jueves, 19 de enero de 2023

ASISTIMOS A UNA GUERRA CONTRA EL SER HUMANO.

 


                                                                              


La población en general, entre la cual por supuesto me incluyo, para nada es consciente de hasta que punto es crítica la situación por la que en estos momentos atraviesa la humanidad.

 Y es que en los tiempos que nos ha tocado vivir, y sufrir, se está desarrollando una lucha a muerte, un enfrentamiento que en el fondo es un combate espiritual, que confronta una humanidad aún dotada de cierta libertad interna, con fuerzas que por todos los medios la tratan de esclavizarla física, mental y espiritualmente.


                                                       


El fin que persigue este globalismo materialista no es otro que esclavizar al hombre, suprimir su trascendencia y apartarlo del camino hacia la divinidad.

 

Estas fuerzas a las que nos enfrentamos se sirven de todos los medios imaginables, especialmente de nuestras debilidades y miedos, para mediante una excelentemente preparada y no menos diligentemente aplicada ingeniería social cambiar las más profundas realidades que conforman la identidad humana.

 

Como he apuntado de pasada unas líneas atrás uno de los medios que con más reiteración y éxito utilizan estás fuerzas que tratan de esclavizar y vaciar de contenido al ser humano es jugar con nuestros miedos, crear situaciones que extiendan ese miedo para así movilizar la desesperanza, una desesperanza que llevará a desarrollar una desesperación paralizante que inclusive nos mueva a pedir su protección y ayuda aún a costa de sacrificar para ello nuestra libertad.

Y es que como muy sabiamente decía una estrofa del himno de los tercios “sólo es libre el hombre que no tiene miedo”.


                                                    


Al igual que conocer esta relación entre el miedo y la falta de libertad no hemos de olvidar que nada une más a un grupo humano que combatir a un enemigo o defenderse de una amenaza común. Siendo esto así se hace imperioso concretar cual es en este momento nuestro enemigo y que es lo que nos amenaza, puesto que sólo de esa manera podremos unirnos para defendernos de este ataque y de esta manera no caer en el derrotismo que puede provocar el miedo, ni en la cobardía de ceder ante lo políticamente correcto.


                                                         









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