miércoles, 8 de abril de 2020

¿PORQUÉ LA IGLESIA CIERRA LAS IGLESIAS Y ACABA CON LAS MISAS PÚBLICAS?



                                                                                       


Esta Semana Santa estamos asistiendo en España a algo que nunca se había visto, ni siquiera en medio de las más graves y generalizadas epidemias que ha padecido Europa a lo largo de su varias veces milenaria historia, se trata de una situación que a todas luces resulta inexplicable. Me estoy refiriendo al cierre, para más inri durante la Semana Santa, de los templos, a la no celebración de la Santa Misa, a que los fieles no puedan acudir al sacramento de la comunión, al de la confesión o a adorar al Santísimo.

                                                           

Muchos inmediatamente señalarán que todo esto es consecuencia de la expansión de la pandemia y de la declaración del estado de alarma en nuestro país para evitar la extensión de la pandemia. Ahora bien, esta explicación carece de todo sentido desde el momento en que se analice y se tenga en consideración cuales son las especificaciones legales del documento que ordena la instauración del estado de alarma, así como como lo establecido en el concordato del reino de España con la Santa Sede.

Antes es preciso señalar que la actitud de la Iglesia católica frente a cualquier calamidad generalizada, especialmente ante las epidemias, hambrunas y sequías, siempre ha sido la contraria a la que en la actualidad se está llevando a cabo. En lugar de cerrar las iglesias, si cabe las abría más tiempo para de esa manera aumentar el número de celebraciones del Santo Sacrifico de la Misa, en lugar de hacer casi imposible la adoración del Santísimo lo generalizaba, y en lugar de entorpecer el acceso a la confesión las promovía aumentando el número de confesores y los horarios para poder confesarse.
 Esas acciones eran la consecuencia lógica de una concepción católica de la vida, una actitud trascendente nacida de una fe que partiendo de la omnipotencia de Dios, del poder salvífico de la Santa Misa, de la capacidad de la oración para conmover a Dios y para que Este, mediante su omnipotencia, actúe frenando las consecuencia de la calamidad en cuestión. De igual forma se tomaba en consideración la imperiosa necesidad de la confesión en momentos tan graves para salvar el alma.
En la actualidad pareciera que las certidumbres y la fe de la jerarquía hubiese decrecido y sólo la actuación humana fuese tenida en consideración, poniendo tan solo en la actividad humana el freno a la pandemia.

Como no quiero que todo esto quede en meras opiniones o elucubraciones de tipo subjerivo paso a reproducir de manera textual los pasajes legales que dejan bien a las claras que las medidas adoptadas por la Iglesia católica respecto al cierre de los lugares de culto y la suspensión de las misas no se deben a instrucción alguna por parte de la autoridad ejecutiva.

En primer lugar haré referencia al Real Decreto 463/2020 de 14 de marzo que declaraba el estado de Alarma, en él como se puede ver no se prohíbe la celebración de culto siempre que se cumplan las distancias de separación entre personas exigidas y no se junten grupos de cierta envergdura.
En este Real Decreto dice textualmente: “La asistencia a los lugares de culto y a las ceremonias civiles y religiosas, incluidas las fúnebres, se condicionan a la adopción de medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones de personas, en función de las dimensiones y características de los lugares, de tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la distancia entre ellos de, al menos, un metro”.

Es decir, la decisión de mantener cerradas las iglesias y la de suspender las Misas mientras dure el estado de alarma es únicamente responsabilidad, muy grave por cierto, de aquellas autoridades eclesiásticas   que hayan dado la orden de hacerlo.
Pareciera que estas autoridades eclesiásticas han puesto por encima de la salud espiritual del pueblo, del derecho de ese pueblo a   adorar al Santísimo y de Este a ser adorado, de la salvación de las almas por medio del sacramento del perdón y de rezar en la oscura tranquilidad de una iglesia, el quedar bien y no enfrentarse con las autoridades socialcomunistas que nos des-gobiernan.

Si hubiese habido un verdadero interés por parte de las diferentes autoridades de la iglesia católica para mantener los templos abiertos celebrando Misas contaban con lo estipulado en el Real Decreto, de hecho aplicar unas medidas similares a las que se llevan a cabo en los supermercados sería suficiente para ello, eran numerosas las opciones antes de cerrar las iglesias, suspender el culto público y privar a los fieles de el Santo Sacrificio de la Misa, de adorar al Santísimo y de recibir los sacramentos.   Pero no,  tratando de evitar cualquier tipo de enfrentamiento dialéctico con las autoridades, la alta jerarquía española se ha plegado a los intereses de de unos socialistas controlados ideológicamente por una extrema izquierda atea  que recientemente había mostrado su  inquina  contra la iglesia católica al haber solicitado cuestiones como la supresión de los sacristanes en el ejército y en los hospitales públicos , la demolición de la Cruz del Valle de los Caídos, la “devolución” de la catedral-mezquita de Córdoba a los musulmanes, etc.   

Y en este momento es también preciso hacer hincapié en que las intervenciones policiales llevadas a cabo, como la que llevó a cabo la policía municipal gaditana al desalojar la parroquia de la Laguna en Cádiz, y las parroquias también gaditanas de San Servando y San German, para echar a los fieles de un templo o para poner fin a la celebración de una Misa chocan de frente con la legalidad dado que infringen los acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede, los cuales en su artículo 1.5 dice: “ Los lugares de culto tienen garantizada su inviolabilidad con arreglo a las leyes”. En este punto surgen las mismas dudas que anteriormente fueron expuestas.

Como comentario   general hay que señalar que la población católica se encuentra perpleja ante una situación en la que es la misma Iglesia católica la que por razones que no se tienen en pie les ha cerrado los templos y ha suprimido las Misas y el acceso a sacramentos durante estos días.

¿Qué razón hay o que interés se esconde tras esta toma de posición por parte de la Iglesia, desde los más altos niveles de la jerarquía?


                                                                 

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