lunes, 25 de enero de 2016

Se acerca la primavera.


                                                                                   
                                                                         

Estamos en enero y pronto llegará la primavera con su buen clima, las olas del Mediterráneo serán más pequeñas y el agua no estará tan fría. Con esto, que puede sonar a algo intrascendente y sin sentido, quiero poner de manifiesto que en sólo unas semanas la marabunta  de refugiados-inmigrantes se va a multiplicar hasta un punto tal que ni siquiera podemos imaginar.
Nuestro continente va a convertirse en una olla a presión en la que una “cultura”, por llamarla de algún modo, derivada del Corán se quiera o no entrará en conflicto violento con nuestra civilización. Y es que no es una cultura-religión distinta a la nuestra sino que es absolutamente opuesta y antitética. Con estos planteamientos la tan cacareada integración es absolutamente imposible, lo más que se puede lograr es una superposición de culturas, la aparición de guetos y territorios  aislados en los que se buscará que rija no la ley del país receptor sino la de los recién llegados. Se producirá un agravamiento de los problemas de orden público y convivencia puesto que la población foránea será  mayor y pasarán a “exigir”, por las buenas o por las malas, el “respeto”, o sea la imposición, de sus tradiciones.
 No podemos pasar por alto que son varios los millones, si contamos tanto a los sirios, afganos, somalíes y subsaharianos, de personas los que están esperando para cruzar el Mediterráneo, hacia Grecia o las costas de Italia y España, saltando la valla de Melilla, cruzando el Mediterráneo ,  atravesando los países del sureste de Europa en busca del “paraíso europeo”.
                                                                     

En esta ocasión nos encontramos con que  el ISIS-Daesh se está haciendo con toda la zona costera de Libia, y que según declaraciones de los jefes de este grupo de yihadistas- terroristas, para desde sus puertos mediterráneos  enviar cientos de miles de musulmanes entre los cuales se contarán miles de yihadistas dispuestos a atentar en nuestra tierra.
                                                             

                                                              
Es preciso que nos preparemos, tanto autoridades como nosotros a nivel particular para hacer frente al peligro que nos amenaza.
Lo primero es que a nivel gubernamental de cada nación y a nivel de la política común de la Unión Europea se mantenga una posición firme que  sirva para defender la integridad de nuestras fronteras, aunque todos sabemos que la Unión Europea es una de las promotoras de esta invasión que tiene como finalidad la destrucción de la identidad cultural, de fe y racial de nuestro continente aplicando punto por punto el plan Kalergi.

                                                                       

Todos hemos de estar perfectamente vacunados contra  las andanadas de sentimentalismo barato que  con imágenes de niños inmigrantes nos van a bombardear. Hemos de tener en cuenta que no se nos ha mostrado ninguna imagen de las víctimas de Berlín, Oslo, etc, etc. Hemos de centrar la atención en la dicotomía ante la que nos encontramos: o defendemos nuestra cultura, identidad y fe o nos sumergiremos en la barbarie.

                                                              

Gracias a Dios aún no controlan internet y de esta manera podemos ver la realidad de lo que está ocurriendo en toda Europa (las violaciones en Suecia y Alemania, la imposición de la Sharía en zonas de Inglaterra, la invasión total en Grecia y en Calais, Francia o los saltos de la valla de Melilla en España y la posterior ocupación por manteros y traficantes de drogas subsahariano de las principales vías de Madrid y Barcelona.
                                                                   



Es fundamental no caer en la esclavitud de lo políticamente correcto, pues nos encontramos ante una situación en la que nuestra inactividad nos empuja a convertirnos en extraños en nuestra propia tierra.

Si luchamos podemos perder, pero si no lo hacemos ya hemos perdido.

                                                                  


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