viernes, 25 de enero de 2013

El juego de las alianzas.



                                                                 

La  continua  recepción de informaciones contrapuestas  que se da  cuando  asistimos, de un modo más o menos pasivo, a lo que los  medios de desinformación nos  facilitan, debería ser  desencadenante de trastornos  psicológicos. Estos, serían consecuencia  de lo que, en psicología  se denominan mensajes de doble vínculo, mensajes en los  cuales el emisor de la comunicación formula de un modo más o menos simultáneo mensajes contradictorios.
Si esas ingentes formulaciones no dan lugar a ningún trastorno, esto es debido a que la saturación de informaciones que el individuo recibe,  y el prácticamente nulo análisis  crítico de ellas,  impiden que el sujeto sea consciente  de que estas son contradictorias. 

Consecuencia de esto mismo se deriva que para la inmensa mayoría de la población  pase desapercibido el juego geopolítico de falsas alianzas que se desarrolla en el mundo, y en el cual somos meras marionetas.  Estos fantoches se mueven  a las órdenes de los verdaderos dueños del mundo que nos ha tocado vivir.
En este Nuevo Orden  dirigido por las altas finanzas, por la economía,  por la estrategia del poder y la mentira lleva aparejado que las alianzas y los acuerdos de amistad sean papel mojado al servicio de los intereses del poder mundial.

Todo lo hasta aquí señalado puede sonar a un mero juego de palabras más o menos fantasioso, pero en las líneas siguientes pretendo aportar una serie de datos que   ponen negro sobre blanco que todo lo señalado no es una ficción sino realidad. Los datos son concienzudos y resultan irrefutables. La expresión de ellos debería ser suficiente para  que se abran los ojos de aquellas personas que por la ausencia de un razonamiento crítico o por esa  sobreexposición a la información los mantienen cerrados.

Este  inmoral  e interesado juego al que me refiero, se desarrolla a todo lo largo y ancho del planeta, pero  en estos momentos su realidad se  hace más patente en  el escenario del Oriente Medio y de África. A este respecto la exposición se hace complicada, no precisamente por la ausencia de datos sino por  su cantidad y por la interconexión que se da entre todos ellos.

Para comenzar por algún caso nos centraremos en lo que en la actualidad está aconteciendo en Mali.
El conflicto bélico que se desarrolla en este país africano resulta sumamente clarificador para poner de manifiesto lo que más arriba  hemos apuntado.
Las milicias  de Al-Qaeda en el Magreb (AQNM) son consideradas enemigas y como tales combatidas por las fuerzas armadas francesas.
Ahora son los malos aquellos que cuando el antiguo aliado de Francia, Presidente libio Mohamar el Gadaffi  estaba siendo derrocado resultaban útiles y como tales armados, instruidos e incluyo directamente apoyados por la aviación de la OTAN. Por lo tanto eran presentados como los buenos.
Nos encontramos con que anteriormente  a  este conflicto el  coronel libio era apoyado por todas las cancillerías occidentales y recibido por sus presidentes. Pero de la noche a la mañana pasó a convertirse en un peligro para los dueños del mundo. Y es que el coronel Gadaffi propuso a los países de Medio Oriente prescindir del patrón-dólar y sustituirlo por el patrón-oro creando para ello el dinar de oro, una moneda basada en el oro que sustituiría al dólar como moneda para las transacciones  económicas en la zona.
Con la intención de derrocar a  Gadaffi los países occidentales y la OTAN no tuvieron  problema alguno  en acudir a los islamistas radicales del AQNM, ahora denostados y combatidos en Mali.

