miércoles, 6 de marzo de 2013

Vatileaks y la renuncia papal.



                                                                         


La filtración de documentos confidenciales y privados sustraidos del Vaticano que en los últimos meses se ha llevado a cabo,  obtenidos principalmente a través de medios informáticos y de Internet, es conocida como elVatileaks.
Tras todo este montaje de espionaje y manipulación informática se ha desarrollado y se continúa desarrollando una verdadera verdadera guerra  palaciega, una lucha de intereses, influencias y de poder que muchos han denominado “rebelión de  los cardenales”.

En el mismo periódico oficial del Vaticano, L´observatore Romano, se decía que el Papa Benedicto XVI podía sentirse identificado con la fórmula latina :  “Al frente de un precipicio y  los lobos a la espalda”.
Los lobos, según ese  mismo diario, serían una  facción de la Curia que acecha al sucesor de Pedro.
Los expertos  y periodistas vaticanistas coinciden en señalar que estas filtraciones no dejan de ser una parte más de la lucha sin cuartel que se viene desarrollando en el Vaticano, sería la ya señalada “rebelión de los Cardenales”,

Lo que aconteció fue que cuando Ratzinger  resultó elegido  Papa, una parte de la Curia consideró que este papado sería meramente “de transición”, un papado  que para nada pondría en  cuestión, y menos aún en peligro, el status quo  presente en la Curia y en las finanzas vaticanas. Se contaba con que este papado “de transición”  no llevaría a cabo  intervención ni limpieza alguna en las instituciones católicas en general ni en las vaticanas muy en particular.

Pero contrariamente a lo esperado   por una importante facción  de la Curia,  Benedicto XVI emprendió  una encarnizada lucha contra los males presentes en la Iglesia, especialmente contra la pederastia, la corrupción, las infiltraciones  sectarias en la Curia y contra las irregularidades presentes  en las  finanzas vaticanas. De este modo  Benedicto XVI y su mano derecha el Cardenal Bertone se canjearon  la enemistad  de una importante y nada desdeñable  parte de los Cardenales. Los cuales  iniciaron un  feroz  combate en su contra, siendo la filtración de los documentos confidenciales una parte más de esta ofensiva.
Según se comenta,  el Cardenal Bertone fue el artífice de esa política de mano dura respecto a los temas señalados que llevó adelante Benedicto XVI.
 Y para enfurecer aún más a los molestos Cardenales se daba la circunstancia de que Bertone no había  realizado carrera dentro del cuerpo diplomático del Vaticano como fué corriente entre esa sección tan combativamente enemiga del purpurado italiano.

Como señaló el especialista en temas vaticanos  Jesús Bastante a la publicación Perfil. una inmensa mayoría de los documentos filtrados hacen referencia al Papa, al Cardenal Tarsicio Bertone  y a colaboradores de ambos, lo cual pondría  de manifiesto  la intención desestbilizadora y la animosidad de los “cuervos”  que filtran   la documentación contra ambos. 

Pese a todo ello, o precisamente como respuesta  a esta presión,  el Papa nombró el año 2008 al Cardenal Bertone Secretario de Estado del Vaticano.
Este  nombramiento y la ruptura de un tácito pacto de silencio existente entre la que se podría denominar “vieja guardia”   incrementó el resentimiento contra Benedicto XVI, el Cardenal Tarsicio Bertone y contra los Cardenales  que apoyaban la  actuación de estos.

Los documentos confidenciales  no dejaron de filtrarse, más bien todo lo contrario,
Con la detención del mayordomo del Papa  Paolo Gabriele en Mayo del 2012 se pensó que las filtraciones finalizarían. El “cuervo”, así se designaba al que filtraba la documentación confidencial se encontraba fuera de juego. Este fue condenado a un año y medio de prisión, y el informático empleado en la Secretaría de Estado Claudio  Sciarpelleti recibió una condena de cuatro meses de cárcel.
Es así que se pensó que todo este asunto del Vatileaks había llegado a su fin pues el filtrador, “el cuervo” había sido detenido y encarcelado. Pero tal cosa no fue así ya que estando ambos  detenidos  nuevos documentos fueron filtrados a la prensa, concretamente al diario italiano  La república. Con motivo de esa nueva filtración, dirigida contra el Cardenal Bertone, el filtrador señaló que el mayordomo papal no era sino un “chivo expiatorio” y que  había muchos más documentos que serían  filtrados más adelante. No había pues un solo “cuervo”, habría que hablar de “cuervos”.

Las espadas continuaban en alto y las presiones se mantenían con más fuerza si cabe. Pero Benedicto XVI lejos de amedrentarse por estas  embestidas que no buscaban otra cosa que acabar con la política  de limpieza que llevaba a cabo en la Iglesia en general y en el Vaticano en particular  les ha hecho frente nombrando el 20  de Octubre ordenó 24 nuevos cardenales. Cardenales que por su edad podrán ser electores, 18 de ellos favorables a la política que el Papa desarrolla con  el apoyo del Secretario de Estado, y  6 de ellos amigos del Cardenal Tarsicio Bertone.

El Santo Padre se encuentra ante tal desbarajuste en la Iglesia, corrupción en El Vaticano, y sometido a un chantaje, el vatileaks, que  ha tenido que optar por una  postura con la que poder combatir de modo  adecuado tal embestida.
Desde  hace algún tiempo se ha ido centrando cada vez más en sus estudios, escritos, encíclicas y en la oración, cediendo paulatinamente mayor poder a la Secretaría de Estado que lleva el Cardenal Bertone. Pero esta supuesta inactividad no es tal, ha ido moviendo  sus piezas  para finalmente dar paso a su plan maestro.

El anuncio de la renuncia que el pasado 11 de Febrero hizo Benedicto XVI   ha dejado desconcertado y sin posibilidad de respuesta al enemigo, de ahí su absoluto  secretismo  respecto a tan  histórica decisión.

Del mismo modo  ha buscado que el Cónclave comience a la mayor brevedad posible, incluso adelantando los plazos establecidos, para  de este modo evitar en lo posible las  confabulaciones de los enemigos de la Iglesia y las presiones sobre los electores.

El Santo Padre ha dejado pues en manos del Espíritu Santo  una situación por la que se veía absolutamente superado, siendo la oración  la mejor arma que  considera puede utilizar.

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