viernes, 13 de enero de 2023

COLONIALISMO CULTURAL ANGLOSAJÓN CONTRA LA IDENTIDAD HISPANA.

 

                                                                                  



  Durante estas navidades he sido plenamente consciente de algo que intelectivamente ya conocía de manera teórica. Hubo un momento y unas circunstancias que me llevaron a vivenciar una realidad que me provocó a la vez pena, lástima, vergüenza ajena y un íntimo malestar. Algo que en cierta forma sentí como una agresión a mi propia identidad personal.

Repito que el asunto que tanto me afecto   era algo que creía conocer, quizá de una manera teórica, levantado desde un conocimiento basado fundamentalmente en planteamientos ideológicos.

Pero hubo un instante en que mientras observaba festejos que se celebraban con motivo de la Navidad fui plenamente, y de manera cruda, consciente de todo lo que hasta entonces conocía y consideraba de una manera más bien teórica.

 En ese preciso momento fue como si se hubiese apartado un velo que impedía pasar la luz, permitiendo de ese modo tener plena consciencia de una realidad que antes tan solo intuía, pasando de esa manera a vivirla de manera clara y completa.

De esta manera me hacía consciente de la profundidad del sometimiento y de la esclavitud profunda en que ha caído la práctica totalidad de la población que conforma la sociedad española.

Esta realidad a la que vengo haciendo referencia y que de manera tan nítida llegué a vislumbrar no es otra que la colonización cultural anglosajona a la que se ha sometido la sociedad española y que de manera especial afecta a las tradiciones, los hábitos y modas que son la manera en que se expresa la identidad del pueblo español. Un claro ejemplo es la desaparición del belén para ser sustituido por el árbol o  la sustitución de los reyes magos por papá Noel.


                  







El hecho que tanto me impacto y que de manera sorpresiva me hizo tomar plena conciencia de la profundidad de esta verdadera esclavitud, así como de lo ridículo de adoptar todas las formas y costumbres de una cultura y una cosmovisión que en nada se parece a la que es nuestra.

El hecho que provocó este “descubrimiento” fue un escenario muy común en esos días, algo que dado lo habitual no debería haber provocado tal toma de conciencia. Pero por alguna razón así fue.

Simplemente me encontré ante un paisaje muy común en esos días: personas por la calle y en los bares tocados con gorros rojos de Santa Claus, música comercial norteamericana canciones supuestamente navideñas interpretadas en inglés y adornos que para nada tenían relación con lo que es la base sobre la que se sustenta la navidad, el nacimiento de Dios, sólo imágenes de renos y abetos, cuando no infinidad de bombillas dibujando formas geométricas.


                                                        



Estaba asistiendo al alegre canto de unos esclavos que aceptaban con regocijo el peso de una identidad que además de no ser la suya buscaba sustituirla. Es así que me sentí doblemente agraviado, de una parte por esa colonización y de otra por la actitud sumisa y borreguil de esos que con regocijo celebraban la navidad renegando de hecho de las formas y tradiciones que conformaban su identidad.

Es preciso que seamos conscientes de esta pérdida de la identidad al ser sustituida por comportamientos, tradiciones e interpretaciones que nada    tienen que ver con una idiosincrasia absolutamente distinta, cuando no opuesta, a la anglosajona que poco a poco se nos va imponiendo y que mansamente vamos aceptando y siguiendo.


                                                       


                                                     

Esta colonización cultural que poco a poco va acabando con nuestra identidad no sólo toma forma en la navidad si no que lo hace en gran parte de fiestas y celebraciones, en la utilización de palabras que sustituyen a otras que en nuestra rica lengua expresan perfectamente los conceptos y realidades que vienen a sustituir.

 

Los españoles e hispanos en general hemos de dejar de lado ese complejo de inferioridad que nos lleva a despreciar nuestra identidad para abrazar esa otra anglosajona que carece de la profundidad y bondad que la nuestra atesora como heredera de una tradición

 católica.

                                                      


    

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