Seguiremos la explicación de la cuestión retrocediendo en el tiempo. Esta marcha atrás resulta  imprescindible si queremos  referirnos a la relación  de Al-Qaeda con USA.     
La  historia   de Al-Qaeda  es una muestra más de todo lo que antes hemos señalado. Y es que  la invasión soviética de Afganistán  (1978-1992) fue el escenario en el cual  los muyahidin afganos, así como otros islamistas procedentes de diversos países, se enfrentaron al entonces segundo mayor ejército del mundo.
El gobierno Reagan en general, y la CIA en  particular, aprovecharon estos acontecimientos para  apoyar con logística, entrenamiento y  armamento a los resistentes afganos. La finalidad de  todo ello no era otra que  combatir al enemigo soviético, para lo cual no repararon en considerar el tipo de elementos que estaban armando  y las consecuencias que de ello pudiesen derivar.
De entre los grupos apoyados militarmente por los Estados Unidos destacaban los talibán y el grupo que lideraba el rico empresario saudí  Osama Bin Laden. Este grupo era conocido como Al-Qaeda mamulat  (La base de datos), Al Qaeda no era propiamente un grupo sino una red en la que se recogían los datos de aquellos que en Afganistán combatían o habían combatido a las tropas soviéticas (los conocidos entre los islamistas como afganos).
Una vez que los  resistentes afganos vencieron a los soviéticos  y consiguieron que en 1989 iniciasen su retirada, y de que  en la década de los 90 la  URSS se desintegrase, los talibanes y  Al-Qaeda  dejaron de recibir cualquier tipo de ayuda. Es más, los islamistas pasaron a sustituir al enemigo soviético desaparecido.
Desde entonces  hemos visto como  los musulmanes han pasado a ser las cabezas de turco de acciones de bandera falsa como el 11S y a constituirse en la  razón que justificaba el mantenimiento de la poderosa e influyente  industria armamentística norteamericana.
Más tarde  han vuelto a convertirse  en elementos útiles para los planes geoestratégicos USA, esta vez alejados de la propaganda y el aplauso recibido con motivo de la lucha contra la URSS.
O sea que el amigo pasa a considerarse enemigo y nuevamente amigo en función de las necesidades que los intereses de la geopolítica marquen.
En el caso de Al-Qaeda la situación no es tan clara puesto que hay situaciones como la actual en las que ante la población y los medios de comunicación  es  el enemigo aunque bajo cuerda sean un aliado ocasional, léase  Libia o Siria.

Siguiendo con casos en los que las alianzas no hacen otra cosa que servirse del otro mientras este sea útil, señalaremos el caso de Irak.
Irak fue  considerado un aliado, recibiendo apoyo logístico y  suministros de armamento durante la cruenta guerra que el país  mantuvo con el Irán de los Ayatolas. Años después de haber finalizado esta guerra en 1988 siguieron años en los que el régimen presidido por Sadam Hussein fue alabado por los Estados Unidos y el resto de Occidente como  un freno a un islamismo  radical en expansión.
Pero llegó un momento en el que Bush padre inicia la primera guerra del Golfo (1990), con la excusa  de liberar Kuwait de la invasión que había sufrido por parte del ejercito irakí. Esta invasión fue  previamente alentada por los Estados Unidos,  al asegurar al régimen irakí que la invasión del país, que era reclamado como parte de su territorio, no produciría reacción alguna por parte de los Estados Unidos ni de sus aliados occidentales.

Las razones que movieron a  que se llevase a cabo esta agresión a Irak no eran el hacerse con la riqueza petrolífera del país. Las razones fueron más complejas y al igual que las que movieron a poner en marcha la invasión de Irak se basaban en  que Israel consideraba necesario que un Estado poderoso como era el irakí estuviese controlado por un  ejército amigo que lo protegiese de cualquier tentación ofensiva, amén de crear un país-colchón que frenase el avance del radicalismo islámico en la región, conjurando de este modo cualquier amenaza seria contra territorio judío.

Por razones que se nos escapan, pero que seguramente tendrían que ver con cuestiones de índole militar y de pérdidas humanas propias que podrían poner en peligro el futuro político del Presidente USA, los Estados Unidos no finalizaron de modo completo la misión y no ocuparon el país ni derrocaron a Sadam Hussein.

Pero  lo que no había llevado a término Bush padre lo llevaría a cabo  su hijo George W. Bush en la invasión de Irak (2003).
En este caso las excusas de las que se sirvió el Presidente norteamericano para llevar a cabo tal agresión fueron que  el régimen irakí  había colaborado en la realización del atentado-autoatentado del 11S y por otro lado  que Irak poseía armas de destrucción masiva que ponían en peligro la paz de la zona y que incluso podrían alcanzar territorio de  la OTAN.
Ambos pretextos fueron desde el primer momento negados  por los servicios de inteligencia norteamericanos, pese a lo cual el gobierno Bush continuó con la pantomima.
En este caso nos encontramos nuevamente con el aliado que sin razón aparente pasa a ser considerado y tratado como enemigo.

A continuación vamos a tratar el  actual y complicado tema que se desarrolla en Siria y que tiene a Irán como telón de fondo.


Nos encontramos en esta situación con una reedición  del antiguo enfrentamiento de bloques, ya que por un lado vemos a una Rusia que asegura que no permitirá ningún ataque contra Irán y a una Siria que será defendida por Irán caso de ser atacada por  USA o sus aliados. China con su inmenso poderío se  suma a este rompecabezas alineándose con la postura rusa.

El movimiento fundamental que llevan a cabo Estados Unidos e Israel  es  justificar su  animadversión  a Irán  en el supuesto desarrollo  de un programa  nuclear con  finalidades miliares.


