domingo, 17 de marzo de 2013

Nuevo Orden Mundial y renuncia.




                                                                 




La renuncia de Benedicto XVI  produjo  en toda la Cristiandad, y en el mundo entero,  desconcierto. Esta confusión lo fue  tanto por lo sorpresivo como  por lo infrecuente del hecho.
 Prácticamente de  inmediato  comenzaron a  circular versiones y a verterse opiniones  referidas a las supuestas explicaciones de tan  inusual hecho, muchas de las cuales no pasaban   de ser visiones superficiales y alejadas de la realidad y motivaciones que mueven a la Iglesia.

Según parece la decisión de renunciar la venía considerando  el Papa desde hacía ya  cerca de dos años, incluso  lo había comentado en varias ocasiones, una de ellas en el libro: “Luz del Mundo”. Explicando  que si en alguna ocasión no se encontrase con las fuerzas  o  condiciones para  dirigir la Iglesia renunciaría al papado.

En el caso que  nos ocupa es cierto que las condiciones físicas del Pontífice han  empeorado en los últimos tiempos: problemas de visión, alta tensión, diabetes, un infarto cerebral y una caída; Lo cual unido a su avanzada edad hace que sus condiciones físicas no sean las más  adecuadas para gobernar  la barca de Pedro. Pero a  pesar de todo ello  no parece que  sean estas las únicas motivaciones, ni siquiera las fundamentales que hayan  empujado a tomar la decisión  de renunciar.
El vatileaks, con todo lo que lleva aparejado en cuanto ha puesto de manifiesto la incruenta pero no por ello menos terrible lucha interna en la Curia, amén de una importote infiltración de la masonería iluminista en  todos los niveles vaticanos han llevado al anciano Santo Padre a  considerar que no se encuentra con la fortaleza de ánimo preciso para enfrentar con la mano dura que es preciso aplicar en este complicado  momento.

En torno a estas filtraciones de  documentos previamente sustraídos de la Secretaría de Estado  gira una parte, y no pequeña, de la crítica situación con la que el Pontífice había de enfrentarse, las presiones eran  extremadamente fuertes, y  sólo  saliendo de escena podría conjurar los peligros y  chantajes de que la Iglesia era objeto.

Pero hemos de  recapitular un poco  en todo lo ocurrido para de este modo  poder tener elementos de juicio suficientes que nos permitan  comprender todo lo que señalamos está aconteciendo y ha acontecido.

Una vez que se produjo la filtración  denominada Vatileaks fue detenido   el mayordomo del Papa Paolo Gabrielle, pero una vez este se encontraba detenido y encarcelado aparece en el diario italiano “La república” una comunicación de alguien que se autodenomina  “el cuervo” y que decía que Paolo Gabrielle no era otra cosa que un chivo expiatorio, para dar verosimilitud a tal información aporta, filtra,  tres nuevos documentos.
En esta misma comunicación con filtrar  nuevos y más comprometedores documentos caso de que  el Santo Padre no cesa inmediatamente al Secretario de Estado  cardenal Bertone y a todo su equipo.

Anteriormente el Secretario de Estado cardenal Bertone había llamado al orden al cardenal Turkson, presidente del Pontificio consejo para la Justicia y la Paz, por haber presentado un documento, El  “Caritas Vanitate”, que aparecía como si tuviese origen en Benedicto XVI. En el este documento se insistía en la necesidad de instituir una autoridad financiera mundial que sustituyera los actuales existentes que se habían mostrado  incapaces de enfrentar y acabar con la actual crisis europea  y mundial. En este comentario se estaba  de hecho  defendiendo  la introducción de un gobierno mundial. Lo que se conoce como un Nuevo Orden Mundial.
El cardenal Bertone  ordenó que a partir de se momento ningún dicasterio podría publicar documento alguno que previamente no  pasase por la Secretaría de Estado.
De este modo se  acrecentaba el soterrado “tira y afloja” existente entre  una parte de la Curia y el cardenal Bertone, evidenciándose que dentro de los más altos  niveles vaticanos.

Del mismo modo nos encontramos don que Benedicto XVI tuvo como uno de sus principales asesores a Henri Kissinger, uno de los mayores impulsores del Nuevo Orden Mundial. También  tenía como consejeros a Peter Sutherland, presidente de Goldaman Sacha y miembro importante del Club de Bilderber de la lucha por implantar el Nuevo Orden Mundial, así  como a Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, y a Mario Monti, ex primer ministro y ministro de economía de Italia.
El Papa no fue informado  ni asesorado convenientemente respecto del tipo de personas que tomaba como consejeros, todos ellos fervientes defensores de la implantación del Nuevo Orden Mundial al que nos hemos referido.

Seguramente el Papa  habrá visto todo esto como una traición, lo que unido al Vatiliks, las luchas palaciegas y los chantajes centrados en su persona le llevarían a recurrir a la medida que tomó.

La lucha por la implantación de un Nuevo Orden Mundial y la búsqueda de que este contase con con el poder moral de la Iglesia católica parece haber influido en la decisión papal.



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