miércoles, 10 de mayo de 2017

La traición continúa.





Con motivo de que España paso a formar parte como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas durante el bienio 2015-2016, la página web del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación publicó una nota en la que señalaba: “La defensa y promoción de los Derechos Humanos es uno de los grandes pilares de la acción de España en Naciones Unidas”.

                                                       


 De igual modo el día 26 de diciembre del 2014, unos días antes de que España pasase a formar parte del Consejo de Seguridad de la O.N.U. Mariano Rajoy dijo desde el Palacio de la Moncloa que España “seguirá defendiendo los principios en los que se asienta nuestra convivencia: la libertad, el respeto a los derechos humanos, la democracia y la cooperación entre las naciones”.

                                                     




Estas palabras no han sido más que eso palabras, unas palabras que tan solo han servido para corroborar la traición que el hoy rey emérito Juan Carlos I llevó a cabo al entregar al reino de Marruecos una  entonces, parte de nuestro territorio. Todo eso que llevó a cabo el Borbón ha servido para que ese pueblo, el saharaui, en lugar de haber sido descolonizado haya pasado a ser pisoteado por la bota cruel de los monarcas alauitas.

                                                    

El 1 de diciembre del 2016 España pasó a presidir el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Desde la Presidencia del Gobierno ese mismo día de dio a conocer un comunicado de 419 páginas que decía: “España seguirá buscando una solución al conflicto en Siria y mejorar la asistencia a la población, en nuestro papel de co-relatores del expediente humanitario en este país” y que “España ejercerá su presidencia de la manera más transparente posible y con un espíritu constructivo en favor de la paz y seguridad internacionales”.

Un texto en el  que ni una sola palabra hacía referencia al Sahara Occidental, un territorio que formó parte de España y que posteriormente fue ocupado por Marruecos en lugar de haber sido descolonizado por España como indicó la O.N.U. que debía hacerse y como el general Franco señaló que se haría.


Desde entonces, hace más de 40 años, la población saharaui está separada por un muro de 2700 Km a su vez sembrado de millones de minas. Y la población saharaui está siendo vejada y reprimida de forma constante por las fuerzas de ocupación marroquíes, pero de eso el gobierno español no ha dicho ni dice absolutamente nada.
                                                        




Para mayor demostración de la deshonra y traición continuada está la mentira que respecto al tema de los derechos humanos en el Sahara mantienen las autoridades actuales españolas, baste con recordar que al acceder al Consejo de Seguridad el gobierno de España se había comprometido a defender los Derechos Humanos.

Pero a pesar de la deuda moral que tiene España para con el pueblo del Sahara, el gobierno no ha dicho absolutamente nada para defender a los pobladores del Sahara Occidental bajo control marroquí, una población  a la que el gobierno marroquí maltrata, tortura y reprime de modo que los Derechos Humanos son violados de modo constante por los ocupantes marroquíes.

Las sucesivas agresiones de los militares marroquíes contra la población civil, las detenciones y torturas e incluso las ejecuciones extrajudiciales no han sido puestas en conocimiento de la justicia internacional ni siquiera señaladas en el Consejo de Seguridad mientras España ha formada parte de él.

                                                      


El régimen democrático del 78 nació con muchos pecados, pero el inicial fue el abandonar sin lucha un territorio propio, recordar que en aquel momento era una provincia española más, dejando a su población, población que en gran parte aún conserva sus Documentos Nacionales de Identidad, ante el salvaje comportamiento de Marruecos.
                                                     




No como descargo del gobierno sino como explicación, no como descargo puesto que ceder ante el chantaje es cobardía, se encontraría la amenaza marroquí de permitir o impulsar la llegada multitudinaria de inmigrantes subsaharianos a las puertas de las fronteras de   Ceuta y Melilla.

Parece que además de paralizarle la cobardía al gobierno le falla la memoria, olvida que a mediados de los 70 Marruecos se sirvió de la Marcha Verde y ahora juega con la Marcha Negra. La reacción española parece ser la  misma: cobardía, traición y olvido.
                                                       
                                                        


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