miércoles, 5 de octubre de 2011

Falsedades en torno a la Edad Media II


LOS TERRORES DEL AÑO 1000:

Una de las falsificaciones que la historiografía moderna , aun en contra de las demostraciones en su contra del historiador Francoise Plaine,  no hace si no difundir la idea de que alrededor del siglo X, al acercarse la llegada del año mil de nuestra era, hubo un pánico supersticioso en toda la Cristiandad derivado del convencimiento de los cristianos de entonces trendían  de que  con la llegada del primer milenio se produciría el advenimiento del  fin de los tiempos y con él llegaría el  Juicio Final. La consecuencia de tal creencia fue supuestamente una abulia general que habría afectado a todas las capas sociales debido a la seguridad de que  el fin de todo era inmediato. Esto conducia a pensar que el trabajo del cuerpo o del espíritu perdía cualquier sentido.
El único sentido de mantener la realidad de esta ideación,  y decimos ideación puesto que no se basa en ningún tipo de testimonio  ni documento de la época, es el de desautorizar  el pensamiento cristiano privándolo de toda base racional y sumergir el pensamiento medieval y cristiano en la mera superstición.
La primera reseña documental  del terror milenarista no aparece hasta el siglo XVI, es decir  seiscientos años después del supuesto hecho, en el entretanto no aparece noticia alguna sobre un acontecimiento  que los  contemporáneos considerarían fundamental. Hemos citado con anterioridad que hasta el siglo XVI no aparece mención alguna a una cuestión tan clave , pero es que  ni siquiera el primer enciclopedista Vicent de  Beauvais (1270) hizo mención de un evento que habría sido .absolutamente fundamental.  Para estudiar con seriedad la realidad del acontecimiento al que nos estamos refiriendo habría que comenzar por interrogar a los personajes contemporáneos de la época en cuestión, tal interrogatorio se realizará por supuesto acudiendo a los textos y documentos que hasta nosotros han llegado. En los documentos de los cronistas coetáneos no hay  palabra alguna que haga referencia  al acontecimiento milenarista y a un terror supersticioso en torno a este. En los apuntes biográficos, tanto de santos como San Mayeul, abad de Cluny  (993)  o en los de la emperatriz Adelaida (999) tampoco aparece referencia alguna. Nos encontramos también con que el año 909  se lleva a término el Concilio de Trosly. El historiador Michelet se basa en un texto del obispo de Reims, Henriveé, para sustentar su afirmación sobre el terror milenarista. Pues bien, el texto al que Michelet hace referencia dice lo que sigue: “Se dice de nosotros, que tenemos el título de obispo, que el peso del cargo pastoral se convierte en un peso insoportable al acercarse el momento de rendir cuenta de la misión que nos ha sido confiada, y del provecho que hemos obtenido de ella. Pronto se verá llegar el día  majestuoso y terrible en que todos los pastores comparecerán con sus rebaños ante el Juez Supremo”. Como puede verse se    trata de un texto  que no hace referencia  directa a un fin de los tiempos sino que señala la importancia de su ministerio y de la responsabilidad de este, textos similares se pueden encontrar a lo largo de  toda la historia de la Iglesia sin que para  nada refieran la proximidad  del fin de los tiempos esté cercano. También se ha  acudido al hecho de la existencia de dos visionarios, uno de Paris y otro de Turinga que en el año 960 anunciaban la proximidad del fin del mundo, aunque  la circunstancia de tal presencia no dice nada puesto que las masas no les siguieron y sobre todo  hay que tener presente que en todas las épocas, incluida la nuestra, han aparecido mentes excéntricas o enfermas que han profetizado el fin de los tiempos sin que tales profecías tuviesen  más efecto que el seguimiento de unas pocas personas fácilmente manipulables.
Otro texto al que recurren los defensores de la teoría que mantiene la existencia en torno al año mil un terror milenarista acude al  conocido como Libellus de Antechisto que se compuso hacia el año 954, aunque el autor de la obra, Adson abad de Montierender, no perseguía con este luchar contra una supuesta  actitud de destruir una pretendida creencia popular de la venida del Anticristo. 
En este escrito dirigido a la reina francesa Gererga  le señala al comienzo que su única intención es la de satisfacer el deseo que esta le había expresado de meditar sobre las Escrituras, dentro de estas explicaciones entra también el hablarle sobre un punto tan oscuro como es el del Anticristo y su llegada. Aunque  en las últimas palabras que escribe en la obra el Abad señala que  tan sólo Dios conoce la Hora del Juicio Final, momento este que hubiera sido  el adecuado para combatir de modo directo y explícito  la creencia errónea del pueblo, caso de  haber existido esta, y más aun si esta fuese generalizada.
Pero hay razones históricas que para nada  concuerdan con  la existencia de una visión que considerase el año 1000 como el fin de los tiempos:
El emperador de Alemania Otón III para nada debía temer  la proximidad de la consumación de los tiempos puesto que  fue precisamente el año 1000 el que escogió para fundar el reino de Polonia y levantar una gran ciudad con cuatro obispados. Del mismo modo San Esteban de Hungría organizaba las provincias del reino y las dotaba de una legislación,  fundando obispados y monasterios.
Por último señalaremos que en ningún texto  bizantino  ni árabe, tan amigos de todo lo extraordinario y maravilloso a la par que enemigos de Roma los primeros y de la Cristiandad en general los segundos, aparece comentario sobre la  terrorífica superstición que supuestamente existía alrededor del año 1000.
En la Península Ibérica  continuó desarrollándose la  Reconquista sin que en modo alguno esta se viese influida por  el terror milenarista, terror que de existir lógicamente frenaría toda empresa militar puesto que no tendría sentido arriesgar la vida para recobrar unos territorios si se iban a perder pocos  años después.  En el año 882 García I es nombrado rey de Pamplona. Las repoblaciones continúan, no hay que perder de vista que los repobladores eran miembros del pueblo llano que se desplazaban para ocupar territorios que habían sido recuperados con la intención de establecerse en ellos, pero si hubiese tal terror al milenio ese desplazamiento ni esa reubicación tendría sentido alguno. Pero acerquémonos más al año 1000. En el año 899  Alfonso III ocupa Salamanca. En el año  970 Sancho Garcés, rey de Navarra, en el 995 García Fernández, conde de Barcelona, 995, Sancho García conde de Castilla en el 995., en 999 Alfonso V el noble, rey de León, etc, etc.
De lo que hemos presentado se puede concluir que no existe base alguna que sostenga la  extendida idea de que en torno al año 1000  se produjese  algún tipo de  terror derivado de la creencia de que al iniciarse el milenio  llegaría el fin del mundo. Es más existen multitud de  razones que nos indican todo lo contrario.
Y no perdamos de vista que donde  si aconteció este terror milenarista fue en la racionalista sociedad occidental del postmoderno siglo XX al temer lo que se llamó el efecto 2000.
                                                                      




No hay comentarios:

Publicar un comentario