El actual presidente de Siria es desde  el año 2000 Basar Al-Assad, hijo del anterior presidente Hafez Al-Assad, que  presidió la nación desde 1971 hasta el año 2000. En un primer momento Siria resultó un país conveniente para los intereses de Occidente  en tanto que buscaba marcar claras diferencias con los regímenes dictatoriales y radicalizados en Oriente Medio, pero la cuestión varió sensiblemente cuando su estratégica situación chocaba con la implementación del megaproyecto energético occidental  Nabbuco que ha despertado el fantasma de la Guerra Fría  al poner de un lado a Estados Unidos y Europa y de otro a Rusia.
El citado megaproyecto nacido en el 2002, se proponía  reducir de manera sustancial  la dependencia de los países europeos de la energía rusa, para ello se proyectaba construir un gaseoducto que conectase Europa con las fuentes energéticas de Oriente Medio y del Cáucaso. Rusia e Irán se oponen  frontalmente a este proyecto y la situación geográfica de Irán y Siria impediría  el paso y establecimiento de este gaseoducto.
De este modo los estrategas occidentales propusieron la  desestabilización  del régimen de  Bashar Al-Assad para poder poner en funcionamiento el megaproyecto antes referido. Por supuesto Rusia  se opone  radicalmente a este derrocamiento por cuanto permitiría  la instalación del gaseoducto y con ello se producirían unas  enormes pérdidas para su economía, pérdidas que podrían llegar a desestabilizar el régimen ruso. Del mismo modo Irán  vería fuertemente  afectada su mayor fuente de ingresos.
Pero como suele ocurrir siempre las causas no son únicas y exclusivamente económicas. En este caso la  fuerte alianza existente entre el régimen sirio y el de Irán precisa del derrocamiento de Bashar Al-Assad para que el ataque a Irán sea más sencillo y resulte menos costoso en vidas y armamento para USA y sus aliados.
Nos encontramos con que para derrocar al actual Presidente sirio los Estados Unidos y los países de la OTAN están  nuevamente recurriendo, al  igual que ocurrió en Libia, a miembros de Al-Qaeda a los que proporciona armamento y colaboración militar logística, llegando incluso a  aportar miembros de sus cuerpos especiales y mercenarios contratados que penetran desde Turquía.
Nuevamente los antiguos amigos se presentan como enemigos y los  enemigos  son utilizados  como aliados.

Por último haré referencia al ataque a Irán, tan deseado por Estados Unidos y el Estado de Israel.
Los intereses son por un lado económicos, referidos a la puesta en funcionamiento del proyecto energético al que antes se ha hecho referencia pero sobre todo a que Israel no quiere tener cerca una potencia militar de primer orden como es Irán . Para ello su títere, el gobierno yankee, no escatima movimientos ni esfuerzos militares y diplomáticos para acabar con el régimen de Mahmud Ahmadineyad.

La excusa tras la que se escudan los Estados Unidos y el Estado de Israel para justificar su animadversión  al régimen  de Ahmadineyad y un posible ataque militar es el supuesto desarrollo por parte de Irán de un programa  nuclear con intenciones militares, cuestión esta que es  para poner en duda después de las falsas “razones” dadas para justificar ante la opinión pública mundial y las distintas cancillerías los ataques a Irak, Afganistán y Libia.

Caso de que los Estados Unidos  actúen militarmente contra Irán, han de implementar una estrategia que justifique este ataque y que a su vez  impida que este desemboque en un conflicto de proporciones insospechadas.

La más probable  estrategia sería el recurso a un ataque de bandera falsa, algo en lo que son expertos.
Si sufriesen un ataque iraní, o al menos así se presentaría, que hundiese uno de sus  navíos desplegados frente a las costas de Irán, llevado a cabo realmente por parte de la aviación judía, todo el mundo justificaría una respuesta militar  norteamericana que produciría una respuesta iraní probablemente contra Israel y una intervención total de USA, con la ventaja de que  la intervención norteamericana como respuesta a un ataque justificaría la inacción rusa y china.

En el fondo, detrás de todo este juego de alianzas y traiciones se encuentran  los intereses energéticos occidentales, los intereses del Estado de Israel a los que siempre se pliegan los Estados Unidos y la poderosa influencia de la  industria militar USA. Esta industria militar precisa de un  incesante uso del material bélico que produce si quiere continuar ganando dinero, necesita de guerras para subsistir. Y para  que Estados Unidos salga vencedor de los conflictos, una gran parte provocados por ellos mismos, suelen recurrir al  inmoral juego de transformar al enemigo en amigo y al amigo en enemigo. Esa es la triste y oculta realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario