martes, 12 de agosto de 2014

El silencio cómplice y el ébola.




                                                                       

Se ha desatado en nuestra Patria una carrera suicida de tergiversaciones y silencios cómplices.

Hace menos de una semana que fue repatriado desde Liberia el misionero Miguel Pajares, el cual había contraído el ébola en aquel país. El regreso del religioso a España se realizó bajo unas medidas de seguridad sanitarias impresionantes. Se le sometió a un aislamiento absoluto durante el viaje y una vez ingresado en el Hospital Carlos III, tal y como precisa la presencia de un virus tan letal como es el del Ébola. De hecho la misionera hispano-guineana Juliana Bonoha Bohé que junto con  el religioso fue  también repatriada fué  también aislada y sometida a un cuidado extremo a pesar de que las pruebas iniciales señalaban que no estaba siquiera infectada por el virus.

                                                                    

Pese a todo esto  se han levantado voces desde IU, el PSOE y algunas asociaciones sindicales de enfermería señalando el peligro que significaba  haber traído a los misioneros enfermos a España.
Pero todos los partidos, incluido el PP en el gobierno, mantienen un criminal silencio respecto al peligro que la inmigración ilegal subsahariana representa para la población nacional.

La epidemia del ébola, que ya a costado la vida a cerca de un millar de personas, incluido el antes citado Pajares, y que a día de hoy afecta  a Liberia, Sierra Leona, Nigeria y Guinea Conakry, ha obligado a la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) a declarar la emergencia de salud pública internacional.

                                                                    

En el día de hoy cerca de meido millar de inmigrantes  subsaharianos han sido rescatados en las aguas del estrecho de Gibraltar cuando se dirigían a la península y otros 30 de los 400 que trataban de saltar la valla han logrado entrar en Melilla. Todos estos han entrado o han sido trasladados a territorio nacional sin  control sanitario alguno y desde luego sin ser sometidos a ningún tipo de aislamiento.
Respecto a la posibilidad de que  alguno o muchos de los subsaharianos que han entrado en territorio español sean portadores del virus del Ébola ningún medio de comunicación  o autoridad sanitaria ha dicho nada, ¿qué es lo que ocurre?.

                                                                     

Creo que la respuesta  es tan sencilla como que  la inmigración hacia Europa es una prioridad que está muy por encima de la seguridad de las poblaciones europeas. En razón de esta prioridad toda voz que ponga  en cuestión esta inmigración ilegal refiriendo el grave peligro que resulta para la salud y la vida de los españoles será tachada de racista y xenófoba.

Hay que recordar que  un individuo puede ser portador del virus del Ébola durante nueve días antes de que cualquier síntoma de la enfermedad aparezca, es decir el virus puede entrar en nuestro territorio y extenderse con los inmigrantes afectados por toda el territorio nacional, y gracias al tratado Schengen, que permite la libre circulación entre los  países miembros de la Unión Europea, por toda Europa.

                                                         

Pero siempre contestarán los buenístas , amigos de lo políticamente correcto, que no existe peligro de que los virus se transmitan a nuestro territorio o que la epidemia se pueda dar en España debido a la inmigración.

Entonces ¿cual fue la  razón de haber traído al recién fallecido religioso enfermo de ébola  y a la misionera, que no estaba siquiera infectada, rodeados de esas medidas sanitarias propias de una película espacial? o ¿a que es debido que varios países hayan suspendido los vuelos aéreos con destino a sus territorios procedentes de países afectados por la epidemia y cual es la razón de que aquellos que llegan por avión  procedentes de alguno de los países afectados por la epidemia sean sometidos a la medición de la temperatura corporal?.

Los que entran ilegalmente en España a través, bien del estrecho de Gibraltar o saltando la valla, lo hacen sin control médico alguno  y  bien proceden directamente de la zona afectada por la epidemia o  atraviesan la misma.


Los planes de los del becerro de oro  para acabar con la raza blanca  mediante el cruzamiento con la raza negra llevó a que la ONU dijese en los años cincuenta que Europa necesitaba de 650 millones de inmigrantes.


El plan Kalergi deja muy claro que la raza blanca europea debe desaparecer en el mestizaje dado que  en caso contrario sería difícil de someter al poder de lo que denomina “aristocracia judía”.

                                                                 

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