sábado, 2 de enero de 2016

La estrategia de la cortina de humo.


                                                                                     

El máximo comandante del ejército  suizo André Blattmann  ha realizado unas declaraciones el pasado domingo  en un periódico suizo, El Deutsche Wirtschafts Nachrichhten, en las cuales advierte de una alta posibilidad de que se desarrollen disturbios de gravedad en Europa, en estas declaraciones el máximo comandante recomienda a los ciudadanos suizos  que se armen y que de este modo se puedan enfrentar a estos  graves incidentes sociales a los que hace referencia, altercados que pondrían en peligro el estatus avanzado de la sociedad suiza.
En las declaraciones señala que la actual situación le recuerda mucho a la que se produjo en torno a las dos guerras mundiales  a mediados del siglo pasado.

                                                             


 Desde mi punto de vista estas declaraciones hay que ponerlas en cuarentena puesto que a mi parecer no serían más que un escalón de esa estrategia que buscaría crear unas condiciones que sirvan para  justificar la imposición de medidas cuyo objetivo sería el control absoluto de la población.
Se buscaría la implantación de unas leyes y unas condiciones de control sobre la población que de hecho serían una especie de  Estado de Sitio, mediante el cual poder  implantar ese nuevo orden mundial que la élite tanto ansía.

                                                              

Para implantar esa legislación restrictiva de las libertades, especialmente de expresión, de comunicación así como la privacidad y el derecho de desplazamiento, se utilizará la consabida  estrategia de  “acción-reacción- solución”.

                                                                   

 Se provocarían problemas de inseguridad que produjesen entre la población un estado de temor y terror tales que empujasen a la ciudadanía a exigir a sus gobernantes la toma de medidas de seguridad y de merma de libertades, medidas que  de otra manera nunca serían aceptadas.

                                                                  
 Del mismo modo las autoridades pondrían en marcha medidas que serían plenamente aceptadas por la población en razón de  una supuesta seguridad.
La reacción a esa problemática que la misma élite habría provocado consistiría en implantar una batería de medidas legales de control y de restricción de derechos que a su vez facilitarían  que más adelante la ciudadanía asumiese con facilidad otras medidas, pués ya se verían con más normalidad. Pero para ello se hace preciso mantener entre la población cierto nivel de alerta y temor.
Para mantener atemorizada a la población la actuación más común, a la par que efectiva, consiste en recurrir a provocar atentados de falsa bandera, lo mejor sería atentados encadenados que fuesen presentados como causados por un mismo enemigo, ya que así tendrían un efecto mucho más perturbador en la masa.
Ante la situación de terror y pánico que  estos atentados causan en la ciudadanía el siguiente paso será poner en marcha medidas para proteger la seguridad del pueblo, pero unas medidas que en un primer momento se mostrarán de un modo objetivamente exagerado, serían verdaderas sobreactuaciones para poco a poco ir  inoculando en las gentes una desconfianza ante toda situación realmente inocua. Todo esto se hace, como ya hemos dicho, para implementar medidas de control legal, policial y militar que servirán a los intereses de la élite. Los métodos a los que acudirían para crear esta situación pasarían  por varios puntos:
Hemos señalado que se llevarían a cabo atentado de falsa bandera, atentados que moverían a que los ciudadanos se viesen impotentes ante un supuesto peligro tan omnipresente como imposible de controlar con los medios en ese momento presentes en las leyes y con los medios policiales disponibles en las calles.

                                                            

Otro método, relacionado directamente con el antes señalado y que le seguiría en el tiempo, es la presentación, del modo más continuado posible, de  una gran cantidad de señales de alarma ( como niveles de alarma antiterrorista elevados, estados de alarma rojo, supuestas amenazas, atentados evitados que muestren un peligro latente, etc.).
                                                          

   Con esto se buscaría  que la población continuase aceptando las medidas que se habían puesto en marcha, se trataría de  referir la situación a gravedad en niveles de elevado riesgo o, como es el caso, llamadas de alarma lanzadas por altas autoridades políticas, policiales o militares comunicando a la población la necesidad de ciertas medidas dada la gravedad de la situación.

                                                                        

En el fondo se trata de mantener a la población anestesiada y sometida a las medidas que coartan su libertad sin darle tiempo a que se plantee la perdida de libertad que sufre o la realidad de esa amenaza que se le está vendiendo.
Es en este contexto en el que habría que situar las declaraciones del jefe militar suizo al que nos   hemos referido al principio del artículo.

O sea, que estaríamos ante una nueva cortina de humo. 

                                                          

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