se instalase  el sistema Echelón con el consiguiente perjuicio  para las economías  del Eje franco-alemán (las industrias automovilística alemana y aereonaútica francesa especialmente habían sido   objeto de espionaje industrial a través del sistema Echelón).

Pero la situación por la que atraviesa  nuestra patria es lo suficientemente grave como para correr ese riesgo. Es mas, es probable que el mero intento de recurrir  a China y Rusia  podría conjurar ese peligro  llevando a que el BCE comprase deuda española o inyectase capital al estado para que este  lo hiciese.

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